XIV Carta-Circular del Consiliario Nacional: Febrero 2018

“A Dios escondido, venid, adoremos, oculto en los signos (velos) de este Sacramento”. 

Queridos hermanos y hermanas adoradores (as) de Jesús Sacramentado en la ARPU:

Con este saludo, invitación y canto (tradicional de siglos) para expresar la fe y honrar y adorar a N. S. Jesucristo en el Santísimo Sacramento, os escribo esta Carta de febrero en un día tan significativo y lleno de recuerdos de que “volví a nacer”. Fue hace tantos años (2 febrero 1999), como ya informaba el año pasado. Agradezco siempre el haberme salvado la vida en un tremendo accidente de tráfico. Por eso “aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.

Como temas de reflexión, meditación y oración y para transmitir nuestro espíritu, normas y carisma, los dos siguientes:

1.- Santificar la vida ordinaria a la luz de la Vida oculta del Señor y de la Eucaristía. 

Concluido el breve y gozoso ciclo de la Navidad del Señor con la fiesta de su Bautismo, en la liturgia de la Iglesia se comenzaba el “Tiempo Ordinario”. En esta primera fase que llega este año hasta el día 14 de febrero, comienzo de la Cuaresma.

Contemplar con frecuencia, no sólo en la fiesta de la Sagrada Familia o en el tiempo de Navidad, el misterio oculto del Dios-Hombre en su vida corriente de 30 años en Nazaret puede resultarnos muy provechoso y hasta necesario; son los treinta años también de magisterio de Jesús y de redención de los hombres; es en Nazaret su vida “oculta”, de trabajo, oración, familia, convivencia social, silencio…la que también hemos de imitar y vivir como individuos y como familias, también como adoradores (en la ARPU) del “Dios escondido” en los Sagrarios de la Tierra. Hemos de hacerlo con el corazón, la fe y el amor… de María y San José.

La profecía de Isaías sobre el “Dios escondido”[1] se cumplió en la vida oculta-corriente de Jesús en Nazaret pero, sobre todo, donde le encontramos más “oculto” es en los Sagrarios; además para nosotros son “Betania” para tratar de amistad con Él, de sus cosas… y de las nuestras, las de cada día….

Será en la celebración eucarística donde llevaremos la vida entera para ponerla “en la patena de nuestra oblación”, para que el Señor acepte nuestra vida de cada día. Es lo que decimos y pedimos en nuestra Misa:

“Orad, hermanos, para que trayendo -llevando- al altar los gozos y fatigas de cada día, nos dispongamos ofrecer el sacrificio agradable a Dios Padre todopoderoso”.

Es la gota de agua que ponemos en el cáliz en el momento de la “presentación de los dones”; es presentar las ofrendas que representan nuestra vida entera, la de la Iglesia y la de la Humanidad: toda nuestra vida y actividad y la de todos los hombres del mundo unida al vino que luego será la sangre, el sacrificio redentor del Señor. La fórmula que acompaña el rito de mezclar el agua (unas gotas) con el vino lo expresa con profundidad:

“Por el misterio de este agua y vino, haznos partícipes de la divinidad de Aquel que se dignó participar de nuestra humanidad”. Es el “admirable intercambio” del que habla la liturgia del tiempo de Navidad, es el contenido que tienen esas gotas de agua unidas al vino. Esa capacidad de comunión de vida y amor con Dios que nos ha dado el Bautismo y que la Eucaristía comunica, actualiza y alimenta.

¡Qué maravilla, Dios mío, es participar en la santa Misa! y así prolongar y preparar esa participación y comunión en la adoración eucarística.

¡Qué distinta es la celebración eucarística y la misma adoración a Jesucristo fuera o después de la Misa cuando se le lleva la vida entera, “sufrimientos y alegrías” de hoy, el trabajo de cada día al Altar, al Sagrario…No cabe el desinterés, ni la rutina, ni la pereza, ni el desamor., ni aburrimiento. Nos implica del todo en alma y cuerpo con todo nuestra existir, obrar y vivir. Ahí nos espera el Señor.

Lo podemos ver también en su ejercicio del ministerio y vida pública. Jesús llama en el trabajo que estaban realizando los interesados. Pedro, Andrés, Santiago y Juan son llamados mientras estaban pescando. Mateo mientras recauda impuestos. La llamada de Jesús, pues, llega mientras desempeñan su trabajo ordinario. Es el ámbito de santificación y apostolado propios de los cristianos de cualquier nivel social, bajo, medio o alto.

En el trabajo de cada día…nos espera el Señor. Las palabras de San Josemaría Escrivá son muy reveladoras de lo que yo también quiero deciros:

“Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir (…). No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca. Por eso puedo deciros que necesita nuestra época devolver a la materia y a las situaciones que parecen más vulgares- su noble y original sentido, ponerlas al servicio del Reino de Dios, espiritualizarlas, haciendo de ellas medio y ocasión de nuestro encuentro continuo con Jesucristo” (Conversaciones, n.114).

Nuestros Estatutos (cfr. Art. 5º) nos hablan de ofrecernos así.

“(…) Al permanecer los adoradores junto al Señor Sacramentado, oren en favor de sí mismos y de todos los hombres para la salvación del mundo, rueguen por la paz y la unidad de la Iglesia, procuren identificarse cada vez más profundamente con estos sentimientos e intenciones de Jesucristo ofreciéndose con Él” (cf. Eucharisticum Mysterium, nn.3 y 50).

Para más formación y mejor participación en los ritos de la Misa está la “catequesis mistagógica” que presento en la figura 114 del libro Figuras y textos eucarísticos (pp.571-583).

2.- Breve biografía de DOÑA JUANA CAROU RODRÍGUEZ (1874-1933), Fundadora principal de la ARPU (2ª entrega)[2].

 

 Como concluía la primera entrega de esta breve biografía diciendo que “Compuso muchas poesías que son expresión y exponente del sentir de su alma al respecto”. En alguna ocasión se adjuntará, D.m., alguna de ellas.

Nadie como ella -acaso- ha sentido las hieles de esta realidad: Jesús hambriento de nuestro amor, se ha quedado en medio de nosotros en el fondo de nuestros Sagrarios. Nadie tampoco, como ella, ha sentido la angustia de verse tan solitario en medio de nosotros.

Toda su vida ha girado alrededor de esto, y todos sus esfuerzos a esto se encaminaron: a llevar almas a Jesús; a rodear de almas amantes sus Sagrarios; a que viva Él con nosotros, ya que entre nosotros se quedó y entre nosotros mora. No es entraño que Él la eligiera para fundar la obra de la ADORACION REAL, PERPETUA y UNIVERSAL al SANTÍSIMO SACRAMENTO.

Fue en el año 1906 cuando el Señor le manifestó como en barruntos “el deseo de ser adorado por todos los hombres, todos los días y a todas las horas en el Santísimo Sacramento”, instándole a que fundara y propagara la Obra de la Adoración mostrándole, según relata ella misma, el sitio especial del Cielo reservado a los que la ayudaran y a todos los adoradores.

El 10 de agosto de 1915 quedó viuda y tan pobre en recursos económicos que se vio obligada, con el auxilio de la Divina Providencia (que acudió solícita en momentos de extrema pobreza), a prepararse con 1os estudios de magisterio en donde obtuvo el título de Maestra, ingresando poco después, previas brillantísimas oposiciones, en el Magisterio Nacional del que fue y será legítima gloria. Fue maestra en Cartagena; andaba en 1a lucha desde el año 1919 hasta que fue trasladada a San Bartolomé de la Torre, también en Huelva, en Septiembre de 1921. (Yo me la imagino más fácilmente habiendo estado en esa población en el Congreso de la ARPU del año, si mal no recuerdo, 2002).

De su matrimonio tuvo dos hijos, uno falleció a los pocos meses de edad y luego, de viuda, fue grande su trabajo para mantener a su otro hijo y ayudar a sus padres.

El 5 de abril de 1924 el Granito de Arena, órgano de las “Marías de los Sagrarios”, la puso en contacto con D. José Llés, Arcipreste de Aget, surgiendo la Obra de la Adoración que tanta gloria debía dar al Señor. Trabajó infatigablemente por esta Obra, viajando a Madrid en donde tuvo varios contactos y entrevistas y en donde ganó para la Causa personalidades eclesiásticas, tales como al P. Rubio (San José María Rubio), al auditor de La Rota y asesor de la Nunciatura, D. José Solé, preconizado obispo de Víc, muriendo antes de ser consagrado.

Como fundadora principal dio comienzo “oficial” la fecha del día 8 de agosto de 1927 al crearse el primer centro de adoradores de Jesús (en la ARPU) en Cercedilla- Madrid).

Nos toca ahora a nosotros seguir convocando a la gente –normalmente uno por uno- para nuestros apostolados eucarísticos.

Con estos deseos y urgencias de santidad y apostolado eucarístico va mi despedida por este mes, en unión de fe y amor a Jesús Sacramentado, aunque estemos separados seguimos unidos si lo estamos con la Cabeza que es Cristo, Señor nuestro y en nuestra Madre Inmaculada.

Burgos, 2 de febrero de 2018, festividad de la Presentación del Señor

Fdo.: José Luis Esteban Vallejo. – Consiliario Nacional de la ARPU 

 

[1]                “Deus absconditus”: “Dios oculto”, es una cita de Is. 45,15.

[2]           [2] Cf.  José Luis Esteban Vallejo, Figuras y textos eucarísticos, Figura n. 67: DOÑA JUANA CAROU (1874-1933), Fundadora principal de la ARPU, y los Cofundadores, pp. 314-322.

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