ADORACIÓN REAL, PERPETUA Y UNIVERSAL AL SANTÍSIMO SACRAMENTO (ARPU)

Septiembre 2024 

“MEMENTO, Adorador”: Acuérdate de que en este mes…

Éste es el título de uno de nuestros apartados en nuestras publicaciones mensuales, además de las ya consolidadas Cartas y Noticieros. Se trata de “memorare” o “recordare” para traer a la memoria y al corazón acontecimientos, efemérides, aniversarios, fiestas principales, avisos, normas de funcionamiento de la ARPU, medios también de formación y animación que nos ayuden a coger y asimilar más y más el “espíritu” y las “normas” de nuestro precioso carisma. 

¿CUÁL ES LO ESENCIAL EN LA ADORACIÓN EUCARÍSTICA? 

Tienen su importancia los gestos, los signos -los necesitamos- pero es más importante no olvidar que Cristo está presente en la Eucaristía con toda su realidad divino-humana, con todo el mensaje del Evangelio: no sólo para la santificación personal: «venid a mí», «aprended de mí», imitar a Cristo, sintonizar con su Corazón, «tened los sentimientos de Cristo Jesús» (Flp. 2,8), si no, sobre todo, para la edificación de la Iglesia, su Cuerpo místico. Las necesidades de la Iglesia y del mundo han de encontrar su lugar en la adoración.

Por eso, podemos decir que lo esencial, citando ideas de Juan Pablo II -por beber de esta fuente para saber cuál es lo esencial- sintetizo: 

– «Es un homenaje de fe y amor ardientes a la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en el Sacramento de la Sagrada Eucaristía»

– «Es reconocer que el Dios de nuestra fe no es un ser lejano, sino un Dios muy próximo, “cuyas delicias son estar con los hijos de los hombres” (cf. Prov.8,31)».

– Es encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las graves faltas y delitos del mundo».

– «Es poner a Jesús Eucaristía en la raíz y cumbre de la vida cristiana y de toda la acción de la Iglesia».

– «Es profundizar en la fe, esperanza y caridad».

– «Es orientar toda la vida hacia Dios y, por tanto, hacia el misterio del hombre y de la historia humana concreta».

– «Es un quehacer ineludible de la Iglesia».

– «Es imitar al Maestro que frecuentemente pasaba la noche en oración.»

– «Es un silencio contemplativo en el que se recibe una gran capacidad de amar a Dios y a los hermanos».

– «Es escuchar al Hijo amado, el predilecto».

– «Es cumplir con la obligación de todo hombre -más la de un cristiano que se siente redimido- de dar gloria a Dios, como premisa indispensable de cualquier acción que quiera ser beneficiosa para los demás».

– «Es fuente de dinamismo cristiano».

– «Es testimoniar la primacía de la dimensión vertical en la vida religiosa del hombre». 

          De ahí (de la adoración) han de brotar -como criaturas y como redimidos que somos- junto con las virtudes teologales, la gratitud, el asombro, la admiración, la humildad, el reconocimiento de que Dios es Dios, y el hombre es hombre, la correspondencia, el desagravio, el amor, el deseo de dar a conocer a este Dios Escondido digno de toda adoración. 

Del libro: “LA EUCARISTÍA AL RITMO DEL TIEMPO Y DE LA VIDA DEL CRISTIANO” de José Luis Esteban Vallejo.

Manual del adorador de Jesús Sacramentado en la Adoración Real, Perpetua y Universal (ARPU): doctrina-oración-práctica.

 

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