ADORACIÓN REAL, PERPETUA Y UNIVERSAL AL SANTÍSIMO SACRAMENTO (ARPU)
Septiembre 2025
Queridos compañeros de la Adoración Real, Perpetua y Universal al Santísimo Sacramento, amigos, conocidos, quienes os asomáis a nuestro Movimiento porque os ha impulsado una moción interior.
Hemos entrado en el mes de septiembre, se ha pasado el verano volando. Deseo de corazón que Jesús se haya mantenido cerca de vuestros corazones. Os tengo que ser sinceros, a pesar de estar trabajando en ordenar y maquillar un poco nuestra página web, con frecuencia me distraigo y no me acuerdo de ciertos detalles que no son pequeños. Vivo en una dispersión tal que me se me pasó recordaros en la carta de agosto las fechas importantes de nuestro Movimiento y ha sido un fallo enorme. ¿Cómo vamos a identificarnos adecuadamente si no tenemos la delicadeza de recordar tan siquiera el día de nuestra fundación? ¡Perdonadme, os lo ruego!
Por eso como grato castigo he pedido permiso a Charo para hacer un repaso a la historia de nuestro movimiento que espero cuadrar en dos páginas ¿Creéis que sea posible? Haré el esfuerzo, ¡ya voy perdiendo líneas con estos pensamientos!.
Os lo aseguro, cuando «a dedocracia» se me nombró vocal en el pasado Congreso en Valladolid, no me imaginé hasta qué punto me iba a enamorar de nuestra Adoración Real, Perpetua y Universal, de su espiritualidad, de nuestra fundadora y sus compañeros de fatigas más cercanos. Ha sido una gracia enorme meterme a enredar en los entresijos de la web que gracias a Charo tenemos.
Dª. Juana Carou Rodríguez, nuestra fundadora, tuvo la primera revelación del deseo del Sagrado Corazón el 6 de marzo de 1906, quien le manifiesta el anhelo por «que me den culto en el Santísimo Sacramento”. Las imágenes de los sentimientos y mociones espirituales de Dª. Juana son bellísimos, profundísimos. Viendo cómo Jesús estaba tan abandonado en los Sagrarios durante el día y más por la noche, ella tiene la inclinación de, al menos en espíritu, dormir a los pies del Sagrario para que no esté tan solo. Las limitaciones física y de las responsabilidades habituales de todos nosotros no nos permiten estar 24 horas ante Jesús en en Sagrario, ni siendo monjes podríamos hacerlo, pero el deseo continuo del anhelo de la Eucaristía, de acompañar física y espiritualmente a Jesús hacen del cristiano un alma adoradora. Si sientes dolor por verlo tan poco visitado, si sufres porque tú mismo tienes tantas limitaciones físicas y flaqueza de la voluntad por visitar con más frecuencia a este Amor Prisionero en el Sagrario, ya eres adorador. Ahora tienes que trabajar por hacer pequeños progresos en ejecutar los compromisos, pues que el Amor urge al amor. Estos sentimientos, y muchos más, eran los de nuestra venerable fundadora.
La Iglesia llevaba 15 siglos con una frialdad eucarística promovida por el demonio que por malas interpretaciones apartaron a los fieles incluso de la comunión frecuente hasta el punto que el Papa Pio XI en su encíclica Miserentissimus Redemtor tiene que animar a la comunión frecuente y a animar a realizar visitas eucarísticas concediendo diversas indulgencias temporales (10 años por visita) y plenarias (visita más comunión y rezo de 6 Padrenuestros, Avemarías y Glorias).
Movida Dª. Juana a la fundación que apremiaba Jesús se pone manos a la obra rodeándose de sacerdotes y obispos con pasión por la Eucaristía y el mismo deseo de acompañar y reparar a Jesús, tan abandonado y solitario en las iglesias. Su deseo es “llenar los Sagrarios de lámparas vivas continuamente, de día y de noche, hasta el fin de los tiempos y en todos los Sagrarios del mundo […].
El fin de la obra y su mayor gloria (que la distingue de otros Movimientos eucarísticos) es la compañía amorosa, perenne y universal. Esto no era simplemente una sucesión de horas ante el Santísimo solemnemente expuesto, sino las visitas diarias aunque breves, la frecuencia sacramental y, en un primer momento de la fundación, la adoración por turnos de una hora a Jesús en los Sagrarios. La estructura de la Fundación del Movimiento era de una comunidad religiosa femenina (las Jerónimas llamadas “las Magdalenas”) con segunda y tercera orden para seglares que juntos procurasen a Jesús Sacramentado esa compañía, más los otros fines peculiares de la Obra.
En 1926 terminó la planificación y preparación de la fundación pero diversas trabas humanas y de batallas espirituales llevan a que Jesús, ante el retardo en la fundación se aparezca a Dª. Juana camino del Calvario cargando la Cruz y como Ecce Homo con una gran corona de espinas que la impelía: “Date prisa”; y para recordarla el dolor ante la indiferencia de sus hijos la explicaba: “estas espinas representan la ingratitud de los católicos que han abandonado el Sagrario”.
La fundación llegó el 8 de agosto de 1927. En la Iglesia de San Andrés apóstol, la fundadora tuvo una nueva aparición de Jesús coronado de espinas y vio como 273 se desprendían de su corona; recibió este mensaje: “Por cada adorador que me traéis a la Prisión solitaria de mi Amor, quitáis una espina de mi cabeza”.
Entonces ante el ansia o el anhelo de conseguir estos adoradores, para aliviar el dolor de Jesús, le hacían considerar que la extensión de la obra iba muy lenta y ante esto recibió la promesa de crear las almas de los adoradores que debían arder como lámparas ante los Sagrarios de todo el mundo que “se apresten a darme compañía, amor, alabanza y honor como una rigurosa y justa correspondencia al infinito Amor que Yo tengo a los hombres, permaneciendo día y noche en los Sagrarios […] mi Divino Corazón arde en ansias de Amor hacia mis queridos hermanos, los hombres”. Y el Sagrado Corazón bendijo a Dª. Juana, al P. José Llés y a cuantos ayudaran en esta Obra.
Nuestro movimiento no es un grupo más de adoradores. Sobre él pesa la promesa de convertir el “hielo ante el Sagrario” en “llamas de amor vivo” que prenda fuego a todo el mundo (universal) en el Amor de Jesús Sacramentado. La promesa dice más: “El mundo será salvado si se ‘hace violencia’ ante el Sagrario con nuestro amor y compañía.
A estas dos promesas se suma la revelación profética que la fundadora tuvo y que sólo reveló al P. José Llés: ¡El Papa de la adoración que extenderá el espíritu de esta obra por el mundo!.
¡Ahí es nada! Me da vértigo, os lo aseguro porque esta promesa profética es para ahora, pues dice: ‘Esto tardará cien años en llegar a tal desarrollo de la Adoración Real, Perpetua y Universal al Santísimo Sacramento’. Y continúa: ‘El Papa impondrá esta devoción a las órdenes religiosas obligando a un cuarto o quinto voto añadido en sus constituciones o reglas’. Esto estará en continuidad de la Carta Pontificia del Papa Pío XI sobre las visitas y la comunión frecuente.
Nuestra “Mandaderilla” como le gustaba llamarse a nuestra fundadora, ya que expresa que ella es sólo un pequeño instrumento en manos de Dios, su recadera, murió con todas estas promesas a la edad de 59 años el 5 de enero de 1933 a los pocos días de ofrecerse como alma víctima por España que se había descompuesto socialmente y adolecía por una gran inestabilidad política y social que se manifestaba con un profundo odio hacia la religión, hacia Dios.
Sus cofundadores fueron perseguidos contando decenas de mártires cuya sangre baña y riega la Obra para que se cumpla en nosotros el deseo de Jesús, cien años después, como prometió a la Mandaderilla.
Ahora está en nuestras manos ser fieles en la soledad y orfandad de no tener un Consiliario General, de ser un puñado de adoradores, de lámparas, pero que si somos un poquito sensibles con nuestra vocación, pues somos esas almas que Jesús creó en promesa a Dª. Juana, haremos arder otras almas y seguiremos restando espinas a este Jesús padeciente y abandonado en los Sagrarios.
¡Nos acompaña para este propósito el auxilio de la Gracia divina! Nosotros somos tan poca cosa en la visión de esta santa misión. Pero Dios manifiesta su Poder en nuestra debilidad para que viendo los frutos no nos engriamos pensando que fue nuestro buen hacer y nuestra disposición.
Y termino pidiendo que recuperemos la oración de intercesión a través de Dª. Juana Carou, que la entreguemos a nuestros amigos adolecidos de enfermedad, de dolor espiritual para su consuelo y consiga con su intercesión, ella que está en el lugar privilegiado prometido a los adoradores y colaboradores de la Adoración, las gracias que necesiten.
Espero, a pesar de mi falta de estilo literario, haber caldeado al menos un poco vuestros corazones de adoradores para dar un impulso renovado orientado a la celebración del centenario de esta Obra de Dios: “digitus Dei est hic”-el dedo de Dios está aquí- con la fundadora y sus hijos (los que forman comunidad en el Cielo, animándonos, y los de la tierra).
Quiero ser adorado de todos los hombres en todos los Sagrarios de la tierra. ¡Nos vemos en el Sagrario! Donde se dan cita las almas que se aman:
Valero Vilariño García
Vocal del consejo nacional y vocal del consejo diocesano de Burgos de la ARPU.