ADORACIÓN REAL, PERPETUA  Y UNIVERSAL AL SANTíSIMO SACRAMENTO (ARPU)

 

 

LV Carta-Circular del Consiliario Nacional de la ARPU: marzo de 2022.

Aportaciones de la ARPU (=Adoración Real, Perpetua y Universal al Santísimo Sacramento) como propuestas de Iniciación Cristiana con motivo de la fase diocesana del Sínodo de Obispos sobre la sinodalidad en la Iglesia.

Queridos adoradores (as) de Jesús Sacramentado en la ARPU: 

Esta imagen del Señor resucitado acompañando a los discípulos de Emaús, hoy a su Iglesia, bien puede ser emblemática de nuestro “caminar juntos”; hacemos nosotros así con Él la sinodalidad de la Iglesia. Nosotros como miembros que llevan la bendición, la bandera, el carisma de la ARPU, mientras vamos de camino con los demás, invitamos a todos que podamos con nuestro canto y lema: “Juntos, hermanos, venid a adorar a Jesús presente en el Altar. Juntos, hermanos, venid a adorar a Quien en la Hostia oculto está”.

Con este bello canto, si hacemos y vivimos esta exhortación a todos los hombres que podamos, estamos haciendo la sinodalidad en la Iglesia, poniendo en el centro, como los discípulos de Emaús en su – nuestro- caminar, a Jesús Sacramentado presente en los altares, en los sagrarios, custodias, copones, etc. de toda la Tierra. Como ellos, como discípulos nos encontrarnos con Él, dejamos que nos enardezca el corazón, le reconocemos al partir el Pan, le adoramos y salimos a anunciarle a los demás (cf. Lc 24, 13-35).

Al mismo tiempo que le adoramos le cantamos también como los mismos discípulos de Emaús: “Quédate con nosotros la tarde está cayendo”; “Quédate, Señor, quédate conmigo, quédate soy un peregrino” pues “queriendo acompañarnos, te hiciste peregrino, compartes nuestra vida, nos muestra el Camino…”. 

1.- ¿De dónde partimos o en qué nos apoyamos para poder hacer nuestras propuestas eucarísticas al Sínodo de los Obispos? 

Siendo la sagrada Eucaristía la “plenitud de la vida cristiana” y como el “centro y el fin de toda la vida sacramental”  y donde se “encierra todo el bien de la Iglesia” (Sacramentum Caritatis, n. 17 y Presbiterorum Ordinis, n. 5), creemos los miembros de la ARPU, asociación y movimiento eclesial y eucarístico en Burgos, en España y fuera de España…, que podemos y debemos aportar el fruto de nuestras reflexiones sobre la Iniciación Cristiana (en adelante I.C.). 

Los fines específicos de nuestra Asociación son: “difundir la fe en la Presencia real, verdadera y sustancial de Jesucristo, Señor nuestro, en Eucaristía, y fomentar la adoración al Santísimo Sacramento”; bien entendidos y practicados estos objetivos, llevan a integrar todos los demás aspectos de la Sagrada Eucaristía para vivir todas las implicaciones y dimensiones del “admirable Sacramento” en la vida y en el apostolado cristiano. Por de pronto en dos temas o puntos. 

1.- Fomentar más la Pastoral Eucarística.  

Nadie o casi nadie habla de ella, de la “Pastoral Eucarística”, y, sin embargo, es la más necesaria, urgente y determinante de las demás pastorales. No es una más sino la que ha de integrar, polarizar y orientar como a su “centro”, “fuente” y “cumbre”, todas las demás “pastorales” de la Iglesia; “centro”, “fuente” y “cumbre”, son términos que el Concilio Vaticano II ha gustado repetir en muchos de sus documentos (Cf. L.G., P.O. 5-6, S.C., etc.) y en otros documentos del Magisterio posterior de la Iglesia. “Centro”, “fuente” y “cumbre”, ¿de qué? de todas sus actividades evangelizadoras y catequéticas, litúrgicas y caritativas, sanitarias y de descanso, culturales y recreativas, de la edificación e identidad de la comunidad cristiana, de su ser y misión, de su testimonio de caridad (Cf. Sacramentum caritatis de Benedicto XVI”), de la transformación del mundo, etc., Todas estas y más “pastorales” y apostolados hace y tiene la Iglesia. Estarán bien orientados si tienden hacia Jesús Sacramentado. La Pastoral Eucarística, por su naturaleza eclesial, teológica, eclesiológica y evangelizadora…las reclama, aglutina y perfecciona a todas y todos los apostolados.

Debe ser, pues, la “fuente”, “centro” y “cumbre” de toda la actividad de la Iglesia, de toda su evangelización y catequesis, de toda su Caridad, de todas sus pastorales.  Dentro de todas las demás “pastorales” ha de estar el “Anunciar a Jesucristo…. y adorarlo” (cf. Congreso Eucarístico -el 52º- en Budapest, septiembre 2021).  De no hacerlo así, no es difícil sino muy fácil que los miembros de la Iglesia (clero, laicos y religiosos o consagrados), en vez de evangelizar el mundo, queden -quedemos- mundanizados. ¡Qué contradicción sería!

Acaso convenga explicitar más en otra ocasión cuáles son esas otras pastorales y apostolados y su relación con la Santísima Eucaristía. Ahora nos limitamos a reflexionar e iluminar desde la ARPU el proceso de la I.C. y los sacramentos de la I.C. 

2.- Sobre el proceso de la I.C. y los sacramentos de la I.C.   

Puesto que, según el Magisterio citado, la Eucaristía es el “centro”, “fuente”,  fin y “cumbre” de los otros dos sacramentos de I.C., el Bautismo, y la Confirmación (y de los restantes sacramentos… que se encaminan a Ella como a su “cumbre y fuente”), creemos que podemos aportar algo a dicho Plan de I.C.

Los colegios de la Iglesia, en conexión con las familias y las parroquias, tienen que formar personalidades cristianas, bien identificadas con su fe, cristianos practicantes y militantes. Ese es el fin central y la razón de su existencia. Si no es así, es que estamos fallando en algo fundamental. No cumplen con menos.

Lo desarrollo ahora para pedir vuestro parecer, asentimiento o complemento y para poner vosotros vuestras observaciones personales y de grupos. Para que este trabajo sea de la ARPU, no solo de su Consiliario Nacional. De hecho las ofrezco como el Borrador para el trabajo en grupos pues  nuestro Movimiento y Asociación ha de ser como un “lugar de iniciación cristiana” y  luego, al final de cada propuesta, como en diálogo con vosotros, os pondré las preguntas para vuestra reflexión, aceptación, mejora, quitar, poner el “juxta modum” (cf. modos punto por punto…). 

2.- Hacemos algunas propuestas al Sínodo en sus ámbitos correspondientes: diócesis, CEE, Secretaría del Sínodo de Obispos en Roma): 

1ª.- A nuestro parecer  algo falla (en la I.C. de los niños y jóvenes) puesto que, después de recibir los Sacramentos de I.C. van poco a celebrar con la Comunidad la Santa Misa dominical y de los días festivos, se sienten poco integrados como miembros de la Iglesia, y menos muchos “Confirmados” que, como tales, debían ser los más apóstoles de Cristo, los miembros más vivos y activos en su Iglesia, y testigos suyos en el mundo. ¡Qué dolor que en tan alto porcentaje se alejen de Cristo y de la Iglesia! ¡Es un contrasentido! 

Puede influir el mal ejemplo e incoherencia de los padres en algunos casos.  Influye, por supuesto, el ambiente paganizado de nuestra sociedad. Pero aun así, la I.C. en las parroquias y, en su medida, en las clases de religión y colegios, y en las familias (lugares de I. C.)… adolecen de algunas serias y preocupantes carencias en contenidos, en deficientes modos de I.C., en falta de comunicar experiencias transformantes de encuentros con Cristo y con su Iglesia y, por ello, que no parecen ser los adecuados.

Con esta finalidad la catequesis tendrá como principal punto de referencia el Catecismo de la Iglesia Católica y su Compendio. De hecho, estos textos constituyen una norma segura y auténtica de la enseñanza de la Iglesia y, por eso, es preciso alentar su lectura y estudio. Deben ser siempre el punto de apoyo seguro e insustituible para la enseñanza de los ‘contenidos fundamentales de la fe, sintetizados sistemáticamente y orgánicamente en el Catecismo de la Iglesia Católica’.

Reflexionaremos y nos preguntaremos ¿aceptas toda la propuesta?, ¿sólo en parte?, ¿qué cabría mejorar, quitar, poner…? 

2ª.- Hemos observado deficiencias en cuanto a los contenidos, y también en cuanto omisiones por no predicar más y mejor del Santísimo Sacramento, de su adoración y culto de latría, de faltas reverencia y de correspondencia al amor infinito que el Señor nos tiene en el “Sacramento de su Amor”; deficiencias y faltas de omisión de las prácticas eucarísticas tradicionales: las visitas al Santísimo, las Exposiciones y Bendiciones, las acciones de gracias después de la Comunión, también terminada la celebración de la Santa Misa, etc., etc. 

Parece que no son suficientes (los contenidos), ni suficientemente adecuados porque de hecho (a juzgar por los hechos: “por los frutos los conoceréis”), no transmiten esa experiencia fuerte de iniciación y encuentro con Jesucristo que les anime a perseverar, a tener el gozo de permanecer largamente ante la Presencia eucarística del Señor. La razón de la Confirmación, v.g., es para continuar como cristianos maduros, militantes y fuertes en la fe, en la vida y testimonio cristianos. Los resultados en muchos no se ven positivos y coherentes. 

No parece que algunos padres de familia den garantías de transmitir la fe católica y la educación cristiana para sus hijos al pedir el Bautismo, puesto que no practican o viven en situaciones irregulares en bastantes casos. ¿Quién garantiza esa educación que pide el C.I.C. y el ritual de la I.C.? 

Lo mismo parece suceder en grandes proporciones cuando “quieren” o permiten que los hijos hagan la Primera Comunión y no garantizan su continuidad. Es alarmante el número de los que al domingo siguiente ya no han vuelto a la Misa dominical. ¡Ni siquiera al Domingo siguiente a su Primera Comunión o Confirmación! 

¿Qué cabe esperar de los mismos padres que llevan a sus hijos a la catequesis como si fuera a una clase más, como un requisito escolar, como trámite más para aprobar y hacer la Primera Comunión o la Confirmación si al Jesús Vivo sacramentado que está en el Sagrario de su Parroquia nadie -casi nadie -o muy pocos- son capaces de dirigirse y reconocerle con fe  viva? 

¿Saben que es el mismo Jesús que se les va a dar en Comunión el que está en los Sagrarios con Su Glorioso Cuerpo y preciosa Sangre, Jesús mismo, alimento de vida eterna?  ¿Todos lo desean recibir con amor ardiente?

¿Saben los catequistas relacionar al Jesús del que hablen en la catequesis con el del Sagrario y el de la Comunión?, y ¿con el del Sacrificio de la Misa? Da la impresión de que casi nadie habla de Él, ni sabe relacionarle con el de la Sagrada Eucaristía que es el Mismo. Y son muy pocos los que saben tratarle con amor ardiente como señal de que están bien preparados.

Aun teniendo en cuenta todos sus méritos de dedicación y tiempo, de esfuerzo y generosidad de los catequistas ¡Qué responsabilidad la suya si, por falta de formación y de vida espiritual, o porque ellos mismos no fueron suficientemente iniciados en la I.C., no les hablen a los catequizandos de Jesús Sacramentado, ni tampoco le hablen a Jesús de ellos en la adoración eucarística y que ni ellos mismos demuestren suficiente fe, amor  y adoración puesto que pasan ante el Sagrario como si no hubiera nadie, o no le hacen signos de adoración alguna o no le visitan antes ni después de las catequesis (En algunas parroquias sabemos que sí lo hacen pero son las menos). Sucede. 

¡Qué responsabilidad la de dar o administrar los sacramentos a quienes no dan garantías suficientes si se prevé que no van a volver a la Iglesia ni siquiera los domingos y fiestas de guardar! Es evidente que no ha habido I.C. y que ha sido un trámite más, sin la debida preparación, sin la adecuada I.C. Habrá que recordar aquí aquellas expresiones del mismo Jesús: “No deis las margaritas a los perros ni tiréis las perlas a los cerdos”. 

3.- Ante estas situaciones -por desgracia muy generalizadas- presentamos algunas otras propuestas:  

1ª.- Que se implique más a los padres y se les haga ver su incoherencia o la falta de ejemplo y garantía de educación cristiana de los hijos con la ausencia a la Misa dominical y la falta de fe práctica en la Eucaristía. No basta con enviarles a Misa y ellos quedarse en casa o a la puerta del templo esperando a ver si salen (¡se dan tantos casos de estos!). 

Reflexionamos, ¿aceptas toda la propuesta?,  ¿sólo en parte? ¿qué cabría mejorar, quitar, poner… 

2ª.- Que se les pida que ellos (los padres) reciban y den la catequesis de I.C.  a sus hijos (en esto han insistido algunos miembros de la ARPU como única y mejor solución del problema). En el nivel del “despertar religioso” se da o intenta dar esta dinámica catequética. Se debe extender a las etapas sucesivas. Pero la mejor catequesis es la iniciación cristiana con los padres en la Misa dominical y festiva. 

Reflexionamos, ¿aceptas toda la propuesta?,  ¿sólo en parte? ¿qué cabría mejorar, quitar, poner… 

3ª.- También proponemos “implicar” en la pastoral de la I. C. a los Movimientos y Asociaciones eclesiales; nosotros como ARPU -con nuestras limitaciones y posibilidades- nos ofrecemos a colaborar informando de nuestro carisma y modalidad eucarística a quienes nos lo pidan o nos abran las puertas: a personas concretas, grupos, parroquias, catequistas, etc. 

Reflexionamos, ¿aceptas toda la propuesta?,  ¿sólo en parte? ¿qué cabría mejorar, quitar, poner… 

4ª.-Ser coherentes todos (clero, laicos y religiosos) con lo que son los Movimientos como carismas del Espíritu Santo para bien de la comunidad eclesial (diócesis, parroquias, familias, personas…).

Deben ser valorados, aceptados sin resistencias, sin indiferencias (a veces hay rechazos) como dones de Dios para ayuda de esas mismas comunidades, «como levadura en la masa». 

Reflexionamos, ¿aceptas toda la propuesta?,  ¿sólo en parte? ¿qué cabría mejorar, quitar, poner… 

5ª.-Para que no se quede en mera teoría la doctrina sobre los Movimientos en la Iglesia (cf. Encuentro del Papa con los Movimientos eclesiales en Pentecostés de 1989) que se pongan en realidad o en la práctica. Para ello se concrete la articulación entre parroquias, movimientos, grupos y asociaciones, jerarquía o clero. 

Reflexionamos, ¿aceptas toda la propuesta?,  ¿sólo en parte? ¿qué cabría mejorar, quitar, poner… 

6ª.- Proponer a esos niños y jóvenes para que “no se queden a la intemperie” y puesto que en gran porcentaje van a abandonar la práctica católica y la adhesión a la Iglesia y, por supuesto, el apostolado al que se comprometieron, sobre todo al confirmarse, se les ha de invitar y motivar a que se enrolen -a nivel personal y en grupo- dentro de las Parroquias, de algún Movimiento o Asociación…Se “supliría” así, si cabe, “lo que falta” a tantas familias para arroparles de esa intemperie. Si fallan las familias, si fallaran las parroquias, si los movimientos eclesiales “no nos movemos” ¡qué de extraño que se den esos resultados que lamentamos! 

Reflexionamos, ¿aceptas toda la propuesta?,  ¿sólo en parte? ¿qué cabría mejorar, quitar, poner… 

7ª.- La Eucaristía es «centro y cumbre de toda evangelización” (cf.  C. Vat. II. en P.O. nº 5). Las catequesis de I.C. han de asegurar que se dan los contenidos -con la pedagogía que resulte más eficaz- sobre la Sagrada Eucaristía y vida cristiana según el C.I.C., al menos en el Compendio del C.I.C y según la Exhortación  Apostólica Sacramentum Caritatis del Papa Benedicto XVI. 

Reflexionamos, ¿aceptas toda la propuesta?,  ¿sólo en parte? ¿qué cabría mejorar, quitar, poner… 

8ª.- Que se inicie y enseñe a los catecúmenos, a los comulgandos o confirmandos en el conocimiento y experiencia del Don y Misterio supremos que es la Eucaristía y de «qué bueno es el Señor» en la Comunión y adoración eucarística (pequeños y jóvenes adoradores); que experimenten de alguna manera que este Dios “abreviado”,  “escondido” (cf. Is 45,15) en Belén, en Nazaret, en la Cruz… está Vivo y Resucitado en el Sagrario…y que  es el “Dios “verdadero” (cf. 1ª. Jn 5,20). Reflexionamos, ¿aceptas toda la propuesta?,  ¿sólo en parte? ¿qué cabría mejorar, quitar, poner… 

Estas propuestas y las vuestras con vuestras RESPUESTAS, por sencillas que fueren, ayudarán a difundir la fe y el amor la Eucaristía (a Jesús Sacramentado) y fomentar su adoración, para que esos “odres” (sujetos de la I.C.) puedan retener, estimar, y gustar “el vino nuevo” de la Eucaristía: el centro “fuente de la vida cristiana y de su misión” como ha enseñado la Encíclica postsinodal Sacramentum caritatis del Papa Benedicto XVI para todos los niños, jóvenes y adultos.

Por supuesto quien desee responder a su manera a estas cuestiones presentadas punto por punto puede hacerlo también todo seguido.

Nuestros correos electrónicos son fáciles de CONOCER Y USAR para enviar las respuestas: arpuburgosnacional@gmail.com y arpu@arpu.es

También cabe enviarlas, lógicamente, por correo postal, a ARPU Nacional, Casa de la Iglesia, C/ Eduardo Martínez del Campo, 7, 09003 Burgos. 

4.- Concluyendo

Queridos adoradores en la ARPU: Le pidamos al Señor en nuestras visitas diarias al Santísimo, aunque fueren breves; en las medias horas semanales, en las Exposiciones del Santísimo, al menos mensuales, en las acciones de gracias después de comulgar en las Misas, y fuera también de ellas, y en otras festividades anuales (Jueves Santo, Corpus Christi, etc.) que nos enseñe a nosotros mismos a sentir el gozo de permanecer largamente en su presencia eucarística, y saber transmitir a los demás el gozo de experimentar “qué  bueno es el Señor” en el “Sacramento de su amor”.

Se lo pidamos también para nuestros niños y jóvenes, para nuestras parroquias y sus catequistas: que sucedan los milagros de sus gracias siendo la Santísima Eucaristía el “centro”, “fuente” y “cumbre” de todos nuestros apostolados y actividades.

Se lo pidamos también para nuestras familias: que sean cristianas de hecho: eucarísticas, marianas, iglesias domésticas, transmisoras de la fe católica.

Se lo pidamos también para nuestros sacerdotes, pastores del pueblo encomendado: que le alimenten generosa y abundantemente con la doble mesa del Pan de la Palabra y del Pan de la Eucaristía, enseñando a tratar y adorar a Quien en la Hostia oculto está, invitando a todos los parroquianos a acercarse a las fuentes de la Salvación: los sacramentos, los sagrarios, los altares. 

Nosotros en la ARPU tenemos como modelos de adoración al Verbo Encarnado, a Jesús Sacramentado en los Sagrarios, a Santa María, la Virgen Madre, y a San José; son figuras eucarísticas eminentes y a lo largo de 20 siglos otras muchas más. No pueden faltar en nuestro caminar ahora que el Sínodo nos hace destacar esta nota esencial de la Iglesia llevando como alimento la Sagrada Eucaristía adorada, agradecida, compartida.

Sínodo significa y es “caminar juntos”: con la Virgen María, “mujer eucarística” por excelencia (cf. Ecclesia de Eucharistia, cap. 8). 

“Nos acompañas por el camino, María Madre del Redentor, en nuestro esfuerzo de peregrinos nos das tu mano, nos das  tu amor”.

Así ¡buena, santa y provechosa Cuaresma!, camino de la santa y gozosa Pascua de Resurrección. Y también hermosa y estimulante festividad de San José, Patrono de la Iglesia Universal, en su Pascua hacia el Cielo.

Con estos deseos y oración, os encomiendo a todos. 

Burgos, día primero de marzo 2022.

José Luis Esteban Vallejo, Consiliario Nacional de la ARPU.

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