XXVIII Carta-Circular de Consiliario Nacional – Junio 2019.

ANTE EL CORPUS CHRISTI
Aleluya. ‘Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que es el Pan de la Vida y está vivo en el Sacramento. Aleluya”.
La Fiesta mayor y la Procesión más importante cada año, la de la Eucaristía

 

Queridos hermanos y hermanas adoradores (as) de Jesús Sacramentado en la ARPU:
Esta Carta es una segunda parte y complemento de la enviada el año pasado en la misma circunstancia de la celebración del Corpus Christi. (cf. Carta-Circular del Consiliario Nacional n. XVIII, junio 2018). Y por ello pongo el mismo título, aunque el nombre completo ahora es el de “solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo”.
Efectivamente, os decía el año pasado “significa y ha de significar mucho esta Fiesta y Procesión, la más importante de todo el año. Todo el año de alguna manera esperando tal evento en la vida de la Iglesia, de nuestras Diócesis, de las parroquias, de los movimientos y asociaciones, de los fieles cristianos”.
Celebremos dicha solemnidad con todos ellos y nosotros con mayor motivo por pertenecer a una asociación eucarística como la nuestra (ARPU). En el Memento o Memorare de este mes señalo lo que dicen nuestros Estatutos al respecto. Ahora, pues, como complemento de aquella Carta del año pasado, sigo proponiéndoos mis reflexiones.
1ª.- Ciertamente la dichosa, gozosa y solemne celebración “es una gracia de Dios” (Encíclica La Iglesia vive de la Eucaristía, n. 10)”. Constituye, por tanto, para los participantes una experiencia de fe de alta calidad e intensidad. La comunidad congregada que en este día peregrina con Cristo, Viático y compañero de nuestro camino, es imagen privilegiada de una Iglesia que en tiempos difíciles para ella, se siente comunidad de fe a pesar de todos los pesares y camina en su búsqueda. Ante toda la sociedad no deja de ser un testimonio de la perenne actualidad de Jesús y de la vigencia de su Evangelio en nuestro mundo.
Recuerdo que me impresionó el año pasado (3 de junio de 2018) una procesión del Corpus Christi por las aceras de Manhattan en Nueva Yor. No había sitio en las avenidas de la gran ciudad para el Creador del Universo, Sacramentado por amor y bien de los hombres; le reducían a ir por las aceras sin hacer mucho ruido pero por parte de los católicos sí llevado con dignidad, bajo umbela, dando testimonio los fieles con sus vestidos de fiesta, sus incensarios, sus genuflexiones, su devoción al recibir la bendición de rodillas en los altarcitos de algún soportal que se prestó para ello y prepararon con esmero.
2ª.- Quienes queremos ser constructores de un mundo nuevo (de paz, de reconciliación, de sentido profundo de la vida…), manifestamos que en el Dios Eucaristía está la fuente inagotable de renovación de nuestro mundo según el proyecto de Dios; que ese mundo nuevo que anhelamos es antes un regalo de Dios que fruto de nuestro esfuerzo. De todos modos hemos de vivir la Eucaristía -todos los días-, especialmente al ritmo semanal, cada domingo y festivo en todos los aspectos; también los que se refieren a los aspectos sociales que evidentemente san Juan Pablo II ha puesto de manifiesto al enseñar: “se trata de un impulso para un compromiso activo en la edificación de una sociedad más equitativa y fraterna” (Mane nobiscum, Domine, n. 28.). Cabe en este sentido perfectamente el que sea el Corpus Christi el Día de la Caritas Nacional; así es como Jesús explica de modo inequívoco el sentido de la Eucaristía porque al decir del Gran Papa, Juan Pablo II, en la citada Carta Apostólica para celebrar el Año de la Eucaristía, n. 28: “no es lícita una celebración eucarística en la cual no brille la caridad, corroborada al compartir efectivamente los bienes con los más pobres (cf. 1 Cor 11, 17-22. 27-34)”.
3ª.- Es preciso que la experiencia sea entusiasta y entusiasmarte cada año en la Fiesta y Procesión más importante porque no se trata de acompañar una imagen de Cristo sino al Dios vivo, Resucitado, dentro de nosotros por la Comunión, y caminando con nosotros en la procesión; es preciso que lejos de languidecer se intensifique con el paso de los años, a partir de cada año que para nosotros es eminentemente eucarístico. Es necesario que los rostros jóvenes sean cada vez más numerosos.
¡Qué cosas tan importantes, urgentes, apasionantes el Papa Francisco  propone a los jóvenes -a todos nosotros también- en su Exhortación Apostólica Christus vivit (Cristo está vivo)! Pues el ser “jóvenes comprometidos” (n. 168), “misioneros valientes” (n. 176), y “jóvenes con raíces” (cap. 6º), etc. “todo ello desde la Fuente viva de la Eucaristía, en la cual nuestro pan y nuestro vino se transfiguran para darnos Vida eterna” (n. 173). En sentido católico se entiende que el “transfiguran” equivale a decir que el pan y vino “se convierten” en el Cuerpo y Sangre, ahora de Cristo glorioso.
Ésta es también su “marcha”. Es bueno que quienes tengamos fuerzas -desde los niños hasta los más ancianos- nos animemos a hacer este recorrido sagrado; muy saludable para el espíritu y para el cuerpo; quienes no pudieran hacerlo, al menos desde las aceras; y, en todo caso, los enfermos e impedidos desde sus casas y hospitales donde llegará la eficacia de la salida de Jesús Sacramentado por las calles de los pueblos y ciudades. Es necesario que cada una de nuestras familias cristianas, parroquias, movimientos y asociaciones, -especialmente las eucarísticas- sean lugares de motivación y convocatoria para este gran Encuentro Eucarístico; los Obispados y Arzobispados, los Cabildos, el Clero parroquial y regular, los fieles en general hemos de preparar cuidadosa y abnegadamente este acontecimiento espiritual, eclesial y social.

 

 

 

 

¡Todo es poco para el Señor!
4.- Sentiremos la alegría de realizar la marcha (=la Procesión) con Quien ha venido a estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (cf. Mt. 28,20). No faltará a la cita litúrgica la Madre Inmaculada, Madre del Santísimo Sacramento, como la llamamos e invocamos también en la ARPU; Ella primera “Custodia viviente” del Dios encarnado, al decir del himno litúrgico: “Llevaba a Dios en su seno como una pre-Eucaristía,
¡ay! qué Procesión del Corpus la que se inició aquel día”.
Tenemos motivos sobrados para dar una respuesta masiva, entusiasta y generosa al Dios que nos espera oculto en los signos del Sacramento.
La celebración del Corpus Christi es una ocasión especial -de oro- de hacer apostolado eucarístico, de pedir también y buscar nuevos adoradores para el Señor. Son un don a pedir, son un tesoro a buscar.
Y en su fe y amor vivamos todo el año. Hagamos realidad nuestras jaculatoria en la ARPU: ¡Viva Jesús Sacramentado!

 

 

 

 

¡Adoremos por siempre al Santísimo Sacramento!
Con estos deseos os recuerda, saluda y encomienda en Jesús Sacramentado.
Burgos, 1 de junio de 2019, 67º. Aniversario de mi Primera Comunión.
Fdo.: José Luis Esteban Vallejo. – Consiliario Nacional de la ARPU

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