Del altar del Matrimonio al altar de Cristo

El matrimonio cristiano es mucho más que un pacto humano: es un sacramento que revela el Amor de Cristo Esposo por su Iglesia. En el Altar del Matrimonio, los esposos se entregan mutuamente como Cristo se entrega en la Eucaristía, con una entrega total, fiel, fecunda. Del «sí quiero» de los esposos brota un amor que se convierte en Banquete Nupcial, prolongado en el Altar donde Cristo ofrece su Cuerpo y su Sangre. Así, cada familia se convierte en un pequeño santuario (Iglesia Doméstica), donde el amor conyugal se hace oración, ofrenda y comunión. 

La Esencia del Matrimonio

Dios creó a Adán y Eva y estableció su unión conyugal como «una sola carne» (cf. Gn 2, 22.24). Por lo tanto, el matrimonio no es únicamente un remedio contra el pecado de la concupiscencia, sino principalmente un deber de la naturaleza, y en este concepto fue instituído antes del pecado, pero no como remedio. 

El fin primario del matrimonio es la procreación, engendrar y educar a los hijos. El fin secundario es la asistencia mutua, el amor mutuo y la cooperación de los esposos en el cumplimiento de sus deberes.

En la mente de los conyuges el fin secundario puede suscitarse primero al sentir amor antes que pensar en la procreación. 

El triple «Bien» del Sacramento es:

1. El nacimiento de los hijos y la educación para la Gloria de Dios.

2. La fidelidad mutua.

3. Que es un Sacramento, o en otras palabras, la indivisibilidad del matrimonio que manifiesta la unión indivisible de Cristo y su Iglesia. 

Testimonios de Noviazgos Católicos

Miguel, dice no haber vivido la castidad en las relaciones que tuvo. Esta forma de vida, reconoce, le iba generando heridas que le hacían sufrir y decidió cambiar algo en su vida para no volver caer en los errores pasados. Eligió vivir la castidad con la persona de la que se enamoró. Ella también había tenido relaciones dañinas antes y estuvo de acuerdo con vivir esta forma de relación personal, de noviazgo, nueva para ellos. Castidad no sólo no es privarse de la sexualidad sino una forma sana de enfrentarte a lo que escuchas, ves, piensas, cómo te expresas, como tratas a las personas. Es volver a una infancia espiritual, tratar de ver con inocencia todo a tu alrededor. Esto cuesta mucho pero les ha cambiado la vida y han disfrutado su noviazgo. El apego a la Fe ha sido fundamental para no fundamentar este cambio en sus flacas fuerzas sino en el poder y la Misericordia de Dios.

Miguel, un chico loco que decidió cambiar locamente

Tuvo noviazgos según el mundo moderno y decidió cambiar a un noviazgo casto.

La Opción V es la propuesta que nos invitan a tomar por la virtud de la castidad como el mejor camino para encontrar el amor verdadero en sus vidas ¿Quién no busca el amor verdadero?

La castidad consiste en el dominio de uno mismo, en la capacidad de orientar el «instinto sexual» al servicio del amor y de integrarlo  en el desarrollo de la persona. 

La castidad cristiana supone la superación del propio egoismo, capacidad de sacrificio por el bien de los demás, nobleza y lealtad en el servicio y en el amor. La castidad en los jóvenes entrena y forma la personalidad y supone un esfuerzo (no sufrimiento) que va dotando a la persona de solidez en la voluntad y de una sensación de autodominio: eres tú quien gobierna tu persona, no tus apetencias.

Conoce esta Opción a través del testimonio que comparten en este vídeo.

OPCIÓN V https://laopcionv.org/

¿UN ESTILO DE VIDA NOVEDOSO?

Preguntas Frecuentes sobre el Noviazgo

El noviazgo no es un Sacramento pero es muy importante para presentarse al matrimonio entendiento su importancia y significado.

Si soy católico ¿Es importante que mi pareja lo sea?

Sí es importante. Un noviazgo y un matrimonio compartiendo la fe tienen mayor solidez porque el amor no se apoya sólo en sentimientos, sino en la gracia de Cristo presente en ambos.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (1634-1636)

La diferencia de fe entre los cónyuges puede causar tensiones en la vida conyugarl, sobre todo en la educación de los hijos y el valor de ciertas virtudes como la pureza y la castidad. La Iglesia admite matrimonios mixtos subraya que la fe común es una gran ayuda para la unidad 

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

El amor conyugal necesita la oración común y la Eucaristía. Sin ello la unión queda coja.

«CARTA A DIOGNETO» Siglo II

Los cristianos viven en el mundo, pero no como el mundo; la unión matrimonial es testimonio contracultural.

¿Cómo debe ser el noviazgo cristiano? ¿Por qué es importante la pureza? ¿Cuales deben ser los preparativos remotos para el Matrimonio?

El noviazgo cristiano debe vivirse como tiempo de discernimiento, paciencia y crecimiento en la Fe. La pureza es importante porque preserva la verdad del amor: esperar es amar. Los preparativos remotos son la formación cristiana, la vida sacramental, la maduración en las virtudes, el conocimiento de uno mismo y del otro, Es un fuego lento que prepara un banquete, que será el altar del matrimonio.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (1622,1631)

El noviazgo es tiempo de preparación para un sacramento, no un ensayo de convivencia.

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

La castidad custodia la belleza del amor y lo dispone para la entrega plena en Cristo.

TEOLOGÍA DEL CUERPO. Juan Pablo II.

La pureza no es represión, sino capacidad de amar en la verdad. El noviazgo es escuela de donación.

¿qué debe se debe buscar primero: el deseo de tener hijos o el amor mutuo y la cooperación de las personas?

No se trata de elegir. El amor mutuo y la apertura a los hijos son inseparables. El amor conyugal es fecundo por naturaleza y la fecundidad solo es auténtica cuando brota del amor verdadero.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (1601,1652)

El matrimonio tiene dos fines inseparables: el bien de los cónyugues y la procreación.

CREDO, Compendio de la Fe Católica. Mons. Schneider.

Primero es la entrega total entre los esposos, que se abre a la fecundidad. Desde los primeros siglos del cristianismo la unión es vista como comunión y fecundidad.

¿Es pecado el acto sexual? ¿Por qué?

El acto sexual no es pecado en sí, sino donde Dios. Se convierte en pecado cuando se vive fuera del matrimonio, porque pierde su verdad y se transforma en egoísmo. En el matrimonio, es signo sacramental: una sola carne que se alimenta de la única Carne de Cristo en la Eucaristía.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (2360-2363)

El acto sexual es bueno y santo dentro del matrimonio, porque expresa y fortalece el amor de los esposos. Fuera de él es desordenado.

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

Vivido en Gracia, es liturgia doméstica. Fuera  del sacramento se degrada y devalúa.

CREDO, Compendio de la Fe Católica. Mons. Schneider.

El acto conyugal es participación en la obra creadora de Dios.

¿No es mejor convivir antes de casarse, viendo tantos fracasos en las parejas?

Convivir antes de casarse no garantiza nada, al contrario: acostumbra a un amor sin compromiso definitivo. El amor verdadero se prueba en la entrega total, como Cristo en la Cruz. El matrimonio es ese acto de confianza sellado en el altar.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (2391)

La unión libre contradice la dignidad del matrimonio. No asegura el futuro, sino que lo debilita. 

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

La convivencia banaliza el cuerpo y marchita el alma.

Los primeros cristianos se distinguían por su castidad, y fidelidad, en un mundo que aceptaba la unión libre.

¿Cuales son los fines o propósito del noviazgo y el "triple munus" o bien de los esposos?

El matrimonio cristiano es alianza de amor total, fiel y fecundo; signo visible del amor de Cristo por su Iglesia. Sus bienes son la fidelidad, la indisolubilidad y la apertura a la vida.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA

El matrimonio busca el bien de los esposos, la procreación y educación de los hijos y es indisoluble.

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

El amor conyugal es participación en el Amor trinitario.

¿Es necesaria la preparación catequética para casarse?

Sí, es necesaria. El matrimonio no es sólo un contrato, sino un sacramento. La preparación catequética dispone el corazón a recibirlo como misterio de Fe.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (1632)

Es necesaria una catequesis apropiada para comprender la grandeza del Sacramento.

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

La preparación es camino de Fe, no simple formalidad. Sin Fe y Gracia el Sacramento queda vacío.

¿Qué aporta el Sacramento que lo haga especial? ¿El matrimnio civil es válido?

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA

El Sacramento confiere la Gracia PROPIA para amar con el Amor de Cristo. El matrimonio civil no es sacramento.

TEOLOGÍA DEL CUERPO, Juan Pablo II

La Gracia transforma el amor humano en signo de Amor divino, lo que sostiene en las dificultades y hace fecundo el amor.

El matrimonio civil puede tener valor jurídico, pero no es sacramental.

¿Es necesaria la Vida de Gracia para recibir con fruto el Matrimonio?

El matrimonio celebrado en pecado mortal es válido, pero la Gracia sacramental queda atada hasta que se confiese con arrepentimiento y reciba la absolución.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (1623, 1625)

El consentimiento válido hace el matrimonio válido, incluso en pecado.

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

Sin embargo, la Gracia no fructifica en un alma cerrada.

matrimonio, ¿qué cabe esperar?

¿La apertura a la vida es obligatoria? ¿La negación anula el sacramento?

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (1652, 2366)

Sí, la apertura a la vida es esencial.

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

Sí, la exclusión de la prole invalida el matrimonio.

Teología del Cuerpo, Juan Pablo II

Rechazarla de raiz equivale a negar el matrimonio.

¿Qué significa que el hombre y la mujer son una sola carne?

Una sola carne es comunión de personas no sólo física, sino espiritual, sacramental y eucarística.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (1605)

Unidad de vida y amor

Teología del Cuerpo, Juan Pablo II

Don total de sí, imagen de Cristo y la Iglesia.

¿Cuánto dura?

El matrimonio cristiano dura toda la vida, hasta que la muerte separa a los esposos. Al no ser un simple contrato sino que está sostenido por el Sacramento, es una alianza que refleja el Amor indestructible de Cristo. Su fidelidad es sostenida por la Gracia de Dios, especialmente en la Eucaristía, que renueva cada día la fuerza del «sí» dado en el altar.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (1614, 1640)

El matrimonio válido y consumado entre bautizados no puede disolverse por ningún poder humano ni por ninguna causa fuera de la muerte. Es un vínculo perpetuo y exclusivo, porque participa de la fidelidad  irrevocable de Cristo a su Iglesia.

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

El matrimonio cristiano es un icono de la Eucaristía: como la Misa actualiza la Alianza eterna, así los esposos actualizan en su unión un amor que no se rompe, sino que madura hasta el Cielo

Teología del Cuerpo, San Juan Pablo II

El amor verdadero no conoce fecha de caducidad, porque está injertado en el Amor eterno de Cristo. La alianza conyugal no es contrato temporal, sino sacramento que introduce a los esposos en el misterio de la Alianza eterna.

¿Qué significa que el matrimonio es un vínculo exlusivo?

El vínculo exclusivo del matrimonio significa que los esposos se entregan totalmente el uno al otro, de manera única, sin compartir esa intimidad con nadie más. Es un amor indivisible y fiel, reflejo del Amor de Cristo por la Iglesia: único, irrepetible y sin sustitutos. La exclusividad no es imposición, sino promesa gozosa de pertenercia mutua y de confianza total.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (1646-1647)

La exclusividad del matrimonio significa que el amor conyugal exige de los esposos una fidelidad total  y definitiva. La alizanza establece un vínculo único que no admite compartir la intimidad con terceros, ni vínculos paralelos.

Teología del Cuerpo, San Juan Pablo II

El cuerpo tiene un lenguaje, y en el matrimonio habla de entrega total: «Te pertenezco sólo a tí». Ser Exclusivo es reflejo del amor de Cristo, que se entrega únicamente a su Iglesia y no a otra.

San Ignacio de Antioquía decía que la unión de los esposos es «imagen de una sola carne y un solo espíritu en Cristo», como una Iglesia doméstica donde la cabeza es Cristo y el cuerpo los esposos y los hijos. Esto excluye cualquier otro vínculo paralelo.

La marturbación, complacerse con imágenes eróticas, la pornografía ¿Hieren el vínculo de la exclusividad?

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA

Se te asignan padrinos o acompañantes que apoyen tu vida cristiana.

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

La Fe se transmite de persona a persona. El acompañamiento es indispensable.

CATECISMO «Buscad al Señor». Conferencia Episcopal Española.

Siempre se hace acompañado por la comunidad, catequistas y padrinos.

Siguiendo con la exclusividad: ¿Qué se entiende por Fidelidad?

La fidelidad en el matrimonio es mucho más que no cometer adulterio. Es una respuesta total, libre, fiel y fecunda al don recibido de Dios. En el matrimonio cristiano, Dios mismo llama a dos personas a participar en su amor eterno. Por eso, la fidelidad no se reduce a “ser leales” entre sí como un pacto privado; es ante todo permanecer fieles al plan de Dios que los unió.

El matrimonio no es solo una decisión humana, sino una vocación, una llamada de Dios a vivir el amor de Cristo en el mundo, signo visible de la unión de Cristo con su Iglesia. Ser fieles, entonces, es custodiar ese don, responder a esa llamada con perseverancia, y vivir, incluso en medio de dificultades, en coherencia con la promesa hecha no solo al cónyuge, sino también a Dios mismo.

La fidelidad matrimonial incluye:

  • La exclusividad del amor: solo ese hombre y esa mujer participan de ese don recíproco del cuerpo, el alma y la vida.
  • La estabilidad: un compromiso “para siempre”, que refleja el amor eterno de Dios.
  • La apertura al plan divino: aceptar que Dios ha pensado esa unión para un bien mayor: santificarse juntos, abrirse a la vida, y dar testimonio del amor de Cristo.
  • La unidad espiritual: rezar juntos, caminar hacia la santidad, sostenerse mutuamente en la fe.

Por tanto, la fidelidad es ser leales al esposo o la esposa, sí, pero sobre todo es perseverar en la alianza que Dios mismo ha sellado, viviendo el matrimonio como un camino de santidad, como respuesta a un don que supera a ambos y los une en su propio plan de salvación.

¿Cuáles son los efectos y deberes del esposo y la esposa entre ellos y para con los hijos?

Los esposos se ayudan a la santidad, educan a los hijos, forman una Iglesia doméstica.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (1652-1654)

La santificación mutua, la educación cristiana de los hijos.

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

La familia es Santuario doméstico.

¿Qué significa que la familia es una Iglesia doméstica?

La familia es el lugar donde Dios habita en lo cotidiano. Allí los esposos, unidos en el sacramento con Cristo, reflejan su Amor por la Iglesia y los hijos crecen como discípulos. La familia debe ser gimnasio de oración, donde se conozca la Palabra, se participe en los Sacramentos y donde la caridad vivida en lo ordinario haga del hogar un pequeño santuario.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (1655-1658, 1666)

La Iglesia doméstica es el lugar donde la Fe se transmite en primer lugar. En el seno de la familia se aprende a rezar, a descubrir la dignidad de cada persona y a vivir la entrega. Los padres son los primeros educadores en la fe y participan de la misión sacerdotal, profética y real de Cristo.

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

La familia no es sólo el lugar de los afectos, sino la primera escuela de santidad. Allí se aprende a vivir en obediencia, humildad y servicio. La oración en común hace de la casa un espacio de adoración, donde Cristo es reconocido como Señor.

Teología del Cuerpo, San Juan Pablo II

La familia es «el camino de la Iglesia» porque en ella se hace visible el amor de Cristo. El hogar cristiano es un pequeño altar donde se ofrece la vida cotidiana como sacrificio espiritual. La unión de los esposos y la acogida de los hijos son prolongación del misterio eucarístico: Cristo se entrega y los esposos entregan su vida.

San Juan Crisóstomo

Haz de tu casa una Iglesia: coloca allí el altar, es decir, la mesa y sobre ella la Escritura divina; y que los esposos y los hijos se rúnan para la oración.

Apertura a la vocación sacerdotal y religiosa de los hijos

Aceptar que la familia  es Iglesia doméstica implica estar abiertos a que Dios llame a alguno de los hijos al sacerdocio o a la vida religiosa. No sería extraño, sino natural: del altar doméstico brotan vocaciones para el altar de la Iglesia. Los hijos no son propiedad de los padres, sino Don de Dios. Impedir o rachazar  esta posibilidad sería mutilar la fucundidad del matrimonio. los padres cristianos, como Abraham con Isaac, están llamados a ofrecer sus hijos al Señor, seguros de que Dios multiplica su vida y su misión.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (2232, 2253)

Los hijos son Don de Dios y su vocación pertenece, ante todo, al Señor. Los padres deben acoger con gratitud la llamada de Dios, incluso si conduce a la virginidad consagrada o al sacerdocio.

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

La fecundidad cristiana es ofrecerlo para que se cumpla su misión, aunque duela desprenderse. La alegría más grande de unos padres cristianos es ver a sus hijos servir a Dios plenamente.

Teología del Cuerpo. San Juan Pablo II

El amor de los esposos es fecundo no sólo en hijos biológicos, sino también en apertura a  que alguno sea llamado a una entrega más radical. Negarse a esta posibilidad sería negar la plena fecundiad del matrimonio.

Es posible tener hoy una familia numerosa o es in acto de imprudencia?

No es imprudencia, sino signo de Fe y Esperanza, tener una familia numerosa. La cultura actual , marcada por el miedo, el individualismo, y la obsesión por el bienestar material, presenta los hijos como un riesgo. Sin embargo, la Fe enseña lo contrario: cada vida es un Don y una Gracia.

La familia numerosa:

  • Es testimonio de confianza en Dios, que nunca abandona a quienes se abren a Él.
  • Es escuela de amor y de virtudes: los hijos aprenden a compartir, a cooperar, a renunciar al egoísmo y a apoyarse mutuamente.
  • Enriquece la sociedad: aporta vida en un mundo envejecido y sin esperanza; es fuente de vocaciones, de creatividad, de entrega.
  • Es bendición para la Iglesia: cada hijo es potencial discípulo, apóstol, santo.
  • Es una profecía contra la cultura de la muerte: proclama con hechos que la vida merece ser acogida siempre.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (1652-1654, 2373)

La fecundidad es un Don y un fin del matrimonio. «Una particularidad de la bendición divina en el matrimonio es la fecundidad, destinada a la procreación y educación de la prole».

El Catecismo enseña además que «las familias numerosas son un signo de la bendición divina y de la generosidad de los padres».

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

En una cultura del individualismo, la familia numerosa es una verdadera profecía. Muestra  que la vida vale más que el confort, que la comunión vale más que el egoísmo. Son hogares donde se aprende a vivir como en una pequeña comunidad monástica: con oración, orden y servicio. Cada hijo es un Don que amplía el corazón de los padres.

Teología del Cuerpo. San Juan Pablo II

El hijo nunca es un «cálculo» o una «carga», sino Don gratuito de Dios. Una familia numerosa manifiesta la confianza radical en el Señor de la vida. Es imagen de la abundancia del Amor de Dios que no se guarda nada para sí. San Juan Pablo II animaba a no tener miedo de la generosidad, porque cada vida trae consigo una gracia nueva para la Iglesia y el mundo.

San Juan Crisóstomo

«La multitud de los hijos es ornamento de la Iglesia». Para los padres, la fecundidad era siempre una bendición: cada hijo es una alma inmortal que glorificará a Dios eternamente.

Cuando la situación del Matrimonio no permite, por motivos serios, traer nuevos hijos ¿Cómo vivir la paternidad responsable respetando el sentido unitivo y procreativo del acto conyugal? ¿Es apropiado el término "planificación familiar"?

El acto conyugal es bueno, santo y necesario en el matrimonio. No es un mal tolerado, sino un bien querido por Dios que une a los esposos y coopera con Él en el Don de la Vida. Nunca debe ser visto como algo inmoral en sí mismo, pues es parte del designio de Amor con que Dios ha creado al hombre y a la mujer.

Cuando por motivos graves —de salud, psicológicos, familiares o económicos— un matrimonio considera que no puede acoger nuevos hijos, la Iglesia enseña que pueden recurrir a los métodos naturales que respetan el ritmo de la fertilidad, pues estos no alteran ni destruyen el acto conyugal, sino que implican abstinencia periódica y, sobre todo, diálogo, autocontrol y caridad mutua. Esto se llama paternidad responsable, no porque planifiquemos arbitrariamente, sino porque discernimos delante de Dios los tiempos, siempre abiertos a Su voluntad.

La Iglesia evita hablar de “planificación familiar” porque ese término suele reducir la vida a un cálculo humano, y en la cultura actual se asocia con anticoncepción artificial, mentalidad abortiva y control demográfico. En cambio, la paternidad responsable es un discernimiento espiritual: no programar hijos como quien diseña un proyecto, sino acogerlos cuando Dios lo permite, con amor generoso, respetando tanto la unión de los esposos como la apertura a la vida que da sentido al matrimonio cristiano.

 CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (1646-1648)

La fidelidad en el matrimonio no es simplemente abstención de adulterio; es una vocación a amar de forma incondicional -no sólo a la pareja, sino también el plan de Dios-. Ese compromiso va más allá de un vínculo emocional, es una respuesta al Amor eterno de Dios, que se ha entregado sin reserva a su Pueblo.

El catecismo enseña que, mediante el Sacramento, los esposos «son capacitados para representar y testimoniar» la fidelidad  de Cristo a la Iglesia. Esta fidelidad conyugal se fundamente en el Don recíproco, en la unidad total, en la indisolubilidad y en la totalidad del amor.

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

El Cardenal  invita a cultivar esa fidelidad con una vida interior sustentada por los sacramentos. La fidelidad conyugal es, ante todo, una conversión del alma, una entrega cotidiana iluminada por la Eucaristía, donde «se cultiva un corazón nuevo» (donde se dan cita las almas que se aman) capaz de perseverar en generosidad.

Conclusión

La fidelidad no es una losa moral impuesta, ni un ideal distante; es la respuesta  gozosa a un Don que nos hace parte del Amor irrevocable de Dios.

Para profundizar más sobre la Paternidad Responsable

1. Fundamento doctrinal y bíblico

  • El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que “los cónyuges están llamados… a cooperar generosamente con el plan de Dios, abriéndose con confianza a la paternidad responsable” (2366) y que “los métodos naturales de regulación de la natalidad pueden utilizarse si hay razones graves” (2368).
  • La encíclica Humanae Vitae establece que los esposos, si existen motivos serios —físicos, psicológicos, económicos o sociales— pueden recurrir a los ritmos naturales del cuerpo para espaciar los nacimientos, siempre dentro del respeto total a la verdad del acto conyugal (Humanae Vitae, 16–17).

2. ¿Qué es lícito hacer? — Recursos naturales y discernimiento generoso

  • Los métodos naturales (Fertility Awareness Methods) permiten a los esposos abstenerse de relaciones solo durante el período fértil identificado, sin alterar la naturaleza del acto conyugal.
  • Esta decisión debe estar guiada por el discernimiento de “razones serias”, no por comodidad o cálculo egoísta . La Conferencia Episcopal de EE. UU. resalta que el uso de la paternidad responsable debe profundizar el amor conyugal y la responsabilidad compartida.

3. ¿Por qué no hablar de “planificación familiar”?

  • Aunque el término “planificación familiar” parece neutral, en contextos sociales, políticos e ideológicos, está ligado a la anticoncepción artificial y a políticas contrarias a la vida (promoción del sexo libre, aborto, eugenesia, fecundación «in vitro», ideología de género, esterilización). Usarlo puede confundir y suavizar la exigencia moral natural que es defendida por la Iglesia.
  • Se debe hablar de “paternidad responsable” para subrayar que no todo control de la natalidad es aceptable, solo aquellos medios que respetan la naturaleza integral del acto conyugal.
  • Juan Pablo II, en Familiaris Consortio, advertía que una esposa y un esposo que actúan con mentalidad contraceptiva (eludir el ambarazo) —aunque usen abstinencia natural— pueden desviarse (de hecho se desvían) de la unificación de los fines unitivo y procreativo del matrimonio.

4. Ambientes psicosociales y culturales

  • La Iglesia no exige una fecundidad ilimitada. Reconoce circunstancias reales: salud, finanzas, maternidad responsable, etc. Pero esas decisiones deben tomarse con generosidad, no con miedo o conveniencia.
  • Se contraponen los métodos naturales a la anticoncepción artificial, que rompe el vínculo unitivo-procreativo y degrada la confianza y entrega entre los esposos.

Conclusión

Vivimos el llamado a acoger los hijos como Don, no como proyecto. Cuando la realidad personal por salud, tensión económica o causas serias no es propicia, lo lícito es usar métodos naturales para postergar el embarazo con un corazón dispuesto, siempre dentro de la verdad del amor conyugal como signo del Amor de Cristo.

No hablamos de “planificación familiar” porque ese término, cargado de ideología, puede vaciar el sacramento de su fuerza. Preferimos hablar de paternidad responsable, que actúa desde la generosidad y no desde el cálculo, desde la confianza en Dios y el compromiso mutuo.

La disponibilidad al Don de los hijos sigue viva en el corazón del matrimonio, pero reconocemos que hay momentos de espera. En esos períodos, vivir la castidad con sabiduría –como un pan ofrecido— convierte el afecto conyugal en un sacrificio agradable que se apoya en la gracia eucarística. Así, incluso la negativa temporal se convierte en acto de amor y fidelidad al plan divino.

Existen medios de perseverancia en el matrimonio o ya el Sacramento da la fuerza necesaria? ¿Qué significa que la familia que ora unida permanece unida?

El Sacramento del matrimonio otorga a los esposos la Gracia suficiente para amarse y permanecer unidos hasta la muerte. Pero, esta Gracia necesita ser alimentada. Así como la semilla, por sí misma tiene vida, pero muere si no recibe agua y sol, así también el matrimonio: tiene la fuerza de Cristo, pero debe cultivarse con medios concretos. Estos medios son:

  • La Eucaristía: centro de la vida conyugal, alimento de unidad.
  • La confesión frecuente: permite a los esposos renovar la Gracia y perdonarse mutuamente. 
  • La oración conyugal y familiar: momento en que la familia se pone junta en manos de Dios; fortalece el vínculo y ahuyenta las tentaciones.
  • La lectura de la Palabra de Dios: ilumina las decisiones y sana las heridas.
  • La caridad cotidiana: pequeños gestos de servicio, paciencia, sacrificio silencioso.

Cuando se dice que la «familia que ora unida permanece unida», no es un simple refrán. Es una verdad teológica. La oración familiar hace presente a Cristo en el hogar y convierte el amor humano en un amor redimido. Es la defensa más fuerte contra la división y la rutina.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (1641-1642, 1661, 1666)

El Sacramento del matrimonio confiere a los esposos la Gracia de Cristo, que sostiene su amor y lo fortalece en la uniad indisoluble. Sin embargo la Gracia no actúa de manera automática: requiere de la cooperación libre de los esposos. La oración, la vida sacramental y la caridad cotidiana son los medios concretos para perseverar.

Teología del Cuerpo. San Juan Pablo II

La Gracia del Sacramento no sustituye el esfuerzo humano, sino que lo eleva y lo fecunda. El matrimonio es camino de santidad y, como todo camino, necesita disciplina espiritual: oración conyugal, confesión frecuente, Eucaristía (como mínimo) dominical, dirección espiritual. La familia que ora junta, participa de la «liturgia doméstica» que anticipa la comunión del Cielo.

San Juan Crisóstomo

«Donde está la oración, allí no falta la concordia; donde se invoca el nombre de Cristo, el demonio no se atreve a entrar».

¿Y si el amor se acaba? ¿Qué pecados personales y sociales dañan intrínsecamente la relación del matrimono?

Cuando alguien dice «el amor se acaba», en realidad suele referirse a la pérdida del entusiasmoo de la atracción sensible. Pero el matrimonio no se sostiene sólo en los sentimientos, sino en un pacto de amor irrevocable, sostenido por la gracia sacramental. Amar significa elegir al otro cada día, incluso cuando no se siente igual que al inicio.

Lo que realmente hiere o destruye el amor son los pecados personales (egoísmo, infidelidad, vicios, pornografía, violencia, falta de apertura a la vida) y los  pecados sociales (cultura del descarte -aborto, eutanasia-, relativismo, banalización del vínculo). Estos envenenan lentamente la relación porque contradicen la entrega total y exclusiva que prometieron los esposos.

Sin embargo, la última palabra nunca es la desesperanza. Cristo permanece en medio del matrimonio como roca firme (única roca firme). Incluso si la llama del amor humano se apaga, la gracia sacramental puede ravivarla, como en Caná de Galilea, donde Jesús transformó el agua en vino nuevo. El remedio es volver a la oración, a la confesión, a la Eucaristía, al perdón mutuo y a la paciencia.

Así, el matrimonio cristiano no es un contrato frágil que caduca con el sentimiento, sino un camino de fidelidad que refleja el Amor de Cristo a la Iglesia: un Amor que nunca se agota.

CATECISMO DE  LA IGLESIA CATÓLICA (1648-1651)

El amor conyugal no es sólo un sentimiento pasajero, sino una decisión libre y sostenida por la Gracia. El afecto sensible puede disminuir, pero la voluntad de amar permanece.

CATECISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Cardenal Sarah

En la sociedad actual se confunde el amor con la pasión. Cuando la emación se apaga, se cee que «se acabó el amor», pero en realidad comienza el amor más profundo: el de la entrega fiel, que permanece incluso en la prueba.

Breve descripción de los pecados personales y sociales que dañan el matrimonio

a) Pecados personales:

  • Egoismo y orgullo: centrarse en uno mismo en lugar de vivir en la entrega.
  • Infidelidad y adulterio: traicionan la exclusividad del vínculo.
  • Masturbación, pornografía, prostitución: introducen un tercero virtual o real que rompe la intimidad exclusiva.
  • Violencia verbal, física o psicológica: contradice radicalmente el amor conyugal.
  • Negarse injustamente a la apertura a la vida: rechazar los hijos es negar uno de los bienes esenciales del matrimonio.
  • Descuido espiritual: abandonar la oración, la misa o los sacramentos. Esto seca la raiz del amor.

b) Pecados sociales:

  • Cultura del descarte: el desprecio del valor individual y social de la vida, ver el matrimonio como contrato revocable cuando ya «no funciona».
  • Pornografía normalizada: destruye la visión pura del otro.
  • Ideología de género y relativismo: atacan la complementariedad varón-mujer y diluye la sociedad al eliminar la Verdad porque cada uno tiene «su verdad».
  • Mentalidad anticonceptiva: considera los hijos como una carga, no como un Don. Está unido a la cultura del descarte: si no lo quiero pero ya lo tengo, lo desecho.
  • Divorcio exprés y cohabitación: banalizan la alianza y socaban la fidelidad.

ESPERANZA ANTE LA CRISIS:

Incluso en los momentos de mayor dificultad o frialdad, el matrimonio sigue siendo un signo eficaz del amor de Cristo. Él puede resucitar lo que parece muerto. Cristo mismo permanece con los esposos. No están solos.

Profundiza: Matrimonios dan testimonio.

LA FAMILIA JUNTA HASTA EL CIELO
SE PUEDE RESCATAR UN MATRIMONIO EN CRISIS
CAMINO DISTINTOS SE ENCUENTRAN. PROMESA DE CASTIDAD

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