ADORACIÓN REAL, PERPETUA  Y UNIVERSAL AL SANTíSIMO SACRAMENTO (ARPU)

 

 

XLVII Carta-Circular del Consiliario Nacional de la ARPU: sobre el trabajo de cada día: “Evangelio del trabajo”.Queridos adoradores (as) de Jesús Sacramentado en la ARPU:

Esta imagen ya nos ambienta en el mes de mayo. Representa una escena que sería -fue- diaria: San José enseñando a Jesús niño a manejar la garlopa, a utilizar las maderas, a echar una mano (las dos) en su medida, según la edad y circunstancias de cada día. ¡Qué misterio! El Creador del universo, de todas las cosas, “visibles e invisibles”, después de realizar toda la creación y su coronamiento con la creación del hombre, “descansó de su obra”, y ahora en el taller de Nazaret, humilde y pobre taller, aprendiendo de San José a trabajar. Los himnos litúrgicos del día 1 de mayo bellamente lo expresan así:

“Humilde magisterio bajo el que Dios aprende:

¡Que diga, si lo entiende, quien sepa de misterio!

Si Dios en cautiverio se queda en aprendiz,

¡Aprende aquí la casa de David!”

“Y pues que el mundo entero te mira y se pregunta,

Di tú cómo se junta ser santo y carpintero,

La gloria y el madero, la gracia y el afán,

Tener propicio a Dios y escaso el pan”.

 “Cabeza de tu casa del que el Señor se fía,

Por la carpintería la gloria entera pasa.

Tu mano se acompasa con Dios en la labor,

Y alargas tú la mano del Señor”.

 

Justamente se celebra esta memoria de San José Obrero, el día primero de mayo, Fiesta del Trabajo. El venerable Papa Pío XII lo presentó como “Patrono de los trabajadores” (1 de mayo de 1955), para honrar al Patrono y modelo de los trabajadores.

Así, al comienzo del mes de mayo, el mes de las flores, que en la piedad de la Iglesia está dedicado desde mucho antes a honrar a María,  a  -nuestra- Reina de todas las virtudes, a la que “Madre nuestra es”, se añade un modelo de todas las virtudes del “mejor” trabajador.

1.- El Evangelio del trabajo.

Dentro de la doctrina social de la Iglesia, ésta tiene un “Evangelio sobre el trabajo” que como doctrina o magisterio podemos decir que están recogidos en la Carta Encíclica “Laborem exercens” de San Juan Pablo II sobre el trabajo humano (14 septiembre de 1981). Para nuestra propuesta de San José como modelo de trabajadores, nos interesaría el capítulo V: “Elementos para una espiritualidad del trabajo” que tiene estos puntos o apartados: “particular cometido de la Iglesia, el trabajo como participación en la obra del Creador, Cristo el hombre del trabajo, el trabajo humano a la luz de la cruz y resurrección de Cristo”. Es en este último punto donde entresaco dos párrafos que me parecen iluminan el trabajo humano que  San José, podemos decir, lo ha vivido y enseñado a vivir a Jesús en el trabajo de cada día, en el taller del Carpintero de Nazaret:

“En el trabajo humano el cristiano descubre una pequeña parte de la cruz de Cristo y la acepta con el mismo espíritu de redención, con el cual Cristo ha aceptado su cruz por nosotros. En el trabajo, merced a la luz que penetra dentro de nosotros por la resurrección de Cristo, encontramos siempre un tenue resplandor de la vida nueva, del nuevo bien, casi como un anuncio de los “nuevos cielos y otra tierra nueva’, los cuales precisamente mediante la fatiga del trabajo, son participados por el hombre y por el mundo. A través del cansancio y jamás sin él. Esto confirma, por una parte, lo indispensable de la cruz en la espiritualidad del trabajo humano; pero, por otra parte, se descubre en esta cruz y fatiga, un bien nuevo que comienza con el mismo trabajo: con el trabajo entendido en profundidad y bajo todos sus aspectos, y jamás, sin él”.

San Juan Pablo II sigue haciendo estas dos preguntas:

“¿No es ya este nuevo bien -fruto del trabajo humano-una pequeña parte de aquella “tierra nueva”, en que mora la justicia? ¿En qué relación está ese nuevo bien con la resurrección de Cristo, si es verdad que la múltiple fatiga del trabajo del hombre es una pequeña parte de la cruz de Cristo?”

Y poco más adelante pone estas palabras “se nos advierte que de nada le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde a sí mismo” (cf. Lc. 9,25).

2.- La clave, pues, para santificar el trabajo, cualquier trabajo honesto.

Ahora podemos preguntarnos ¿existe alguna clave, para santificar el trabajo, cualquier trabajo honesto?

La respuesta bien puede ser: hacerlo por Dios, unidos a Cristo, a su cruz y resurrección y, por tanto, a la Eucaristía que ella las renueva y actualiza; y por amor a los demás, lo cual exige hacerlo bien.

Aquí entra Jesús, divino Trabajador, que después de encallecer sus manos en el taller de San José, ha llevado adelante hasta su culminación en la cruz la Obra colosal de la redención  de los hombres, durante 30 años; entran Santa María y San José, maestros de Jesús, en el trabajo de cada día. ¿Por qué? porque nos dan un motivo a nuestra labor profesional y a cualquier trabajo: el sobrenatural. Se trata, pues, de la finalidad: el porqué y para qué se trabaja, y para quiénes que determinan el mismo trabajo.

Todos estamos llamados a la santidad; todas las realidades humanas honradas, todos los trabajos pueden y deben ser camino, medio de santidad, de encuentro con Jesucristo. Santificar el trabajo, cualquier trabajo honesto, insistimos, es hacerlo por Dios y por los demás, lo que exige hacerlo bien. El trabajo en definitiva procede del amor y lleva al Amor en todas las circunstancias de la vida. Se entiende entonces que San José y Santa María son modelos de trabajadores.  El mismo Cristo que aprendió del Padre de los cielos a trabajar, que aprendió de San José a trabajar, “sigue trabajando” (Jn  ). Aprendió en lo humano de José y María y puede decir “yo sigo trabajando (cf. Jn). Se trata también de las disposiciones de amor, de espíritu de servicio, de entrega generosa, de ofrecimiento del trabajo, de unión con la cruz y resurrección de Cristo como dice el Papa;  las disposiciones con que se realizan los trabajos y tareas de cada día.

Podemos ver en los Evangelios el trabajo de Jesucristo en su vida oculta (cf. Mt 13, 55; Mc 6,1-6; Lc 2,51; 3,23). Y en su vida pública con la intensidad de su ministerio (cf. Mc 6, 30-31; Lc 8, 23; Jn 4,6; 5,17).

Podemos imaginar a Jesucristo en su vida “oculta” descendiendo “a lo más común de la existencia humana, a la vida cotidiana de un trabajador manual que sustenta a una familia, (como antes o al mismo tiempo lo hiciera San José). Y así le vemos durante casi toda su vida trabajando día a día, cuidando los instrumentos del pequeño taller, atendiendo con sencillez y cordialidad a los vecinos que llegaban para encargarle una mesa o una viga para la nueva casa, cuidando con gran cariño de su Madre…Así cumplió la Voluntad de su Padre Dios en esos años de su existencia. Mirando su vida, aprendemos a santificar la nuestra: el trabajo, la familia, la amistad…Todo lo verdaderamente humano puede ser santo, puede ser cauce de nuestro amor a Dios, porque el Señor, al asumirlo, lo santificó”.[1]

Por ello es preciso preguntarnos cómo trabajamos, con qué motivos o disposiciones hacemos las cosas: por qué y para quién o para quiénes.

3.- El trabajo cristiano en el año de San José y en su memoria litúrgica.

La Carta Apostólica del Papa Francisco en uno de los siete rasgos o aspectos del corazón de San José le presenta en sexto punto como “Padre trabajador”. ¡Qué hermoso es esto! y ¡qué práctico para nosotros! Después de todo lo dicho en este Año a él dedicado queda para muchos esta tarea de leerla, de meditarla y aplicársela para imitarle a San José en esta virtud y “Ejemplo de trabajadores”.  Por eso, os invito a tenerla a disposición en internet  www.vatican.va  Después dar en -Santo Padre-Francisco- Cartas Apostólicas- Patris Corde. (8 diciembre 2020).

Como “Padre trabajador”, aprendemos -como Jesús- de San José: a santificar el trabajo de cada día: “Todos llamados a la santidad; todas las realidades humanas honradas, todos los trabajos, etc. objeto de santificación, hemos dicho antes,

“En el trabajo de cada día como vivía y amabas tú, queremos, Madre, servir amando, viviendo siempre junto a Jesús”.

Es un canto a la Virgen Madre y se puede dirigir perfectamente a San José, “nuestro Padre y  Señor” (Santa Teresa de Jesús), “modelo de trabajadores” como le propone la Iglesia haciendo “memoria” litúrgica suya el primero de mayo.

“En el silencio de aquella aldea la casa humilde de Nazaret se va empapando de tu ternura, de tu trabajo, de amor y fe”.

“Tú te afanabas como mi madre en mil trabajos que da el hogar. Mujer humilde de hermosas manos encallecidas de trabajar”.

“Dios quiso honrarte como a ninguna con mil encantos enriquecer, te hizo humilde, de gracia llena, trabajadora te quiso hacer”.

Resumiendo también podríamos a aprender: “a meter o poner a San José en todo y para todo: el hacer personal, espiritual, apostólico, profesional, familiar… (Cf. Papa Francisco en Carta Apostólica Patris Corde” en los puntos señalados sobre cómo es el corazón de San José).

Tenemos de modelos a San José y a la Virgen que trabajan por Jesús, uniendo trabajo y oración. De unir trabajo y oración habla el Papa San Juan Pablo II en la citada Encíclica en cap.V al que nos hemos referido.

De San José se dice y canta en una de las 7 estrofas de un bello y moderno himno:

“Con sencillez, humilde Carpintero (cf. Mc 6,3),

Con sencillez, glorioso San José

Hiciste bien  tu labor, Obrero del Señor

Ofreciendo trabajo y oración”.

¡Como debemos hacerlo nosotros!

 

Está también en las preciosas Letanías de San José, que deberían ser más conocidas y más practicadas esta invocación: “Ejemplo de los trabajadores, ruega por nosotros”.

4.- La Pascua del trabajo.

El trabajo como “dimensión fundamental de vida humana” le ha parecido tan importante al actual Sr. Arzobispo de Burgos, Don Mario Iceta Gavicagegoascoa, que le ha parecido conveniente “instituir en la archidiócesis de Burgos la Pascua del Trabajo, que celebraremos cada III Domingo de Pascua, ya que caerá habitualmente en la proximidad del primero de mayo. Un día singular y, sin duda, significativo, que nace con el deseo de resaltar la dignidad del trabajo como cooperación  a la obra creadora de Dios y como elemento que nos dignifica y nos hace crecer hacia nuestra plenitud. De este modo introduciremos esta dimensión esencial en el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor”. (Mensaje del Arzobispo en “Sembrar”, n. 1160, p. 3).

5.- El trabajo de un adorador (a) de Jesús Sacramentado en la ARPU: en treinta y un puntos de examen:

Son las aplicaciones prácticas para mejorar en nuestra vida cristiana, de trabajo, la que lleva adelante cada uno y cada día del mes de mayo: de imitación de Jesús Sacramentado, que fue trabajador y sigue “trabajando” en el Cielo y en los Sagrarios (cf. Hb 7,24); en honor de La Virgen María para ofrecerle flores de virtudes de “su jardín que a Dios enamoró”, en imitación de la familia de Nazaret, de San José. Puntos de examen para toda la vida.

Días: obsequios de flores, de virtudes, de oraciones, compromisos de amor.

‘Amor con amor se paga’, pero amor efectivo. Por eso debemos preguntarnos con frecuencia, ojalá cada día y a modo de examen de conciencia:

1.- ¿Manifestamos ese amor en realizaciones concretas, en cumplir nuestros deberes para con Dios, para con la Iglesia, con la familia y para con los demás…?

2.- ¿También cuando asoma la fatiga y el dolor, aunque esté ausente el sentimiento, y hayamos de ir “cuesta arriba’ con ‘la cruz’ con el Evangelio del trabajo?

3.- ¿Hacemos el ofrecimiento de obras cada día dispuestos a hacer la Voluntad de Dios, de tal manera que ninguna cosa entendamos que quiera, que no la queramos con toda nuestra voluntad? ¿Lo ofrecemos al final de la jornada?

4.- ¿Es nuestro -mi- primer y último pensamiento del día para Jesús Sacramentado?

5.- ¿Hago en cada momento lo que debo hacer? ¿Y como lo debo hacer?

6.- ¿Pido al Espíritu Santo hacer lo que le agrada siempre a Dios Padre como Jesús y omito lo que le ofende?

7.- ¿Le digo: Ven, Espíritu Santo “para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras en unión con ÉL (con Jesús) por la redención del  mundo”? (Ofrecimiento diario del Apostolado de la Oración).

8.- ¿Ofrezco mi quehacer a Dios al comenzarlo, durante su realización y al concluir? Una oración que nos llega desde el siglo doce es el “Actiones Nostras” que reza así:

“Te pedimos, Señor, que prevengas nuestros actos con tu inspiración y con tu auxilio los lleves adelante para que todas nuestras oraciones y trabajos…empiecen siempre por ti y en ti vayan a terminar”.

9.- Como adoradores que somos (en la ARPU) ¿entendemos (entiendo) que no existe un modo más perfecto de adorar a Dios que el ofrecimiento de la Santa Misa, en la cual N. S. Jesucristo actúa como Sumo Sacerdote y Victima?

10.- Sé llevar al altar mi jornada de cada día como pide el Sacerdote: “orad, hermanos, para que trayendo al altar los gozos y trabajos de cada día nos dispongamos a ofrecer el Sacrificio agradable a Dios Padre todopoderoso?

11.- ¿Rectifico la intención cuando se intenta introducir la vanidad, o las intenciones no rectas, o ‘¡el qué dirán!’…?

12.- ¿Procuro trabajar con perfección humana y con la alegría de ser hijo de Dios?

13.- ¿Soy fuente habitual de alegría para quienes viven o trabajan junto a mí?

14.- ¿Les acerca a Dios mi presencia diaria en medio de ellos?

15.- Estamos en el Año de la Familia: ¿Aprendo-aprendemos en familia-los ejemplos de la Sagrada de Nazaret: de silencio y oración, de vida familiar y de trabajo, “la austera pero redentora ley del trabajo humano” de servicio y disponibilidad de todos los miembros? (cf. Alocución de San Pablo VI en Nazaret, 5 de enero de 1964).

16.- ¿Se parece nuestra familia a la de Nazaret “pobre y humilde donde Dios vino a nacer y a compartir nuestra vida”? como trabajadores ¿imitamos “al gran modelo, al hermano divino, al defensor de todas las causas justas, es decir, a Cristo, nuestro Señor”?

17.- ¿Nos ofrecemos cada día -al menos cada semana en el Domingo ‘con Cristo al Padre en el santo Sacrifico del Altar’? ¿“con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegría de hoy’”? (cf. Palabras del Papa Benedicto: “Queridos padres: Os pido que vayáis con vuestros hijos a la iglesia para participar en la celebración eucarística del domingo).

18.- ¿”En reparación de nuestros- pecados y para venga a nosotros su Reino”? ¿Por el Papa y sus intenciones, por  el Obispo y sus intenciones y el párroco y sus intenciones? (Ofrecimiento diario del Apostolado de la Oración).

19.- Y podemos añadir ¿y por la intenciones y necesidades de la ARPU? (que son las que nos confía Jesús; que son los deseos y trabajos de Cristo de “ser adorado por todos los hombres…, en todos los Sagrarios de la Tierra?

20.- ¿Sé y experimento que el apostolado eucarístico en la ARPU es difícil pero hermosa tarea, arduo pero apasionante trabajo, sabiendo que “a jornal de gloria no hay trabajo grande”?.

21.- ¿Sé que “habrá un alto grado de gloria” para quienes difundan la ARPU…?

22.- Como bautizados y confirmados participamos todos de la misión profética, sacerdotal y regia de Jesucristo; al final de cada celebración de la Santa Misa ¿me siento enviado como testigo de lo sucedido”? “Sois testigos de esto” (de los sucedido y celebrado), ¿a anunciar a todos el Evangelio, la alegría, el amor de Jesucristo Resucitado-Sacramentado?

23.- Toda la Iglesia es “apostólica”. ”La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado” (AA2).

Como adoradores-trabajadores que somos (en la ARPU) tenemos una modalidad concreta ¿Trabajo procurando reunir alrededor de los Sagrarios de la Tierra el mayor número de personas? Y para ello todos los días ¿hablo algo a alguien de Jesús Resucitado-Sacramentado?

24.- “En su nombre se predicará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto” (cf. Lc 24, 35-48. ¿Lo hago aprovechando las ocasiones que se presenten a mi alrededor o que se buscan y que cada día serán unas cuantas?

25.- En el mes de mayo y con motivo de esta memoria de San José y de la fiesta que lo concluye me parezco a ellos en el trabajo de cada día?

26.- En concreto en la fiesta de la Visitación de la  Virgen María: “llevaba a Dios en su seno como una pre-Eucaristía, ¡ah, qué procesión del Corpus la que se preparó aquel día! (aquellos días).

¿Pienso que un “apóstol no es apóstol, si no es también mensajero”? Dios ya estaba entre los hombres ¡cómo tenerlo escondido! ¡No puede estar escondido!, y, si lo tenemos, si lo tengo y llevamos como María, ¿por qué no se producen los mismos efectos que Jesús y su Madre obraban? Si creemos y amamos haremos cosas “aún mayores”.

27.- ¿Subsiste el amor y la fe en Jesús Sacramentado, incluso con  la aridez total, si el Señor lo permitiera? En esa situación estuvo Jesús en Getsemaní y en su Pasión y culminando en su Cruz para realizar la gran Obra  de la redención de los hombres.

28.- ¿Es en estas ocasiones donde, habitualmente, el trato con el Señor se purifica y se hace más firme?

29.- La santificación del trabajo consiste esencialmente en la plena identificación con el querer de Dios. En una fórmula que acuñó el fundador del Opus Dei (=Obra- trabajo de Dios) San Josemaría Escrivá de Balaguer: “Santificar el trabajo, santificarse en el trabajo, y santificar con trabajo? ¿Cómo? Uniendo trabajo, oración y apostolado.

30.- ¿Aprendo a hacerlo así de Jesús, María y José?

31.- Trabajo puede ser también meditar esta carta -los 31 puntos de examen- ante el Santísimo Sacramento: uniendo sacrificio, amor, trabajo y oración. Para que surta mayor efecto, al menos una media hora a la semana, como compromiso de amor que tiene cada adorador (en la ARPU) ante un Sagrario. La recompensa la da Jesús mismo, la ofrece la Iglesia enriqueciéndola con una indulgencia plenaria con las debidas condiciones. ¿Lo haré así?

 

6.- Mis deseos, ruegos y oraciones.

Con esta Carta no cabe olvidar que estamos en el Año de San José, de la Familia (de las familias) y en Burgos del VIII Centenario de la Catedral y el VIII Centenario de la muerte de Santo Domingo de Guzmán, el burgalés más conocido en todo el mundo. En otras latitudes o regiones puede haber otros motivos de celebraciones jubilares pero todas tienen que ver con “ganar” las indulgencias que concede la Santa Madre Iglesia. Por eso, os invito a volver a estudiar todo el contenido que dábamos en el Memento del mes pasado y de meses anteriores pues tiene que ver con los años jubilares: con las indulgencias como su fruto más granado de la redención de Jesucristo a conseguir y producir.

Con estos deseos os saludo afectísimo. Y os encomiendo en Cristo, Señor nuestro, Resucitado-Sacramentado y en Santa María y San José en cuyo mes nos encontramos iniciados para vivirlo intensamente: con muchas flores, con muchos frutos de santidad y apostolado.

Burgos, Primero de mayo de 2021, Fiesta del trabajo y Memoria de San José Obrero.

José Luis Esteban Vallejo,  Consiliario  Nacional de la ARPU en España.

 

[1]  Francisco Fernández Carvajal, Hablar con Dios, vol. II, Madrid 1987, p.459.

 

 

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies