ADORACIÓN REAL, PERPETUA  Y UNIVERSAL AL SANTíSIMO SACRAMENTO (ARPU)

 

Mes de noviembre 2021 

LI Carta-Circular del Consiliario Nacional de la ARPU: sobre la Iglesia Católica en Sínodo, sobre la sinodalidad (=caminado todos juntos) en la Comunión, Participación y en la Misión) (2021-2023). 

Queridos adoradores (as) de Jesús Sacramentado en la ARPU: 

“Congregados en la casa de Dios, adoremos a Jesucristo, Señor nuestro, Esposo de la Iglesia, real, verdadera y substancialmente presente y vivo en la Eucaristía”. 

 

Comunión, Participación y en la Misión:  Son las tres palabras (=realidades) “claves”  para entender, participar y vivir todos los miembros de la Iglesia en el misterio que os represento en el icono de la Trinidad; cada uno desde su puesto y condición de miembro consciente, vivo y activo en ella. Nosotros también, al estar en Sínodo, en nuestra condición de adoradores de Jesús Sacramentado en la ARPU.

El Papa Francisco lo inauguraba el domingo 10 de octubre con la celebración de la Santa Misa en la Basílica de San Pedro en el Vaticano y al domingo siguiente, 17 de octubre, cada obispo de la Iglesia en su respectiva diócesis y catedral.

1.- De la homilía en la Santa Misa de apertura del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad. Comenzaba así:

“Una persona, un hombre rico, corrió hacia Jesús mientras Él «iba de camino» (Mc 10,17). Muchas veces los Evangelios nos presentan a Jesús “en camino”, acompañando al hombre en su marcha y escuchando las preguntas que pueblan e inquietan su corazón (…). Y hoy, al dar inicio al itinerario sinodal, todos —el Papa, los obispos, los sacerdotes, las religiosas y los religiosos, las hermanas y los hermanos laicos— comenzamos preguntándonos: nosotros, comunidad cristiana, ¿encarnamos el estilo de Dios, que camina en la historia y comparte las vicisitudes de la humanidad? ¿Estamos dispuestos a la aventura del camino o, temerosos ante lo incierto, preferimos refugiarnos en las excusas del “no hace falta” o del “siempre se ha hecho así”?

“Hacer sínodo (explicaba el Papa) significa caminar juntos en la misma dirección. Miremos a Jesús, que en primer lugar encontró en el camino al hombre rico, después escuchó sus preguntas y finalmente lo ayudó a discernir qué tenía que hacer para heredar la vida eterna. Encontrar, escuchar, discernir: tres verbos del Sínodo en los que quisiera detenerme”.

Así lo hace y explica el Papa (cf. homilía completa en WWW.vatican.va).

Y de cada verbo y acción va sacando alguna interesante aplicación práctica:

“También nosotros, que comenzamos este camino, estamos llamados a ser expertos en el arte del encuentro. No en organizar eventos o en hacer una reflexión teórica de los problemas, sino, ante todo, en tomarnos tiempo para estar con el Señor y favorecer el encuentro entre nosotros. Un tiempo para dar espacio a la oración, a la adoración, esta oración que tanto descuidamos: adorar, dar espacio a la adoración, a lo que el Espíritu quiere decir a la Iglesia; para enfocarnos en el rostro y la palabra del otro, encontrarnos cara a cara, dejarnos alcanzar por las preguntas de las hermanas y los hermanos, ayudarnos para que la diversidad de los carismas, vocaciones y ministerios nos enriquezca. Todo encuentro —lo sabemos— requiere apertura, valentía, disponibilidad para dejarse interpelar por el rostro y la historia del otro”.

Lo mismo hace con el  “Segundo verbo: escuchar.

“Un verdadero encuentro sólo nace de la escucha. Jesús, en efecto, se puso a escuchar la pregunta de aquel hombre y su inquietud religiosa y existencial (…).

Para explicar un poco esto del “encuentro” del que habla el Papa Francisco inserto un texto. En el Catecismo de la Iglesia Católica leemos: “En la liturgia de la Nueva Alianza, toda acción litúrgica, especialmente la celebración de la Eucaristía y de los sacramentos es un encuentro entre Cristo y la Iglesia” (n. 1097). La Liturgia que ante todo es “obra” de Cristo, “obra” de la Trinidad; pero también del “Cristo total”, toda la Iglesia, cabeza y miembros por expresar una expresión ya presente en San Agustín[1].

Continuaba el papa Francisco en su homilía: “Preguntémonos, con sinceridad en este itinerario sinodal: ¿cómo estamos con la escucha? ¿Cómo va “el oído” de nuestro corazón? ¿Permitimos a las personas que se expresen, que caminen en la fe aun cuando tengan recorridos de vida difíciles, que contribuyan a la vida de la comunidad sin que se les pongan trabas, sin que sean rechazadas o juzgadas? Hacer sínodo es ponerse en el mismo camino del Verbo hecho hombre, es seguir sus huellas, escuchando su Palabra junto a las palabras de los demás. Es descubrir con asombro que el Espíritu Santo siempre sopla de modo sorprendente, sugiriendo recorridos y lenguajes nuevos. Es un ejercicio lento, quizá fatigoso, para aprender a escucharnos mutuamente —obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, todos, todos los bautizados— evitando respuestas artificiales y superficiales, (…). El Espíritu nos pide que nos pongamos a la escucha de las preguntas, de los afanes, de las esperanzas de cada Iglesia, de cada pueblo y nación. Y también a la escucha del mundo, de los desafíos y los cambios que nos pone delante. No insonoricemos el corazón, no nos blindemos dentro de nuestras certezas. Las certezas tantas veces nos cierran. Escuchémonos”.

“Por último, discernir. El encuentro y la escucha recíproca no son algo que acaba en sí mismo, que deja las cosas tal como están. Al contrario, cuando entramos en diálogo, iniciamos el debate y el camino, y al final no somos los mismos de antes, hemos cambiado. Hoy, el Evangelio nos lo muestra. Jesús intuye que el hombre que tiene delante es bueno, religioso y practica los mandamientos, pero quiere conducirlo más allá de la simple observancia de los preceptos. En el diálogo, lo ayuda a discernir. Le propone que mire su interior, a la luz del amor con el que Él mismo, mirándolo, lo ama (cf. v. 21), y que con esta luz discierna a qué está apegado verdaderamente su corazón. Para que luego descubra que su bien no es añadir otros actos religiosos sino, por el contrario, vaciarse de sí mismo, vender lo que ocupa su corazón para hacer espacio a Dios”.

“Es una indicación preciosa también para nosotros. El sínodo es un camino de discernimiento espiritual, de discernimiento eclesial, que se realiza en la adoración, en la oración, en contacto con la Palabra de Dios. Y hoy la segunda lectura nos dice justamente que «la Palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que una espada de dos filos: ella penetra hasta dividir alma y espíritu, articulaciones y médulas, y discierne las intenciones y pensamientos del corazón» (Hb 4,12). La Palabra nos abre al discernimiento y lo ilumina, orienta el Sínodo para que no sea una “convención” eclesial, una conferencia de estudios o un congreso político, para que no sea un parlamento, sino un acontecimiento de gracia, un proceso de sanación guiado por el Espíritu. Jesús, como hizo con el hombre rico del Evangelio, nos llama en estos días a vaciarnos, a liberarnos de lo que es mundano, y también de nuestras cerrazones y de nuestros modelos pastorales repetitivos; a interrogarnos sobre lo que Dios nos quiere decir en este tiempo y en qué dirección quiere orientarnos”.

Nos invitaba nuestro Sr. Arzobispo, Don Mario, a comenzar el Sínodo en la fase diocesana (fue el día 21 de octubre de 2021 en la catedral en la Misa de 7’30 de la tarde con estas palabras: “(…) Esta participación en el Sínodo se inserta en la Asamblea Diocesana que estamos celebrando. Sin duda, será una ocasión de vivir el gozo de comunión, participación y misión”.

2.- Y ¿nosotros que?

Nosotros como miembros de la Iglesia y dentro de ella en la ARPU, -una partecita de la misma iglesia- tenemos claros los objetivos, el carisma: anunciar a todos a Jesucristo Sacramentado para que se puedan encontrar con Él en la fe, para que aumente esa fe y ese amor, para fomentar “la oración y adoración” ante Él, de la que habla el Papa, para que suceda también esa conversión eucarística, pastoral, evangelizadora en nosotros y en los demás, para que propongamos ir hacia Él.

1.- ¿Lo hacemos así? ¿Anunciar a Jesucristo e invitar a adorarlo?

2.- ¿Vivimos la Comunión, la Participación y la Misión con Jesucristo y con su Iglesia? (=con el Papa, con los obispos, con los presbíteros), con el Pueblo Santo de Dios.

3.- Entre nosotros, como asociación y movimiento ARPU nos conocemos por los nombres y algo más? ¿Rezamos unos por otros? ¿Para que haya más y mejores adoradores?

4.- ¿Vivimos la Comunión (eclesial), la Participación (activa) y la Misión (ardorosa) con la Parroquia, con la familia, con los vecinos…).

5.- ¿Participamos de su misión, en la Misión de Cristo y de su Iglesia? ¿La tenemos clara en nuestra modalidad de adoradores suyos en la ARPU?

6.- ¿Tenemos claros cuáles son nuestros objetivos en la ARPU, al interior de la Iglesia y al exterior en el mundo? ¿Soy capaz de explicarlos y explicar nuestro carisma a cualquiera…?

7.- ¿Qué podemos ofrecer y aportar todos y cada uno como ARPU (=asociación y movimiento eucarísticos de adoradores) al Sínodo en la fase diocesana. Hacer propuestas hasta el mes de marzo inclusive de 2022 (por escrito).

8.- ¿Somos conscientes de las múltiples “ventajas” que tenemos para ofrecerlas a los demás? Por ejemplo en la Parroquias (cf. Carta del Consiliario en julio de 2021).

9.- ¿Estamos abiertos a enriquecernos con las ventajas y carismas que nos ofrezcan otros?

10.- La Misión que se nos confía (por estar o ser bautizados, por confirmados, por cada celebración eucarística: “Cuenta lo que has visto y oído” (Domund 2021), lo que has celebrado, el misterio del que has participado…deja de cumplirse por la omisión (=contraria a la misión = Es no hacer el bien que hay que hacer; la omisión es un mal moral, es un pecado. “He pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, por mi culpa…”. ¿Pensamos en esto en el acto penitencial de la Misa y en el examen para el sacramento “frecuente” de la Penitencia?

Son preguntas para hacernos participar y poner en común y aportar luces unos a otros, siempre en plan constructivo, positivo, estimulante, ejemplarizante, tirando todos del “carro” de la ARPU pues vamos en Sínodo, de camino hacia delante con y en el Señor hacia la Trinidad Beatísima, a la Asamblea de los Santos, “hacia Jesús mediador de la Nueva Alianza”. “Escuchándonos unos a otros y todos al Espíritu Santo” como nos ha indicado el Papa.

Así lo deseo, espero y pido para todos. Concluyo con las mismas palabras del Papa en la referida homilía. Me parecen interesantes e importantes; donde dice “enamorados del Evangelio” digamos también nosotros del “Evangelio de la Eucaristía”, del Santísimo Sacramento, de Jesús Sacramentado por nuestro amor: que comprende y condensa todos los “demás” Evangelios: de la vida, de la familia, del trabajo, de las vocaciones, de la enfermedad, de la salud, etc. Jesús Sacramentado es Evangelio (=buena noticia = para todos y en todas esas circunstancias.

“Queridos hermanos y hermanas, ¡buen camino juntos! Que podamos ser peregrinos enamorados del Evangelio, abiertos a las sorpresas del Espíritu Santo. No perdamos las ocasiones de gracia del encuentro, de la escucha recíproca, del discernimiento. Con la alegría de saber que, mientras buscamos al Señor, es Él quien viene primero a nuestro encuentro con su amor”. 

Burgos, 1 de noviembre de 2021, Solemnidad de Todos los Santos.

José Luis Esteban Vallejo, Consiliario Nacional de la ARPU.

 

[1] Cf. Benedicto XVI, Exhortación apostólica post-sinodal Sacramentum caritatis, nn. 36-37.

 

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