San José María Rubio

 

RESUMEN BIBLIOGRAFICO DEL PADRE DON JOSÉ MARÍA RUBIO PERALTA
La vida del San José María Rubio Peralta, es una respuesta afirmativa a Dios desde la vocación pastoral de sacerdote y religioso con una dedicación especial a la dirección espiritual, a la predicación de la palabra y a la atención de los pobres.
Nace José María Rubio el 22 de julio de 1864 en Dalías, un pueblo de la provincia de Almería, como hijo primogénito en el seno de una familia profundamente cristiana. Son 13 hermanos pero sólo 6 llegaron a la edad adulta.
Pasa la niñez en su pueblo natal hasta la edad de 10 años, época en la que se traslada a Almería bajo la tutela de su padrino que era Canónigo magistral en esa ciudad donde estudia secundaria y, más tarde, ingresa en el Seminario.
A los 15 años, en 1879 continúa sus estudios de filosofía en el Seminario de Granada donde iniciará la Teología. En esta época de seminarista destacó por su inteligencia, aplicación y una obediencia y humildad ejemplares.
En Granada entabla amistad con un canónigo de aquella catedral, Don Joaquín, con la dignidad de Chantre (que regula el cántico litúrgico) y profesor de Teología en el Seminario.
Esta amistad será de una relevancia capital en la vida de José María durante 25 años.
En 1886, cuando José María tiene 22 años, Don Joaquín gana por oposición la canonjía de Lectoral en Madrid y se lleva consigo a José María que cursará los últimos años de Teología en el Seminario de Madrid.
El 24 de septiembre de 1887 es ordenado sacerdote y celebra su primera Misa el día 12 de octubre en el altar de la Virgen del Buen Consejo.
Su primer destino pastoral lo ejerció como coadjutor en la parroquia de Chinchón, villa que tenía unos 5.000 habitantes.
Durante su permanencia en esta parroquia fue capellán de las Clarisas. A estas religiosas dio sus primeros ejercicios. En Chinchón fue notoria su caridad entre los pobres, que le llevo incluso a contraer alguna deuda.
De Chinchón es destinado como ecónomo a la parroquia de Estremora y durante su estancia en esta parroquia, animado por su amigo Don Joaquín se presenta a unas oposiciones a una canonjía del Cabildo madrileño pero la gana otro opositor más dotado que José María y tras ello ocupa una cátedra en el Seminario de San Dámaso como profesor de Latín y Metafísica. Por este tiempo se ve afectada su salud y se llegó a temer que padeciera tuberculosis.
Después de un tiempo descansando, es nombrado para un cargo curial como Notario en el Arzobispado, encargado del Registro y del Negociado de Pobres. En esta etapa se encarga también de la capellanía de las Reales Bernardas.
Durante esos años de permanencia en Madrid fue estableciendo vínculos con la Compañía de Jesús y colaborando con algunas obras pastorales de los jesuitas.
En la Semana Santa de 1904 hizo una peregrinación a Tierra Santa que finalizaría con una visita a Roma y al Papa Pío X.
En enero de 1906 muere su amigo y protector don Joaquín.
El 12 de octubre de ese mismo año es aceptado como novicio en la Compañía de Jesús.
Tras haber estado destinado una temporada en la Residencia de Sevilla de la Compañía de Jesús, regresa a Madrid donde entra en contacto con la asociación de “Guardia de Honor” del Sagrado Corazón de Jesús (apostolado que promueven las MM Salesas) que al poco tiempo pasara a dirigir.
Dicha asociación llegara a contar con 1.800 hombres de todas clases sociales, entre ellos 800 obreros, que asistían a las conferencias del Padre Rubio los primeros viernes. 
El Padre Rubio y la Adoración ARPU
A través de uno de los celadores de esta “Guardia de Honor”, el Topógrafo Sr. Pineda, en 1925 el padre Rubio se pone en contacto con Doña Juana Carou y con el Arcipreste Don José Llés, que por aquel entonces estaban tratando de echar a andar lo que sería el Movimiento de la A.R.P.U, con no pocas dificultades.
El Padre Rubio tuvo las primeras entrevistas con Doña Juana y con Don José en 1926.
Un mes más tarde, después de unas necesarias vacaciones, emprendió con mucha ilusión y energía la tarea de propagar la obra de la Adoración.
Impulsó a las personas más fervorosas que se confesaban y dirigían con él, para que se hicieran adoradores y a él se debió la primera fundación de la Adoración en Cercedilla.
En varias ocasiones afirmó el Padre Rubio que la adoración era obra de Dios y que como tal se extendería por todas partes a pesar de las “montañas de dificultades” por las que tendría que pasar.
El 2 de mayo de 1929 falleció santamente en Aranjuez (Madrid) como uno de los primeros apóstoles de la Adoración Real Perpetua y Universal del Santísimo Sacramento y gran protector de la misma.
El 4 de Mayo del 2003 fue canonizado en Madrid por el Papa Juan Pablo ll.
 
ALGUNAS ANÉCDOTAS SUYAS RESPECTO DE LA FUNDACIÓN DE LA ARPU
Notas sueltas tomadas de los archivos del Movimiento de Adoración ARPU:
“En aquella mañana, juntos el padre Rubio, el Monseñor Solé y el Arcipreste Don José Llés, discutieron los dos primeros quién sería el primero en romper el hielo de la exposición del tema por el se habían reunido. Venció el doctor y el padre comenzó a exponer sus prejuicios. Alegaba que él era religioso de la Compañía de Jesús en la que se exige la más absoluta obediencia y necesitaba de la autorización de sus superiores. Por otra parte creía que la pretensión de hallar adoradores para todos lo Sagrarios de la tierra era una piadosa utopía que nunca se realizaría.
Cuando acabó de hablar, se levantó Monseñor Solé con un brío y una ademán impropios de un hombre que ya era víctima de una molesta y prologada enfermedad y rebatió brillante y elocuentemente todas las objeciones del padre Rubio: 1º que la obediencia no le impedía trabajar para que Jesús Sacramentado recibiera el culto que merece, pues para ello ni necesitaba permiso especial, ni tampoco existía ningún superior en su orden que se lo prohibiese.
Para concluir le espetó:
-Bueno Padre Rubio, antes de separarnos definitivamente, pues el undécimo mandamiento del Decálogo es: no molestar, quiero que me defina conforme a las reglas de discernimiento del espíritu de San Ignacio, si lo que yo siento viene de Dios o del demonio:
“Esta mañana, al decir la Santa Misa, he experimentado una emoción tan intensa que me he visto inundado de lágrimas. Desde el ofertorio hasta el fin de la Misa, mis ojos han sido dos fuentes que han empapado la casulla y he tenido que rezar y ejecutar las ceremonias a ciegas. Después de este fenómeno y durante él, mi alma goza de una paz y bienandanza inenarrable”.
-Dígame padre, repito, conforme a las reglas de discernimiento de espíritu de su santo Patriarca, todo esto, ¿es señal de buen espíritu o de malo?
– ¡Vaya con la pregunta!, -respondió extrañado el Padre- todo ello me parece de buen espíritu.
-Pues bien, -continúo el Arcipreste Jose Llés- yo estoy cansado de sabios y de gente de influencia y busqué en usted un santo. Dios sabe si usted es santo o no; yo por tal le tenía y su consejo y ayuda buscaba. Si Ud. se desentiende de la obra, pues bien, sepa que Jesucristo está cansado de verse solitario en los Sagrarios, y con el Padre Rubio o sin el Padre Rubio, sin necesidad del dinero de ninguna, tengo la convicción, la seguridad finísima de que la obra de la Adoración se llevará a cabo. A pesar de todo, Padre, tengo la seguridad de que a pesar de todos estos capotazos, de tono espiritual que está dando, va a caer usted en medio de la obra de la Adoración y la va a ayudar con todas su fuerzas.
-¡Es usted terrible!, -exclamo algo confundido el Padre Rubio-.
-Yo no soy terrible, -respondió el Arcipreste Llés-. Quien es terrible es ese León de Judá que está en el Sagrario y que confundirá a cuantos se nieguen a tributarle o a trabajar porque se le tribute el culto que se le debe en el Santísimo Sacramento.
Se conmovió el Padre al oírle y cuando acabo, se levantó y abrazándole le dijo:
-Bendito sea Dios que ha unido tanta ciencia y tanta piedad digna de llevar una mitra.
Ni que decir tiene que nuestro Arcipreste parecía trasportado a las regiones celestiales. Doña Juana no estuvo presente en estas conversaciones pero al recibir el reporte de ellas sintió una alegría inefable, acrecentándose en ella y en todas aquellas almas enamoradas del Santísimo Sacramento, las esperanzas de ver pronto realizados sus planes eucarísticos.
El P. Rubio paso después un mes de descanso, meditando en todo esto, en Riofrío como acostumbraba cada año. A su vuelta de una manera muy eficaz fue protector y propagandista de la obra de la Adoración. Impulsó a los más fervorosos de sus dirigidos para que se hicieses adoradores y, como referiremos antes, a él se debió la primera fundación de la Adoración en Cercedilla. Cuando la ocasión se presentaba afirmaba que la Adoración era Obra de Dios y varias veces escribía animando al Arcipreste, hasta que presintiendo que se verían por última vez, le dijo:
-“¡Ánimo Arcipreste, la Adoración es obra de Dios!; siga adelante sin desmayo, tendrá que atravesar todavía montañas de dificultades, pero todas se allanarán. No teman a nada ni a nadie; esta obra se extenderá por todas parte, principalmente en nuestra patria y será la salvación de España y del mundo”.
En un fuerte abrazo, levantándole en brazos, añadió en tono profético, sin que se diera cuenta el Arcipreste:
-Adiós hijo mío, ya no nos volveremos a ver.
Así fue en efecto; meses después de esta entrevista (2 de mayo de 1929,) moría santamente el padre José María Rubio, uno de los primeros apóstoles de la Adoración Real, Perpetua y Universal del Santísimo Sacramento.
«El día 8 de agosto de 1927 por la mañana llegó el Padre Rubio para inaugurar la obra de la Adoración en la capilla de los veraneantes, en Cercedilla. Esta inauguración se realizó con un retiro que dirigió el mismo P. Rubio y en la primera meditación, al final de ella, llenos de  fervor todos los que llenaban la capilla comenzó a preguntar a Jesús Sacramentado:
-Señor, ¿estás contento de mi veraneo?
-En aquel momento, Doña Juana, que se hallaba sumida en un mar de dulzuras celestiales, hizo suya esta pregunta y dijo al Señor:
-Jesús mío, ¿estás contento de mí?
Jesús comunicándose con ella en la misma forma que otras muchas veces, le manifestó de una manera clara y terminante, lo que la sierva de Dios tradujo a su colaborador en estas palabras:
“Hoy es un día de gran fiesta en el cielo, por el gran impulso que ha recibido la Adoración al Santísimo Sacramento al fundarla con toda solemnidad y de tal manera, y tan completa, en esta villa. Quiero que en este día se celebre perpetuamente una fiesta que recuerde el gran contento que mi Divino Corazón ha recibido por el adelanto y progreso que ha recibido la Obra de la Adoración”.
“Con especialísimo agrado he visto cuanto ha hecho por la Obra de la Adoración”.
Explicando la Sierva de Dios esta comunicación divina, decía que el Señor se había comportado como un caballero, que habiendo sido agasajado durante varios días, al final da las gracias a todos cuantos han contribuido a tributarle sus homenajes, y como Señor del tiempo y de la eternidad, ordena que por medio de una fiesta perpetua se recuerde a las generaciones venideras la fecha tan memorable y de tanta trascendencia.
Esto prueba que la Obra de la Adoración, en la forma que allí se estableció: por turnos que se van sucediendo, formados por seglares de uno y otro sexo, y que se ha ido extendiendo por toda España y por el extranjero, es la aplicación de los deseos de Nuestro Señor manifestados a Doña Juana de que quiere ser adorado de todos los hombres en todos los Sagrarios de la Tierra.
Por la tarde se celebró una nueva celebración eucarística en la Iglesia parroquial que se halla en la parte más alta del pueblo, más arriba de las casas antiguas, mientras que la «capilla de los veraneantes» está en la parte inferior, en medio de los chales modernos. La Iglesia, bastante amplia se hallaba completamente llena. Se celebró exposición Mayor y predicó desde el púlpito el Padre Rubio:
-“Me ordenan desde ahí –dijo, señalando la Hostia Santa- que cambie el tema del discurso que tenía preparado y lo hago gustosísimo. En nombre del Corazón de Jesús os anuncio que, con los hechos realizados en este día en honor a Jesús Sacramentado, y con la inauguración de la obra de Adoración Real, Perpetua y Universal del Santísimo Sacramento, estamos metidos de lleno en el Reinado Eucarístico de Jesús.”
“De aquí en adelante por medio de la Adoración Real, Perpetua y Universal, los hombres tendrán la fortuna envidiable de adorar y dar compañía al Corazón Divino de Jesús que reside invisiblemente en la Eucaristía, como lo hacen los Ángeles y los Santos en el Cielo.”
Se extendió en estas consideraciones y después con acento profético exclamó: “El porvenir es de Jesús Hostia.”
Se paró para tomar aliento, miró la Hostia Santa y continúo diciendo:
“Hoy es día de gran fiesta en el cielo por el gran impulso y progreso que ha recibido la obra de la Adoración al Santísimo Sacramento, al fundarse con tan felices auspicios, en este dichoso pueblo de Cercedilla que no había visitado desde hace tiempo, y en este día, cada año, y siempre más y más, se predicará el Reinado del Corazón Eucarístico de Jesús Sacramentado, nuestro Rey y Señor.”
San José María Rubio – Los Milagros que le hicieron Santo
Publicado en febrero 28, 2017
El padre San José María Rubio murió el 2 de Mayo de 1929, sentado en una butaca con los ojos puestos en el cielo. Se cuenta que en todo Madrid no se dejaba de repetir, ¡Ha muerto un santo! Dando a entender que ya en vida la gente le consideraba un santo por la manera en que ayudaba a los pobres, vivía una vida sencilla y enseñaba la palabra de Dios.
Pero hoy queremos ayudarles a conocer cuáles fueron las 3 curaciones más impactantes y que han sido oficialmente calificadas de Milagros en nombre del padre Rubio, sucedieron por orden cronológico en Dalías, su lugar de nacimiento, Aranjuez, donde falleció y Madrid, la ciudad por la cual el padre Rubio siempre tuvo un gran amor.
  • Primer milagro – 1944 – María Dolores Terrés
En Julio de 1944, el doctor Alberto Berdejo le diagnostico un tumor maligno, con peligro de muerte, y ordenó su hospitalización. Su hermana encarnación pensó en el padre Rubio y comenzó una novena de oraciones. Inexplicablemente, al ingresar en el hospital no quedaba ni rastro del tumor ni había señal alguna de su existencia. Por este milagro se abre el proceso de “fama de santidad y milagros” del padre Rubio el 30 de Abril de 1945.
  • Segundo milagro – 1953 – María Victoria Guzmán
A la edad de dos años y medio, María Victoria padece una meningitis tuberculosa que la conduce irremediablemente hacia la muerte. La madre pensando que nada es imposible para Dios, pide que busquen una reliquia del padre Rubio. Al cabo de un rato, la niña se incorpora habiendo superado la enfermedad sin ninguna explicación natural. Milagro que sirvió para la beatificación del Padre Rubio, el 6 de octubre de 1985.
  • Tercer milagro – 1987 – José L. Gómez-Muntán, S.J.
Curación total y sin explicación medica de un tumor maligno de pulmón, en avanzado proceso de expansión. Desde el primer momento el P. Santiago García-Lomas, superior de la casa profesa en la que residía Gómez Muntán, pidió por su curación por la intercesión del P. Rubio por quien sentía gran devoción. Este milagro se presentó para la canonización de José María Rubio.
Para su canonización dieron fe 33 testigos oculares y se tuvieron en cuentan las 3 curaciones milagrosas contadas anteriormente.

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