ADORACIÓN REAL, PERPETUA Y UNIVERSAL AL SANTÍSIMO SACRAMENTO (ARPU)

Febrero 2024 

Del libro: “LA EUCARISTÍA AL RITMO DEL TIEMPO Y DE LA VIDA DEL CRISTIANO” de José Luis Esteban Vallejo.

Manual del adorador de Jesús Sacramentado en la Adoración Real, Perpetua y Universal (ARPU): doctrina-oración-práctica.  

3.2. 13. Las oraciones de la noche, el descanso y la Eucaristía.  

1.- Un himno litúrgico expresa la relación entre estas realidades entretejidas de cada día: el día, el trabajo, el descanso, la noche, las virtudes teologales y la Eucaristía: 

Gracias, porque al fin del día

podemos agradecerte

los méritos de tu muerte,

y el pan de la Eucaristía;

la plenitud de alegría

de haber vivido tu alianza;

la fe, el amor, la esperanza,

y esta bondad de tu empeño

de convertir nuestro sueño

en una humilde alabanza. 

         Efectivamente, dentro del plan de vida, el tiempo de la noche tiene su importancia; es también «tiempo de salvación». Así lo expresa otro himno litúrgico (cf. Vísperas del martes de las II semana del T.O. y los himnos de Completas para cada día de la semana que iré citando en este punto entre comillas).

2.- ¿Qué elementos lleva consigo? 

1º.- Momento de ofrecer y agradecer lo bueno que hayas hecho: «excepción hecha del pecado todo lo bueno lo has recibido de Dios» (S. Agustín): El Pan de cada día, que no sólo es el pan material «no sólo de pan vive el hombre» sino «el Pan de la Eucaristía” (S. Cipriano), “la alegría de haber vivido tu alianza» (en el sacrificio eucarístico y en la Comunión). Es el «¡gracias, Señor, por este día!».

         «¡Recibe, Padre, la alabanza del corazón que en Ti confía!»; gratitud que se hace alabanza, adoración: «¡Gracias por todas las gracias que nos ha dado tu amor…!»

         «Gloria al Padre omnipotente, gloria al Hijo Redentor, gloria al Espíritu Santo, tres personas, solo un Dios».        

2º.- Momento de examen del día (ya hemos expuesto algo sobre qué es, cómo hacerlo, etc.).        

3º.- Momento de arrepentimiento, de dolor de amor, por pequeñas que hubieran sido las faltas. Es su amor el que nos guía y nos reprende: «yo a los que amo, corrijo» (Ap.3, 19); con confianza siempre: «si muchas son nuestras deudas, infinito es tu perdón», pero, por eso mismo, momento de prometer: «Mañana te serviremos en tu presencia, mejor». 

4º.- Momento de considerar el paso del tiempo: un día más, un día menos; es un hecho: “vita brevis est”. «El sueño hermano de la muerte a su descanso nos convida, sálvanos, Señor, de suerte que despertemos a la vida». 

5º.- Por eso, momento de confianza, de ponernos de nuevo en manos de Dios: «Somos tuyos, tuyos, tuyos…, Como el niño que no sabe dormirse sin cogerse de la mano de su madre, así mi corazón viene a ponerse sobre tus manos al caer la tarde». Y «a tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu»; alguna vez será la última que se lo digamos. Por eso mismo, 

6º.- Momento de esperanza: ¿cuál? la de amanecer a tu Gran Día; el día del Señor es el Domingo, el Gran día es el Domingo que no acaba: «De noche esperaremos tu vuelta repentina y encontrarás a punto nuestra lámpara» (con el aceite de la fe, de la gracia, del amor), esperando al Esposo que vuelve. Los primeros cristianos vivían con más intensidad este retorno del Señor, v.g., en la Vigilia Pascual que luego se desplazó al Adviento. Toda esta espiritualidad y anhelo de nuestra vida se recoge en cada Eucaristía: es el grito amoroso de la Iglesia, la esposa, de cada cristiano: ¡Ven, Señor Jesús!; es la traducción del Maranatha (arameo) que ellos usaban más; en realidad es vivir el final del Apocalipsis: «Si, yo vengo pronto, Amén ¡Ven, Señor Jesús!» (Ap. 22,20).

3.- La noche es tiempo de salvación: 

         Para algunos es ocasión de pecado, de perdición: «No seáis hijos de las tinieblas (la noche: los que se esconden para obrar mal, y los que ya sin vergüenza se esconden) sino del día, despojaos de las tinieblas, vestíos de la luz del Señor Jesucristo» (cf. S. Pablo en diversos lugares) pero también en la Escritura encontramos que es tiempo de salvación (cf. los himnos litúrgicos, las noches más amables que la alborada: la de Navidad y Pascua).

         No sólo para los que vigilan en oración nocturna, almas orantes, contemplativos, almas entregadas al servicio de los demás, a los enfermos, servicios urgentes…para nosotros mismos es tiempo de salvación porque Dios tiene empeño en convertir nuestro sueño en una humilde alabanza; porque, aunque duerme el corazón, reza el pensamiento, y el mismo corazón vela, porque Dios vigila con amor nuestro sueño, como la madre duerme y vela junto al hijo, así también mientras dormimos, el Señor nos vela, del enemigo nos defiende; y si nos acogemos a Él como el niño -también de noche necesitamos su protección-, la de la Virgen Madre, la de los santos, la de los ángeles custodios, nos defenderá del mal, del maligno, del pecado. Un signo de esa protección está -puede estar en el uso del agua bendita “que nos recuerda nuestro Bautismo en Cristo (…). (cf. Ritual). De ella han sido muy devotos algunos Santos, como Santa Teresa de Jesús.

         Así, bien vivido el día, aunque hubiera habido algún defecto -el examen lo habrá detectado- podemos entonar el «nunc dimitis» como Simeón al final de nuestro día -algún día será el último- y cada día que reproduce en pequeño el arco de nuestra existencia temporal, con esas actitudes de gratitud, alabanza, arrepentimiento, propósitos, confianza, esperanza: 

         «Tú nos darás mañana nuevamente la antorcha de la luz y de la vida

          Y por las horas que te traigo muertas, tú me darás una mañana viva». 

         Según Juan Pablo II es toda la jornada la que ha de quedar eucaristizada (cf. Ecclesia de Eucharistia (Carta Encíclica). nº 58). 

4.- Aplicaciones prácticas: 

1ª.- Dedicar unos minutos antes de acostarse, ponerse en presencia de Dios.

         Es el «die noctuque» de los Santos Padres y autores espirituales. 

2ª.- Dentro de la libertad de cada uno, no debería faltar esta actitud de gratitud y responsabilidad por el mayor tesoro del día: la Eucaristía. 

3ª.- Rezar las tres avemarías para pedir la santa pureza en esta noche para uno y para los demás. 

4ª.- Pensar en la Misa, en la Comunión del día siguiente y hacer alguna comunión espiritual. 

5ª. – El primero y último pensamiento del día sea para Jesús Eucaristía y vivir la Eucaristía en clave o clima eucarísticos: media jornada para prepararse y la otra para dar gracias.

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