XXXVI Carta-Circular del Consiliario Nacional: Marzo 2020
LOS ANGELES EN LA VIDA DEL SEÑOR, DE SU IGLESIA, DEL CRISTIANO, Y EN LA ARPU (VI)
“Ángeles del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos” (Dn3, 59).
Queridos adoradores (as) de Jesús Sacramentado en la ARPU
Os saludo de nuevo, al comienzo de este mes de marzo, metidos ya de lleno en el santo tiempo, “fuerte”, intenso de la Iglesia, el de la Cuaresma, tiempo de preparación para la Santa Pascua de Nuestro Señor Jesucristo, Quien es nuestra pascua y en Quien hemos de insertar nuestra vida y nuestra muerte: “nuestro quehacer de cada día profesional, apostólico, eucarístico…”. Os lo decía también el mes pasado. Veamos cómo nos ayuda la consideración de La presencia de los ángeles en la vida pública del Señor en cuanto que Jesús habla -frecuentemente- por no decir que continuamente de ellos; por citar algunos textos y lugares veamos sus enseñanzas en cuatro apartados procurando -como siempre- sacar aplicaciones prácticas para nuestra vida. Os señalaré por lo menos una decena.
1.- La presencia de los ángeles en la vida pública del Señor y en la nuestra.
a).- Hay Ángeles que suben y bajan sobre el Hijo del Hombre y sobre nosotros:
“Cielos abiertos veréis
Y ángeles que están subiendo
Y bajando sobre el que es
Hijo del Hombre viniendo” (Jn 1,51)[1]
b).- Los Ángeles de los niños -los nuestros– están viendo siempre el rostro de nuestro Padre celestial en los Cielos (cf. Mt 18,10).
Y son los que al mismo tiempo nos guardan a los hombres (a los pequeños) de tantos escándalos como hay en el mundo: Son nuestros Ángeles de la Guarda (cf. Mt 18,10).
2.- Los ángeles se alegran de nuestra conversión (cf. Lc 15,10)
Lo dice Jesús después de haber puesto las tres parábolas de la misericordia: la del “hijo pródigo” o del “Padre bueno” -Dios Padre- que se alegra, la de la “oveja perdida” que Jesús busca y la encuentra y carga sobre sus hombros, y la de la “moneda perdida” y encontrada por una mujer (cf. Lc 15).
Ese hijo pródigo, esa oveja perdida y encontrada, esa moneda perdida y encontrada somos cada uno de nosotros, llamados a ser encontrados, reconciliados, abrazados, amados, salvados para que haya alegría en el Cielo, para que los Ángeles de Dios se alegren “por un solo pecador que se convierta” (Lc 15, 10).
¿Quién puede ser el padre? Evidentemente es Dios Padre; ¿quién puede ser el pastor?, está claro y evidente que es el mismo Jesús que se llama a sí mismo “Buen Pastor” (cf. Lc 10) y ¿quién será la “mujer” que a Dios enamoró y busca las monedas, a los hijos perdidos?, la Iglesia, nuestra Madre (Gal 4,26) y, dentro de ella está como Madre de la Iglesia que lo es “en el orden de la gracia”, la Virgen María.
Todo el Cielo se pone contento cuando volvemos a Dios por el arrepentimiento, por el perdón de los pecados, por medio del Sacramento de la Reconciliación, con el banquete de su infinito amor en la Sagrada Comunión y en la adoración eucarística ante Jesús Sacramentado.
“Dejaos reconciliar con Dios”, nos lo pide el Señor desde el comienzo de la Cuaresma con particular insistencia: ¿nos dejamos abrazar, nos dejamos perdonar y amar? ¿Pensamos esto en cada Comunión sacramental?, ¿en cada adoración eucarística ante los Sagrarios? ¿En cada confesión sacramental que también ha de ser frecuente? ¿Queremos dar alegrías a Dios en el Cielo y sembrar nuestra tierra de paz?
O ¿me considero “tan justo” que no necesito convertirme en nada?
No olvidemos que Jesús ha venido no por o para los “justos” sino por y para los “pecadores” que somos todos (cf. Mc 2,17, Lc 19,10).
“A quien poco se le perdona -es que- poco ama” (cf. Lc 7, 47). Es cuestión de amor.
3.- Seremos “como Ángeles” en el cielo: en la resurrección de los muertos.
Esta enseñanza del Señor está en el Evangelio de San Lucas (20, 27-38). Fue con motivo de la trampa que pusieron al Señor los saduceos (que niegan la resurrección). Es en el episodio pintoresco de aquella mujer que tuvieron siete hermanos casados sucesivamente. Jesús que busca su trato para sacarlos del error, les dice: “Estáis muy equivocados”, y aprovecha la ocasión para enseñarnos que seremos “como ángeles”. No dice que seremos “ángeles”; por tanto, seguiremos siendo personas con alma y cuerpo, pero sí “como” ángeles y después de la resurrección de los muertos con alma y cuerpo gloriosos (cf. profesión de este artículo en el Credo de nuestra fe). Seremos “como ángeles”. ¿Por qué? Porque nuestros cuerpos ya glorificados, sin las necesidades materiales de este mundo, tendrán las “dotes” o condiciones de cuerpos gloriosos de las que habla San Pablo: sutilidad, ligereza, luminosidad, incorrupción… (cf. 1ª. Cor 15), cualidades espirituales, aun siendo cuerpos.
Son las cualidades que tiene ya nuestro Señor Jesucristo glorioso y nuestra Inmaculada Madre, asunta a la Gloria en cuerpo y alma. Sucederá en el otro mundo o vida eterna, después de la resurrección universal y final de la carne, pero debemos anticipar de alguna manera esas condiciones. Luego veremos cómo.
4.- Los ángeles en el día de nuestro juicio, testigos del bien o del mal que hayamos hecho en esta vida.
“Quien se avergüence de mí y de mis palabras, en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles” (Mc 8, 34).
Nos emplaza el Señor no sólo a no avergonzarnos sino a dar la cara por Él. A ello exhortaba San Pablo a su discípulo Timoteo: “No te avergüences jamás del testimonio de nuestro Señor Jesucristo y de mí, su prisionero… (2 Tm 1,7)”. Lo nuestro -como adoradores de Jesús Sacramentado- es hablar de Él en el “admirable Sacramento” y a mucha honra “aprovechando todas las ocasiones”.
Sucederá ya en el juicio particular inmediatamente después de la muerte y, por supuesto, en el juicio final o universal en el último día. Es de fe que tendremos o seremos objeto de estos dos juicios y, según el texto bíblico, los Ángeles acompañarán al Señor para ser sus- nuestros- testigos.
Nuestra alma, una vez separada del cuerpo en la muerte, es el “yo” que “subsiste” dotado de “conciencia y voluntad”[2]. Verá la verdad de sus propios actos (lo que ha hecho bien o mal).
¿Qué sentiremos entonces? ¿Qué verán y sentirán nuestros ángeles?
Que este pensamiento de la muerte y del juicio no sólo despierte el santo temor de Dios para no ofenderle sino para hacer más el bien y el apostolado eucarístico -que es lo nuestro- y para vivir también la esperanza en Cristo que vendrá para ser juez misericordioso “a los que esperan para su salvación” (Heb 9,28), a quienes le hemos tratado, adorado y dado a conocer tantas veces y a tantos en el Santísimo Sacramento.
Que aprovechemos así todo este tiempo de esta breve vida para acercar a muchos hombres a su único Salvador presente realmente en la Eucaristía. Por todo ello os señalo las siguientes
5.- Aplicaciones prácticas:
Pueden estar relacionadas con las virtudes de la sobriedad y moderación o mesura, de la pureza o castidad, de generosidad y caridad, del aprovechamiento del tiempo y hacer méritos para la eternidad y ver los acontecimientos a su luz, del gozo y esperanza ardiente en la espera de su Reino.
Pueden ser las que saca el Apóstol San Pablo:
1ª.- “Digo esto, hermanos, que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuviera”;
2ª.- “Los que lloran como si no lloraran”;
3ª.- “Los que están alegres como si no lo estuvieran”.
4ª.- “Los que compran como si no poseyeran”;
5ª.- “Los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina”.
6ª.- “Quiero que os ahorréis preocupaciones”.
Hasta aquí son palabras y aplicaciones que ha hecho San Pablo.
Comentando estas palabras del Apóstol, San Agustín enseña:
“El que se ve libre de preocupaciones espera seguro la venida de su Señor. En esto, ¿qué clase de amor a Cristo es el de aquel que teme su venida? ¿No nos da vergüenza, hermanos? Lo amamos y, sin embargo, tememos su venida”.
“¿De verdad lo amamos? ¿No será más bien que amamos nuestros pecados? Odiemos el pecado y amemos al que ha de venir a castigar el pecado. El vendrá, lo queramos o no; el hecho de que no venga ahora no significa que no haya de venir más tarde. Vendrá, y no sabemos cuándo; pero, si nos halla preparados, en nada nos perjudica esta ignorancia”.
6.- Otras posibles y concretas aplicaciones prácticas:
1ª.- Considerar ¡qué valor y dignidad tienen nuestros cuerpos, sobre todo, si son de los cristianos!, son templos consagrados o ungidos varias veces, y desde el bautismo: Bautismo, Confirmación, Eucaristía-Comunión, Orden Sacerdotal, Unción de Enfermos.
2.- Meditar y conocer La doctrina de Cristo con relación a nuestros cuerpos, comprados con su sangre (cf. 1P1, 17-19); Él que lo tomó purísimo de la Virgen para clavarlo por nuestro amor en la cruz- y para glorificarlo después; fue pasando -voluntariamente- por la muerte, para poder vencer la misma muerte metiéndose en ella; Él voluntariamente, digo, después de estar clavado en la cruz, nosotros por necesidad hemos de pasar.
3.- Con Cristo, nuestra Pascua, también nuestra muerte será un paso. “La muerte se pasa” (J. L. Martín Descalzo). La muerte con Cristo es vencida en un engaño divino (cf. Santos Padres: Jesús al encarnarse, al asumir nuestra naturaleza mortal asumió la muerte, puso cebo a la misma muerte, y cuando murió, le quitó ya el aguijón…).
4.- Tuvo lugar en el momento supremo de dar su vida por nosotros en el calvario; pero anticipó sacramentalmente su sacrificio por nosotros en el Cenáculo: “Mi cuerpo entregado -ofrecido en sacrificio- por vosotros, mi sangre derramada por vosotros y por muchos”.
5.- Ahora el Cuerpo de Cristo está glorioso (Glorioso todo el Señor) Y es el que recibimos (a Quien) recibimos en la Comunión. Ante el Cuerpo de Cristo Glorificado decimos “amén = así es» (que se oiga) son la imagen y la semilla que se depositan en nuestro cuerpo y darán su fruto y eficacia en la futura resurrección que Jesús y María ya gozan.
6.- “Si supieran todos los mortales la eterna gloria que en sí se encierra, tan solo por visitarte ¡ay! cruzarían toda la tierra”. Así canta nuestra Fundadora Doña Juana Carou Rodríguez en nuestro himno de la ARPU.
7.- Nos vamos a parecer a los ángeles, merezcamos parecernos ya ¿Cómo? por la virtud de la castidad todos y algunos anticipando la condición futura por el celibato apostólico y la virginidad. Esa condición futura que tendrá toda la Iglesia y que algunos anticipamos ya. La pureza o castidad como virtud es para todos, cada uno en su estado de vida o condición vocacional.
8.- Los mismos matrimonios han de vivir en la etapa provisional o temporal de este mundo “como si no se casaran, como si no compraran, como si no poseyeran porque la representación de este mundo se termina”. La etapa definitiva es cuando no se casan sino que “serán como ángeles”.
9.- Por algo está anunciada o profetizada la Eucaristía (Jesús Sacramentado) como Comunión: “es un trigo que desarrolla jóvenes… y un vino que engendra y desarrolla vírgenes” (Malaquías, 9, 1,10, 2).
Es uno de los profetas con más profecías cumplidas sobre Cristo:
“Aquel día”, aquel día… (Son los días del Mesías):
– “Stilabunt montes dulcedinem et colles fluent lac et mel: Los montes destilarán dulzura y las colinas leche y miel”. (Se canta en Adviento).
– El juicio final (en el Valle de Josafat. Ml 4,1-3,9-21).
– La entrada de Jesús en Jerusalén en un pollino, hijo de borrica…”Alégrate, Hija de Sión, canta, hija de Jerusalén, mira a tu Rey que viene a ti manso y humilde…”.
– Sobre la Eucaristía tiene varias. Ésta que he referido antes dice así: “Aquel día el Señor los salvará y su pueblo será como un rebaño en su tierra, como piedras agrupadas en una diadema. ¿Cuál es su riqueza?, ¿cuál es su belleza? Un trigo que desarrolla a los jóvenes, un vino que desarrolla a las vírgenes”.
– El precio de la muerte de Cristo. «Ellos pesaron mi salario: treinta dineros. El Señor me dijo: échalo en el tesoro del templo: es el precio en que me aprecian”.
“Me mirarán a Mí a quien atravesaron, harán llanto como llanto por el hijo único, y llorarán como se llora al primogénito…” (Se cumplió en el Viernes Santo).
– “Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas”, “todos le abandonaron…”. (Cumplida en la noche de la Pasión del Señor). Sólo el joven Juan, el discípulo virgen, permaneció fiel al Señor Virgen, quien le dio como Madre a la Virgen.
10.- Ahora todos por la vida pura, santa…y la Eucaristía.
Pregunta el Catecismo: ¿por qué hemos de respetar nuestros cuerpos y el de los demás? R/ “Porque somos templos del E. Santo y estamos destinados a resucitar”. Así de denso y sabio es el Catecismo, la doctrina católica.
La Eucaristía en forma de Comunión y de Presencia pone ese germen de resurrección. Ya San Ignacio de Antioquía (+ a. 107) lo enseñaba y, sobre todo, Cristo (cf. Jn 6). Poco después, también en el siglo II, San Ireneo lo enseña claramente: los cuerpos de los que han recibido bien dispuestos la sagrada Eucaristía “ya no son corruptibles, pues tienen la semilla y esperanza de la resurrección”[3]. Dejan de ser corruptibles para siempre.
Recibamos, pues, la Sagrada comunión “bien dispuestos” y para ello adorémosla con esta fe viva y propia de los cristianos verdaderos. Por eso, cada cristiano puede decir con verdad: “Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro” (Credo Niceno-Constantinopolitano).
Es cuando se cumplirá del todo la palabra del Señor: “seréis como ángeles”.
11.- Como palabras finales de la Carta os hago -como de costumbre- algunas recomendaciones:
1ª.- «En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5,20)
Por estas fechas cada año os recomiendo -y a veces he comentado- el Mensaje del Papa Francisco para esta Cuaresma 2020. Lo ha titulado así: «En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5, 20).
No tiene desperdicio para vivir bien este santo tiempo y prepararnos adecuadamente a celebrar el Misterio Pascual. Él lo ha desarrollado en cuatro puntos. (cf. www.vatican.va)
2ª.- Que leáis también los demás documentos mensuales, nuestra Página web www.arpu.es, Noticiero, Memorare, etc.
3ª.- En este mes cuidad de ir preparando las respuestas al Cuestionario que se os enviará. Será una manera de acertar en la preparación del próximo Encuentro-Asamblea Nacional de la ARPU que este año nos corresponde.
Para concluir estas reflexiones con tanta formación e información pongo un cántico bien sabroso al recibir o al comulgar el “Pan de los Ángeles”, el Pan del Cielo:
“Éste es el Pan de los hijos, preparado con amor.
Éste es el Pan compartido en la misma Comunión”.
“¡Dichosos los invitados a la Mesa que alegra el corazón!
¡Dichosos los invitados a la Cena del Señor!”
“Éste es el Pan de los fuertes que del Cielo descendió.
Éste es el Vino de la fiesta que enardece el corazón”.
Así ¡Buena y Santa Cuaresma para los de la ARPU! y, por su -nuestra- mediación para otros muchos más. De que tú y yo la vivamos bien depende que otros también la vivan y caminen hacia la Pascua del Señor.
Burgos, 1 de marzo, domingo primero de Cuaresma, en otros tiempos, día del Santo Ángel de la Guarda.
Fdo.: José Luis Esteban Vallejo. – Consiliario Nacional de la ARPU
[1] José Pérez Ubierna, Poemas sobre Jesús, Burgos 2015, p.13
[2] Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre algunas cuestiones referentes a la escatología (17-V1979)
[3] (cf. San Ireneo, Tratado de las herejías, libro 4,18,5).