Fue ordenado sacerdote en 1901. A lo largo de su ministerio pastoral pasó por distintas parroquias de la diócesis de Lérida — Vilaller, Claramunt, Colldelrat y Butsènit de Montgai — hasta que en 1920 fue nombrado arcipreste de Àger.
Desde esos primeros años destacó por su celo apostólico y su profunda piedad eucarística.
Su llamado a una obra mayor: el fundar la adoración perpetua
Aunque era ya arcipreste, pronto sintió que “le quedaba pequeño su campo de acción”. Buscó con oración y discernimiento, poniéndose en manos de su Obispo — quien le animó y dio permiso — para emprender un nuevo camino.
Ya habían entrado en contacto Dª Juana y D José a través de la revista….. se conocieron en Madrid y se cartearon. Estas cartas no son aún de dominio público. Se está trabajando para que lo sean. José Llés y Juana Carou se conocieron por afinidad espiritual, movidos por la misma llamada eucarística: la fundación de una asociación de adoradores perpetuos al Santísimo Sacramento, que aspiraba a “velas encendidas” en todos los sagrarios de la tierra para consolar a Jesús. Ese relato coincide con lo que recogen tradiciones internas del movimiento ARPU (Adoración Real, Perpetua y Universal).
Así llegó a Asturias, concretamente a Gijón, por petición del Obispo de Oviedo, cuyas vidas se cruzaron en el llamado de Dios a fundar el Movimiento conocido como ARPU (Adoración Real, Perpetua y Universal al Santísimo Sacramento). En Gijón recibió una capellanía en la parroquia de San Lorenzo (Gijón).
Para ARPU, José Llés Segarra es considerado cofundador. Su impulso, su sacrificio y su espíritu dejaron una huella fundamental en los cimientos del movimiento.