XIX Carta-Circular del Consiliario Nacional: Julio 2018

 “Venid, adoremos al Corazón de Jesús, herido por nuestro amor”.

 

Queridos hermanos y hermanas adoradores (as) de Jesús Sacramentado en la ARPU:

Con esta invitación y bella imagen que ya nos están hablando del Señor que nos muestra su Sagrado Corazón, “lleno de bondad y de amor”, os saludo cordialmente un mes más, el último del curso en cuanto al envío de Cartas-Circulares como Consiliario Nacional de la ARPU. Como siempre deseando dar formación, ánimo, organización estímulo… para coger y vivir nuestro precioso carisma y apostolado eucarísticos. He pensado y escrito como puntos para esta Carta de julio estos tres siguientes. 

1.- El Sagrado Corazón de Jesús, fuente inagotable donde saciar nuestra sed de felicidad… y de amor. 

Su fiesta solemne litúrgica -recordamos- fue en junio, el viernes siguiente a la celebración del Corpus Christi. El salmo responsorial nos prometía “Sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salvación” (Isaías 12,3). La promesa de Dios en Isaías se ha cumplido en el costado abierto del Salvador para saciarnos de gozo, de paz, de felicidad, de amor: “de su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia” (Jn 1, 16).

En efecto, el Sagrado Corazón de Jesús está “lleno de misericordia y perdón”; encierra “todos los tesoros de la sabiduría y la ciencia de Dios” y es “fuente de vida y santidad (cf. Letanías del Sagrado Corazón de Jesús). Y lo es para todos los que se acercan -nos acercamos- a Él para beberla en su costado; lo hacemos en la Santa Misa, renovación del Sacrificio de la Cruz, fuente de la redención de los hombres. Lo hacemos en la Comunión sacramental, la prolongamos y preparamos en las visitas al Santísimo y en nuestra adoración eucarística -semanal- en la ARPU; también fuera de la Misa podemos decir y cantar “en tu costado, Señor, quiero beber el amor, en tu costado, Señor, quiero vivir el amor”; lo hacemos como la Iglesia -unida a y por el Papa-; Iglesia que “vive de la Eucaristía” todo el año, siendo la Eucaristía -Jesús Sacramentado- fuente de toda santidad y bien, de gozo y paz, de vida y amor. Todo gracias al Sacerdocio ministerial, unido inseparablemente desde el Jueves Santo, a la Eucaristía. Nos la hace presente como “Pan partido y tierno”, nos abre la “Fuente viva” (del Salvador).

En el tercer punto nos examinaremos si lo realizamos así; si la profecía de Isaías, cumplida en Cristo como todas, se cumple en nosotros, y, si trabajamos -hacemos apostolado- para que se cumpla en los demás. Según nuestro carisma (en al ARPU) los deseos de Jesús son los de “ser adorado por todos los hombres, a todas las horas y en todos los sagrarios de la Tierra”. ¿Por qué?, ¿para qué? Para que todos “puedan beber con gozo de la Fuente de la salvación” (cf. Prefacio de la festividad). Fuente que es Él mismo; para  que todos puedan -podamos- saciarnos de esos  bienes que necesitamos, de esa “vida y santidad” de quien es sumo bien, todo bien de la Iglesia, de todos los cristianos, de todos los hombres.

Veo que hay similitudes entre la devoción y culto al Sagrado Corazón de Jesús, vivo y palpitante de vida en la Eucaristía, y nuestro carisma. Se recoge también en la ficha de inscripción de cada adorador, al hacer nuestro compromiso de amor con el Señor: “acompañar, adorar y dar gracias, reparar y desagraviar al Santísimo Sacramento…”. Para verlo bastaría estudiar la Encíclica de Pío XII (15-V-1956) que precisamente comienza con las palabras del salmo que comentamos Haurietis aquas: “Sacareis aguas con gozo…”.     

2.- “Exultad, jubidad, load su nombre, proclamad sus palabras (maravillas) a las gentes. (cf. el mismo salmo responsorial, en Is 12).

“Gaudete et exultate”. ¿Os suenan ya estas palabras? Son del comienzo de la reciente Exhortación Apostólica del Papa Francisco sobre la llamada universal a la santidad en la Iglesia que se hace personal para cada uno.

Seguro que habéis oído ya algún comentario o asistido a alguna presentación o conocéis algunas claves de interpretación,  de algunos expertos y teólogos, etc.

Yo quisiera sencillamente destacar algunos acentos de La Exhortación Apostólica “Gaudete et exultate” (=Alegraos y regocijaos, Mt 5,12), sobre la llamada universal a la santidad en el mundo actual, cuya fuente, acabamos de decir, está en el Corazón de Jesús, está en la Eucaristía donde Él, vivo y latente de amor, comunica lo que Él es: “vida” y “santidad”. Os pongo estos cinco acentos.

1.- Algún teólogo ha destacado -entre otras claves- que una de ellas  es la “interpelación personal”[1] a cada uno. Cada uno por su camino, por donde le lleve el Espíritu, ha de ser “santo de la puerta de al lado”, pero todos bebiendo de la misma fuente, la Eucaristía. Así lo veo yo.

A mí también me llama la atención la data: “Dada en Roma, junto a San Pedro, el 19 de marzo, Solemnidad de San José, del año 2018, sexto de mi Pontificado”. Me parece muy significativa esta data como indicando que San José, el hombre justo, sencillo, “de espaldas a los laureles” es el Santo que el Papa quiere proponer hoy como modelo de santidad: el hombre del silencio, del trabajo diario, en el taller de Nazaret, pequeño y humilde taller, el hombre del bien hacer según la voluntad del Señor; es el “vir justus”, el santo de la Escritura (cf. Mt 1,19) y vida de familia, el santo de la vida ordinaria.

2.- En el “Memento” del mes de mayo os decía: “Hemos de sacar tiempo de donde sea para leerla, meditarla y tratar de aplicar estas enseñanzas del Magisterio del Papa -que ya son de la Iglesia Católica-  sobre cuestiones tan importantes que se proponen en este gozoso documento de 42 páginas”.

Es muy significativo, me parece también, que comience con esas dos palabras del Señor en el Evangelio “Gaudete et Exsultate”: “Alegraos y regocijaos” (Mt 5,12) y que el salmo responsorial de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús tengan estos acentos de gozo, júbilo, exultación, deseos de proclamar a las gentes lo que uno -nosotros- experimentamos en la Eucaristía y en su adoración. Quiero decir que es donde bebemos con gozo del Corazón abierto de Salvador. Se dan estas semejanzas, características y realidades en nuestra ARPU.

Habréis podido gozar y formaros ya en temas tan importantes como son la llamada universal a la santidad que ya hizo “atrevidamente el Concilio Vaticano II (cf. LG. Capítulo 5).

3.- La Exhortación Apostólica trata cuestiones, temas, realidades y urgencias como éstas:

– Que estamos llamados todos a santidad. El Papa explica de qué santidad se trata y relacionada con la misión a cumplir cada uno, de dónde brota esa santidad.

– Señala los dos peligros o “herejías”: el gnosticismo actual y el pelagianismo y semipelagianismo. No hay tiempo ni espacio para explicar aquí (cf. cap.2º).

– En el capítulo 3º, expone cómo se vive o se es santo en la vivencia de las ocho bienaventuranzas (Mt 5,3-12; Lc 6,20-23), “carnet de identidad del cristiano” y también con el “protocolo” de las obras de misericordia, tema de examen “al atardecer de la vida” (cf. Mt. 25, 31-46). Es en la misericordia donde “está el corazón palpitante del Evangelio” (n.97). Es en las obras de misericordia donde “se revela el mismo corazón de Cristo, sus sentimientos y opciones más profundas, con las cuales todo santo intenta configurarse”. Y ello “por fidelidad al Maestro” (n. 96).

4.- “Dentro del gran marco de la santidad que nos proponen las bienaventuranzas y el “protocolo” de las obras de misericordia, el Papa en el capítulo 4º. quiere “recoger algunas notas o expresiones espirituales que, a mi juicio, -dice-, no deben faltar para entender el estilo de vida al que el Señor nos llama” (n. 110).

“Entre las notas que quiero destacar, continúa el Papa, no son todas las que pueden conformar un modelo de santidad, pero son cinco grandes manifestaciones del amor a Dios y al prójimo que considero de particular importancia, debido a algunos riesgos y límites de la cultura de hoy” (n.11). Son estas como muy necesarias “en el mundo actual”:

1ª. “Coraje, paciencia y mansedumbre”; 2ª. la “alegría y sentido del (buen) humor”; 3ª. la “audacia y fervor”; 4ª. “en comunidad” y. finalmente la 5ª. “en oración constante”.

El Papa ratifica estas notas, digamos, con la vida y enseñanza de los santos a los que cita constantemente. Evidentemente, hay otros acentos, v.g., los del capítulo 5º “Combate, vigilancia, discernimiento” porque existe el mal, existe el pecado en nosotros y en los demás, y existe el demonio que “como león rugiente anda buscando a quien devorar” (1 Pe 5,8-9) y hace de las suyas.

5.- En el “Memento” del mes de mayo pasado os decía: “Como veremos, Dios mediante, tiene mucho que ver esa santidad a la que nos llama a todos con la Eucaristía y su adoración”.

Aunque no se detiene en “explicar los medios de santificación que ya conocemos: los distintos métodos de oración, los preciosos sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación, la ofrenda de sacrificios, las diversas formas de devoción, la dirección espiritual, y tantos otros” (n.110), pero sí nos ha dejado esta joya del n. 157.Os le cito aquí sin más comentarios

 

 “El encuentro con Jesús en las Escrituras nos lleva a la Eucaristía, donde esa misma Palabra alcanza su máxima eficacia, porque es presencia real del que es la Palabra viva. Allí, el único Absoluto recibe la mayor adoración que puede darle esta tierra, porque es el mismo Cristo quien se ofrece. Y cuando lo recibimos en la comunión, renovamos nuestra alianza con él y le permitimos que realice más y más su obra transformadora”.

Para concluir esta presentación os cito el número 177 que expresa también mis deseos para todos vosotros:

“Espero que estas páginas sean útiles para que toda la Iglesia se dedique a promover el deseo de la santidad. Pidamos que el Espíritu Santo infunda en nosotros un intenso anhelo de ser santos para la mayor gloria de Dios y alentémonos unos a otros en este intento. Así compartiremos una felicidad que el mundo no nos podrá quitar”.

3.- A modo de puntos de examen, compromisos y correspondencia de amor, tareas del adorador.

En la Exhortación que estoy comentando brevemente el Papa Francisco, hablando sobre el “discernimiento” para “actuar siempre a la luz del Señor”, señala el “examen de conciencia”. Urge en consecuencia “pido a todos los cristianos que no dejen de hacer cada día, en diálogo con el Señor que nos ama, un sincero ‘examen de conciencia’” (n.169). Dice que es “un medio para ser santos”. “Es un instrumento de lucha para seguir mejor al Señor”. “nos hace falta siempre” para mejorar… y “el discernimiento nos lleva a reconocer los medios concretos que el Señor predispone en su misericordioso plan de amor, para que no nos quedemos solo en las buenas intenciones” (n. 169).

En el Manual de la ARPU hay seis formularios prácticos y concretos para examinarnos sobre cómo vivimos nuestra vida de adoradores de la Eucaristía y si hacemos apostolado (cf. pp.77-82; 185-189).

Las preguntas que pongo aquí tratan de recoger los puntos tratados en esta Carta para cumplirlos nosotros y hacerlos vida cada día. Me inspiro en la Exhortación pontificia y en el citado salmo responsorial (Is 12,2-6).

1ª.- ¿Dejamos ver y trasparentar en nuestra manera de vivir estos valores -notas- virtudes de la santidad: coraje, mansedumbre, paciencia, alegría y buen humor, audacia y fervor, en comunidad y constante oración…?

2º.-  ¿Las manifestamos a las gentes a quienes podamos llegar?,  ¿pedimos y ponemos los medios para poder llegar a más gente?

3ª.- ¿Invitamos a otros a tener o desear esos valores, esas virtudes o notas de santidad?

4ª.-¿Pedimos para que se difundan por doquier y el Pueblo de Dios crezca en número y en santidad?

5ª.- ¿Buscamos y ayudamos a otros a buscar las fuentes de brota la santidad, la Vida verdadera que está es la Eucaristía?

6ª-¿Damos a conocer a Jesús Sacramentado, lo proclamamos a las gentes, (uno (a) a uno (a), según lo específico del carisma del la ARPU para que sea creído, amado, acompañado, adorado? ¿Le damos a conocer, a amar y adorar?

7ª.– ¿Cumplimos así los vaticinios del profeta Isaías realizados -como los de todos los profetas- en Cristo: “Con gozo sacareis el agua pura de vuestro Salvador que es fuente viva”?

“Alabad al Señor, load su Nombre, sus obras pregonad porque Él es grande”.  ¿Lo hacemos?

“Entonad sin cesar sus maravillas, proclamad su Palabra a las gentes”. La Eucaristía es el “memorial de todas sus maravillas”.

8ª.- ¿Hablamos de Jesús Sacramentado a las gentes como lo más maravilloso que Él, nuestro Señor, ha podido y ha sabido hacer?

“Alegraos en Dios, vuestra esperanza, exaltad su bondad, buscad su rostro”. 9ª.- ¿Lo hacemos? ¿Lo hago?

“Llegaremos al altar del Sacrificio a ofrecer la Victima sagrada”.

9ª.-¿Llevamos la vida al Sacrificio de la Santa Misa y llevamos la Eucaristía a la vida? “Glorificad -también- a Cristo con vuestra vida”.

“Orad, hermanos, para trayendo al altar los gozo y las fatigas de cada dia…” nos dice el Sacerdote, una vez presentadas las ofrendas.

10ª.- ¿Vivimos la Eucaristía?

“Adoremos al Padre y al Espíritu y al Señor que habita entre nosotros”.

11ª.- ¿Difundimos la ARPU con los recursos que tenemos: carteles de reclamo, hojas informativas o tríptico, fichas de inscripción de nuevos adoradores para ofrecer a quienes les hablemos de Jesús Sacramentado?

“¡Santa María, Madre del Amor Hermoso, por los méritos de vuestro Corazón, dadme – dadnos  a  los  adoradores  que somos y han de  ser en la ARPU- la gracia de gastar toda mi -nuestra- vida en amor a tu Hijo” (San Alfonso María de Ligorio).

Con esta súplica a la Virgen, con estos deseos y sentimientos os deseo unos meses de julio y agosto gozosos, fervorosos, eficaces y reparadores para el descanso del alma y del cuerpo, descansando en el Corazón de Cristo según sus palabras:

“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré, aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontraréis vuestros descanso porque mi yugo es suave y carga ligera” (Mt 11,28-30).

El “yugo” de su amor y la “carga” de trabajar por Él son suaves y ligeros, también en verano como durante todo el año. Para el apostolado no hay vacaciones; acaso haya cambio de lugar, de personas, de ambientes. ¡Qué mejor!  Os deseo la eficacia apostólica que Jesús espera de todos nosotros y, en su Nombre, os bendigo con mi oración. Unidos en Él.

Burgos, día primero de julio de 2018, Domingo XIII del Tiempo Ordinario.

Fdo.: José Luis Esteban Vallejo. – Consiliario Nacional de la ARPU

 

[1] José Luis Cabria en “Sembrar” (revista diocesana en Burgos), n.1.096, abril-mayo 2018, p. 7. 

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