XXIV CARTA-CIRCULAR DE CONSILIARIO NACIONAL, FEBRERO 2019

Ventajas de ser adoradores de Jesucristo en la ARPU.

Queridos hermanos adoradores (as) de Jesús Sacramentado en la ARPU:

Adoremus in aeternum sanctissimum Sacramentum!

¡Adoremos por siempre al Santísimo Sacramento!

Os saludo con afecto y os recuerdo frecuentemente ante el Señor Sacramentado por nuestro amor. Os escribo con fecha 2 de febrero y con esta imagen que nos presenta el Misterio gozoso que hoy celebramos: “La Presentación del Señor” a los cuarenta días de su Nacimiento en Belén (cf. Lc 2,22-35.39-40). El Catecismo de la Iglesia Católica lo trata en el n. 539 como uno de los “Misterios de la Infancia de Jesús” (cf. n.527).

En la imagen que os pongo para ilustrar este Misterio en esta Carta se recogen las palabras que son un himno del anciano Simeón: “Ahora, Señor, según tu palabra, puedo morir en paz porque mis ojos han visto a tu Salvador…”.

Como antecedentes y trasfondo del Antiguo Testamento (en el relato 5 veces se hace referencia a la Ley del Señor) en la imagen aparece la escena del encuentro-abrazo de Israel (Jacob) con su hijo José a quien dice: “Ahora puedo morir, después de haber contemplado tu rostro y ver que vives todavía” (Gn 46, 30). Y en el cuadro de la parte derecha aparece Jesús ofrecido (por el Sacerdote) en un altar en presencia de su Madre y a su lado aparece un cordero en sustitución o rescate; si bien en esta ocasión el rescate fue la ofrenda de los pobres: “un par de tórtolas o dos pichones” pero el cordero nos evoca el sacrificio en sustitución de Isaac, hijo de Abraham, y el de Jesús, siendo Él mismo el Cordero ofrecido en el altar de la cruz.

Como texto se lee: “Por eso estoy a disposición (del Señor) y le serviré todos los días”.

1.- Algunos de los profundos significados de esta preciosa Fiesta.

¿Qué podemos comentar en relación a nuestra espiritualidad y apostolado eucarísticos en la ARPU?  Siete puntos o aspectos del Misterio.

1º).-Es  una Fiesta que a los cuarenta días nos evoca aún el Misterio de la Navidad del Señor: “nacido para darnos como patria los Cielos

Hecho uno de los nuestros, carne de nuestra carne”.

Le habremos agradecido y pedimos tantas cosas en el tiempo de Navidad -siempre- y ahora lo hacemos con un himno litúrgico del Oficio de lecturas de Navidad:

“Renueva nuestras mentes, atrae nuestros pechos (corazones) con los vínculos (lazos) de tu amor”.

2º) En este Misterio es rescatado quien es el Redentor de los hombres y acabará ofreciéndose como Cordero inocente e inmaculado en el Calvario para quitar los pecados del mundo, fuera de la ciudad y rechazado por el poder y pueblo de Jerusalén; es el mismo Cordero a Quien adoran los bienaventurados en el Cielo, el mismo que adoramos en la Sagrada Eucaristía, el mismo Jesús Sacramentado

3º) Se llama y es fiesta de la Luz, y de las luces (candelas). Por ello en esta fiesta y misterio, al mismo tiempo que Jesús es proclamado por Simeón como “la luz para alumbrar a las naciones y gloria del tu pueblo Israel”, se vislumbra ya -es lazo de unión- el misterio pascual. Esta “Luz del mundo” -representada por nosotros con nuestras candelas- nos remite al “Lumen Christi” de la Vigilia pascual cuando el Padre (el celebrante) proclame al Resucitado de entre los muertos en la luz eterna de la Pascua para disipar las tinieblas del mundo y de los hombres. Lo dirá expresamente al encender el cirio pascual del fuego nuevo recién bendecido: “La luz de Cristo que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu”.

4º) Cuando contemplamos con fe y amor los misterios de nuestra redención (los 40 misterios del Santo Rosario son eucarísticos) comprendemos fácilmente cuánto nos ha amado el Señor y cuánto le ha costado amarnos (en tiempo pasado)

Pero, como han observado nuestros fundadores y otras figuras eucarísticas a lo largo de los 20 siglos de la Historia sobre la Eucaristía[1], cuando miramos con fe y amor la Hostia Santa y estamos ante los Sagrarios, contemplamos cuánto nos ama Jesús ahora (en presente indicativo).

5º) Esta fiesta (misterio y fiesta) de la Presentación del Señor nos sugiere que “todos estamos consagrados a Él mediante el Bautismo. Todos estamos llamados a ofrecernos al Padre con Jesús y como Jesús, haciendo de nuestra vida un don generoso, en la familia, en el trabajo, en el servicio a la Iglesia, en las obras de misericordia” (Papa Francisco).

Es el sentido de nuestro “ofrecimiento diario de obras” que culmina en la ofrenda unida al sacrificio eucarístico y redentor de Jesucristo en el Altar, en los Sagrarios y en el Cielo.

6º) Esta fiesta también se llama del “Encuentro” (“la tradición bizantina llama así a este acontecimiento”) y en general así la llaman los orientales de donde nos vino desde el siglo IV. Significa, dice el Catecismo, que “con Simeón y Ana toda la expectación de Israel es la que viene al encuentro de su Salvador” (cf. n.529 ya citado); significa por ello el encuentro de Jesús con el pueblo creyente (entonces representando por un “resto” (Simeón y Ana); ahora es la Iglesia (nosotros) quienes salimos a su encuentro cada día (especialmente cada semana, cada Domingo, en cada adoración eucarística) y saldremos a su “encuentro” cuando nos llame “en la hora de nuestra muerte”; mientras le pedimos con la liturgia (cf. oraciones de la fiesta). También le pedimos y cantamos:

“Acrecienta la fe en tus hijos cansados por la luchay sostén la esperanza en el pueblo que aguarda tu Venida”.

Mientras nos vamos preparando y escuchando el canto y el aviso: “es Cristo quien invita, alegra el corazón, viste el alma de fiesta que viene tu Señor”, respondemos con el salmista y el pueblo de Dios: ¡Qué alegría cuando me dijeron: vamos a la Casa del Señor”.

7º).- El aspecto mariano de esta festividad es evidente: Purificación -ritual-legal- de Nuestra Señora, la Inmaculada, la Purísima; Simeón encuentra y toma al Niño de manos de la Virgen (como le encontraron también los pastores y los Magos), se le anuncia a María la “espada” de dolor…Ella es la “Mujer eucarística” por excelencia, es la “Madre y Reina del Santísimo Sacramento”.

“Tú y yo sí que necesitamos purificación -expiar, y, por encima de la expiación, el Amor-. Un amor que sea cauterio, que abrase la roña de nuestra alma, fuego, que encienda con llamas divinas la miseria de nuestro corazón”[2].

Conscientes nosotros como adoradores de Jesucristo Sacramentado,  sabedores de este misterio de encuentro-abrazo amoroso y de la necesidad de darle a conocer, celebrar y vivir como Jesús desea, queremos mejorar en nuestra condición-vocación (de adoradores) y hacernos más apóstoles del mismo Jesús Sacramentado en nuestra modalidad de la ARPU.

Para ello en esta Carta os invito ya a considerar las ventajas que tiene ser de nuestra Asociación y Movimiento eucarístico para potenciarlos más y más por  nuestra parte.

2.- Ventajas de ser adoradores de Jesucristo en la ARPU.

Son y serán muchas y cada miembro de la ARPU podría señalar las que por su experiencia encuentre él; yo pondría más de una veintena de ellas que comenzaría a escribir, D. m., en los próximos meses, pero si me comunicáis las vuestras, tanto mejor para añadirlas (las vuestras) que serán un precioso testimonio para sucesivas ocasiones; las dejaríamos para los meses sucesivos. Ello -dar vuestra experiencia- serviría para acrecentar la estima, apreciar y valorar más a nuestra ARPU en la Iglesia y en el mundo.

3.- Ventajas que son desafíos y puntos e interrogantes (de examen) para nosotros.

Si os dais cuenta, en las Cartas siempre me gusta pensar y poner puntos o cosas muy concretas. Siempre las preguntas -examen- nos ayudan a hacer aplicaciones a nuestra vida sobre los puntos tratados para mejorar con la gracia de Dios; según esto:

1.- ¿Contemplamos con fe y amor a Jesús Sacramentado en la Eucaristía, en los Sagrarios?  La Visita diaria al Santísimo.(No omitirla)

2.- Al realizar nuestras normas eucarísticas en la ARPU: visitas y exposiciones del Santísimo, ratos de adoración semanal, celebración  especial y gozosa del domingo y festivos, comuniones sacramentales y espirituales, etc., ¿las vivimos como “encuentros” gozosos con el Señor?

3.- Nos pareceremos en el gozo y la felicidad que tuvo al anciano Simeón que ve colmados sus días y anhelos en este mundo por tener al Mesías de Dios en sus brazos?

4.- Si nosotros también le tenemos (al Señor) en nuestros altares, en los sagrarios y, más aún que en nuestros brazos, en nuestro corazón (por la Comunión), ¿por qué no irradiamos ese gozo y felicidad? ¿No os parece que por ahí ha de ir la nueva evangelización con nuestra vida y para los demás? Y además ¿cómo no hacerlas como una obra de testimonio de fe y caridad para con los demás? Hacerlo así, unidos a Jesús Sacramentado, “es nuestra vocación en esta vida y nuestra felicidad eterna en el Cielo” (San Pedro Julián Eymard).

5.- ¿Le proclamamos como Simeón “luz de las naciones y gloria  de (nuestro) pueblo Israel” (ahora la Iglesia)? y como Ana que “alababa también a Dios y hablaba del Niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén” (Lc 2,38)?

6.- ¿Alabamos nosotros a Dios y hablamos también “del Niño” (de Jesús Sacramentado) a todos que podamos, como ellos (Simeón y Ana), con convicción y valentía?

7.- ¿Damos a conocer oportunamente a Jesús Eucaristía y nuestra modalidad -estupenda- de adoradores con las ventajas que encuentre nuestra experiencia en la ARPU?

8.- ¿Procuramos “ocasiones” (art. 4) para que todos le contemplen con fe y amor en la Eucaristía “como una madre que tiene a su hijo en brazos, de un novio que mira a su novia, de la mujer que vela al marido, de un afecto noble y limpio”? Pues vamos a contemplarle así; reviviendo la venida del Salvador…

9.- ¿Somos conscientes ya de estas ventajas de ser miembros de la ARPU, las apreciamos y agradecemos?

10.- ¿Realizamos estos puntos aquí señalados y más que, D.m., podremos poner y señalar en otras ocasiones?

11.- Como adoradores de Jesús sacramentado y apóstoles de su Adoración eucarística en la ARPU ¿hacemos lo que dicen nuestros Estatutos: ser “levadura” en la masa, “puntos de ignición”, hacer de “puentes de conexión” con los que creen y los que no creen?

4.- Exhortación para la petición de poder comenzar el Proceso de Beatificación de la Fundadora principal de la ARPU, Doña Juan Carou Rodríguez.

 

Como os anunciaba ya en la Carta del mes anterior y en esta Carta os lo pido, hemos de intentar realizar la iniciativa propuesta:

1.- Que vayáis recogiendo firmas de adoradores en la ARPU y de otros simpatizantes en vistas a proponer o presentar al Sr. Obispo de Huelva la petición de que proceda a comenzar el Proceso de Beatificación de la Fundadora principal de la ARPU.

Sabemos ya de lo laborioso que puede resultar…Todo ello ha de ser también expresión de nuestro compromiso de amor con Jesús Sacramentado para que, en un incesante apostolado de fe y amor eucarísticos, se cumpla su deseo de “ser adorado por todos los hombres a todas las horas en todos los Sagrarios de la Tierra”. Es justamente el carisma que ella recibió (a.1906) y logró dar a conocer y extender y, de alguna manera, organizar. Se lo merece, ¿no os parece?

A tal fin se os adjunta ese formulario de recogida de firmas con los datos correspondiente a cumplimentar.

Otros asuntos:

a) Supongo que en el pasado mes de enero, entre otras intenciones habréis encomendado la “Unidad de todos los cristianos” en la Única Iglesia Católica de Cristo (Octavario de oración) y habréis rezado por el Papa y los frutos de la JMJ en Panamá. Allí tenemos un grupo de hermanos adoradores que acompaña el Padre Ángel Acuña.

    Montenegro, que a veces nos da gratas noticias, v.g., como cuando dice que todos los meses leen con atención y emoción las Cartas del Consiliario Nacional.

    b) Para concluir os exhorto a estimar -consultar- la Página Web-Blog de la ARPU que acaba de nacer y el disponer de una cuenta bancaria de la ARPU a nivel nacional que estimule también vuestra aportación y generosidad para sufragar los gastos ordinarios y en alguna ocasión extraordinarios según los objetivos que nos pongamos (en el Noticiero se os informa oportunamente).

    ¡Gracias! Unidos con afecto espiritual en el Señor y en nuestra Madre Inmaculada, la Virgen de la Presentación del Señor, Ntra. Señora de las Candelas, os bendigo y encomiendo en mi oración.

    Burgos, 2 de febrero de 2019, vigésimo (20) aniversario de mi gravísimo accidente de trafico, ocurrido el 2 de febrero del año 1999.

    Fdo.: José Luis Esteban Vallejo. – Consiliario Nacional de la ARPU

     

    [1] Cf.  José Luis Esteban Vallejo, Figuras y textos eucarísticos, Monte Carmelo, Burgos 2010, 118 figuras.

    [2] San Josemaría Escrivá, Santo Rosario, Rialp, Madrid 1979, Cuarto misterio gozoso.

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