ADORACIÓN REAL, PERPETUA Y UNIVERSAL AL SANTÍSIMO SACRAMENTO (ARPU)

Octubre 2024

LOS DOS AMORES

Hay una canción, preciosa, interpretada por Plácido Domingo titulada Plegaria de los tres amores, pero a mí se me ha caído uno de ellos y sólo os escribiré sobre dos amores.

“Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado…” Jn 15, 12-17.

Aquí encontramos uno de los amores, el Amor (permitidme escribirlo con mayúsculas) Divino.

Y junto al Amor Divino encontramos el amor humano, ése que decimos nos tenemos unos a otros.

Cuando Jesús nos manda que nos amemos como Él nos ama es porque conoce muy bien las lagunas del amor humano.

¡Ay! El amor humano.

Jesús nos conoce y conoce la inclinación de nuestros amores hacia el placer, hacia el poseer, hacia el poder, hacia el prestigio.

Amor, esa palabra tan retorcida y desviada de su Verdad en estos tiempos y, sin embargo, Jesús sigue ayer, hoy y siempre diciéndonos que nos amemos como Él nos ama y tal como ama a Dios, con ese Espíritu de Amor Divino.

Pero cuál es la diferencia o cuáles son las diferencias entre estos dos amores, pues San Pablo lo dejó muy claro a los Corintios y a todos nosotros.

El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca.

Ese Amor Divino se nos sigue derramando en el Sagrario, en la Eucaristía, todos los días y a todas horas. La única forma de convertir ese amor humano en Amor Divino es compartir el máximo de tiempo posible con Jesús, pues se quedó con nosotros precisamente para esto.

Solicitar el soplo del Espírito Santo y la intercesión de Nuestra Señora es tarea ineludible para nuestra divinización y, por ende, para la transformación de nuestro amor humano en Amor Divino.

¿Cuánto me amaste? Esa es la pregunta que el buen Jesús nos hará cuando nos encontremos cara a cara con Él. Es hora de preguntarnos qée amor gastamos en nuestro día a día, ese amor medido, controlado, mediatizado o ese amor sin límites de la Santísima Trinidad o de Nuestra Señora.

Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, con ese Amor Divino que Jesús nos enseña a cada instante recogido en todos los sagrarios y que explota en cada Eucaristía.

Adorar es un buen camino para amar con Amor Divino y así nos lo enseñó especialmente La Santísima Virgen María, pero, también, muchos santos eucarísticos entre los que un día, esperamos estar.

Ánimo que ese Amor Divino sea el que vean los que nos rodean y se sientan atraídos hacia la fuente de donde lo bebemos, hacia el Santísimo Sacramento del Altar.

Eduardo Lamana Soria, Delegado diocesano de Madrid y Secratario Nacional de la ARPU.

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