LA ADORACION REAL, PERPETUA Y UNIVERSAL

Saludo del Consiliario Nacional
(in memoriam)

 

 

Don José Luis Esteban Vallejo, Pbro.

CONSILIARIO NACIONAL DE LA ARPU

Estimados y queridos todos en Jesús Sacramentado, nuestro Señor:

Desde nuestra interesante y meritoria Página Web mis cordiales Saludos. Agradezco que podamos estar en contacto con la lectura meditada de los documentos que enviamos cada mes.

A ver si con la gracia de Dios -que no os faltará- podemos evangelizar con este «Reinado eucarístico» del Señor y establecer y difundir la ARPU como modalidad eucarística: media hora a la semana ante un Sagrario, escogiendo el adorador día, lugar y hora que prefiera.

Se adapta a cada quien y sus circunstancias «como el guante  a la mano» de cada uno. Y “reuniendo alrededor los Sagrarios el mayor número posible de personas”. Proponiéndoselo uno por uno con amistad y confianza. Ofertando los medios de que disponemos.

Quisiera que se comprendiera que no es una tarea más sino un don -audiencia de amor- que nos hace Jesús Sacramentado, «Rey del Universo», el “Dios con nosotros” que integra en amor y sentido toda nuestra vida pero de hecho en muchos sagrarios está ABANDONADO. Esperando desde hace 20 siglos a quien le visite para ofertarle su SALVACIÓN.

Os animo, amigos, también a que hagáis este estupendo apostolado. Jesús Sacramentado que “desea ser adorado por todos los hombres” os premiará en el Cielo “con un alto grado de Cielo” los servicios prestados por su Causa, por su Reinado eucarístico.

Contad con mi ayuda y oración; os pido también la vuestra. Os encomiendo en Jesús Sacramentado y en nuestra Madre Inmaculada.

José Luis Esteban Vallejo, Pbro. – Consiliario Nacional de la ARPU.

La Fundadora

DOÑA JUANA CAROU RODRÍGUEZ

 

 

1. ORIGEN, DOCTRINA Y NECESIDAD

Origen y espiritualidad:

La Adoración Real, Perpetua y Universal (ARPU) del Santísimo Sacramento nace del llamado personal vivido por su fundadora, Doña Juana Carou Rodríguez (1874-1933). Desde 1906 ella recibió visiones místicas del Corazón Eucarístico de Jesús en las que el Señor le pedía instaurar un culto perpetuo a la Eucaristía. Juana Carou se ofreció como alma víctima por la salvación de España y murió el 5 de enero de 1933 con la mirada fija en el Sagrario, pronunciando sus últimas palabras: «Ya voy, Jesús mío, Esposo mío, ya voy». Dócil a estas experiencias providenciales inició la organización de la ARPU, creando un instituto religioso femenino y asociaciones laicales dedicadas a mantener la adoración continua de Cristo Sacramentado en cada capilla.

El fin fundamental de la ARPU responde a la pregunta radical sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía: «¿Jesús está presente en la Eucaristía o no está?… Yo veo muchos sagrarios más solitarios que cementerios…».

Ella sintetizó la necesidad de la Obra en llenar esos altares de adoradores: «llenarlos de lámparas vivas continuamente, de día y de noche hasta el fin de los tiempos». Esta iniciativa está en plena consonancia con la doctrina eclesial: el Papa Pío XI, en su encíclica Charitatis Christi Compulsi, exhortaba a “correr… a adorar a Jesús bajo el velo del Sacramento” y concedía indulgencias a los que visitan frecuentemente el Santísimo.

Así la ARPU se presenta como un remedio espiritual que repara la ingratitud hacia Cristo Sacramentado y prepara a la humanidad para el Reinado eucarístico del Señor.

La entrega personal de Juana Carou fue verdaderamente heroica y mística. Se relata que ayunó diez años a pan y agua para ser digna de tan alta misión. Sus visiones reflejan la ternura de Cristo: Él le decía que su brazo omnipotente no estaba atado y prometía crear “esos millones de almas que me adorarán en espíritu y en verdad”. La fundadora vivía extasiada por el amor del Señor, describiéndose a sí misma «loca de amor» por Jesús, y repetía emocionada cuánto amor preferente tiene Él a sus sacerdotes: «¡Si supieran los sacerdotes cuánto les quiere Jesús, con qué amor preferente los quiere!».

De esta forma la carta, que puedes ver entera en el enlace del final, resalta su profundo espíritu sacerdotal y su celo místico, encendidos por la devoción eucarística más intensa.

Frases destacadas:

“Por cada adorador que me traéis a la prisión solitaria de mi amor, me quitáis una espina de mi cabeza.”

“¿Piensas tú que mi brazo omnipotente está atado? Para tu consuelo ha llegado la hora de crear esos millones de almas que me adorarán en espíritu y en verdad.”

«¡Si supieran los sacerdotes cuánto les quiere Jesús, con qué amor preferente los quiere! ¡qué es lo que pierden al no fiarse de Él!, al no contar con Él siempre en la Santa Misa, en el púlpito, en el confesionario […], en no darle lugar de preferencia en sus conversaciones, sermones, pláticas, hablando siempre de la Santísima Eucaristía,[…]»

O Jesús está presente en la Eucarístía o no está”. Si Jesús no está realmente en la Eucacaristía, sobra toda la Jerarquía eclesiástica y no es verdad nuestra Religión; si está ¿donde se vé la compañía de los católicos a Jesús Sacramentado…? Yo veo muchos, infinidad de Sagrarios, más solitarios que los más abandonados cementerios… Llenarlos de lámparas vivas continuamente.”

Para ver la carta completa

2. BREVE BIOGRAFÍA DE DOÑA JUANA CAROU

 

1. – Breve biografía de DOÑA JUANA CAROU RODRÍGUEZ.

«Figuras y textos Eucarísticos» de José Luis Esteban Vallejo (Fig. 67, pág 314)

 

 

Nació en Huelva el día 24 de Agosto de 1874. Desde niña fue muy devota de la Virgen Santísima, acudiendo a Ella en sus necesidades espirituales y corporales; el 15 de mayo de 1885, hizo su Primera Comunión, entregándose totalmente en manos de Dios y se consagró a Él con ansias de amor; siendo ya encendidísima, desde sus tiernos años se vio favorecida con gracias muy singulares de Dios.

Devotísima del Santísimo Sacramento, podríamos decir que ante el Sagrado vivía día y noche. Ante el Sagrario “había levantado su tienda”, y ni un momento la abandonaba, hasta cuando más reclamaban su actividad los deberes de familia y luego sus deberes profesionales que cumplió siempre con gran fidelidad.

Su director espiritual fue por un tiempo, el ya Santo (16-octubre-2016), D. Manuel González García hasta que fue promovido Obispo de Málaga, luego tuvo otros varios. Fue primera “María de los Sagrarios” en donde trabajó visitando varios pueblos con otras compañeras, también Marías.

Había en ella como una necesidad irresistible de acompañar a Jesús en sus Tabernáculos. ¡Qué penas las suyas, al verle en esa resignada soledad a que los cristianos le condenan! ¡Qué ansias las suyas para acabar con esa vergüenza, hija de una fe adormecida y de una manifiesta ingratitud por parte de los hombres…!

Compuso muchas poesías que son expresión y exponente del sentir de su alma al respecto.

Nadie como ella -acaso- ha sentido las hieles de esta realidad: Jesús hambriento de nuestro amor, se ha quedado en medio de nosotros en el fondo de nuestros Sagrarios. Nadie tampoco, como ella, ha sentido la angustia de verlo tan solitario en medio de nosotros.

Toda su vida ha girado alrededor de esto, y todos sus esfuerzos a esto se encaminaron: a llevar almas a Jesús; a rodear de almas amantes sus Sagrarios; a que viva Él con nosotros, ya que entre nosotros se quedó y entre nosotros mora. No es extraño que Él la eligiera para fundar la obra de la ADORACION REAL, PERPETUA y UNIVERSAL al SANTÍSIMO SACRAMENTO.

Fue en el año 1906 cuando el Señor le manifestó como en “barruntos el deseo de ser adorado por todos los hombres, todos los días y a todas las horas en el Santísimo Sacramento”, instándole a que fundara y propagara la Obra de la Adoración mostrándole, según relata ella misma, el sitio especial del Cielo reservado a los que la ayudaran y a todos los adoradores.

El 10 de agosto de 1915 quedó viuda y tan pobre en recursos económicos que se vió obligada, con el auxilio de la Divina Providencia (a la que acudió solícita en momentos de extrema pobreza), a prepararse con los estudios de magisterio en donde obtuvo el título de Maestra, ingresando poco después, previas brillantísimas oposiciones, en el Magisterio Nacional del que fue y será legítima gloria. Fue maestra en Cartagena; andaba en la lucha desde el año 1919 basta que fue trasladada a San Bartolomé de la Torre, también en Huelva, en Septiembre de 1921.

De su matrimonio tuvo dos hijos, uno falleció a los pocos meses de edad y luego, de viuda, fue grande su trabajo para mantener a su otro hijo y ayudar a sus padres.

El 5 de abril de 1924 el Granito de Arena, órgano de las “Marías de los Sagrarios”, la puso en contacto con D. José Llés, Arcipreste de Aget, surgiendo la Obra de la Adoración que tanta gloria debía dar al Señor. Trabajó infatigablemente por esta Obra, viajando a Madrid en donde tuvo varios contactos y entrevistas y en donde ganó para la causa  personalidades eclesiásticas tales como al P. Rubio (San José María Rubio), al auditor de La Rota y asesor de la Nunciatura, D. José Solé, preconizado obispo de  Víc, quien murió antes de ser consagrado.

Como fundadora principal dio comienzo “oficial” a su Obra con fecha del día 8 de agosto de 1927 al crearse el primer centro de adoradores de Jesús (en la Adoración Real, Perpetua y Universal) en Cercedilla- Madrid.

3. AUTOBIOGRAFÍA DE DOÑA JUANA CAROU

AUTOBIOGRAFÍA DE DOÑA JUANA CAROU

INTRODUCCIÓN

Juana Carou: Hija, esposa, madre y fundadora:

Juana Carou nació en Huelva en 1874 y creció en un hogar muy piadoso. Desde niña fue «muy devota de la Santísima Virgen» y entregó su corazón a Dios con “ansias de amor” (como ella misma cuenta). Vivía casi permanentemente ante el Sagrario: según la tradición, “ante el Sagrario había levantado su tienda”. A los 13 años experimentó visiones del Señor y, a los 17, vió claramente «sentado en mi corazón a Nuestro adorado Jesús». En su autobiografía describe esos momentos en que «era como una presencia invisible para los ojos del cuerpo pero visible para el alma». Aquellas experiencias místicas, junto con prácticas intensas de oración y penitencia, forjaron desde su juventud una profunda sensibilidad espiritual.

Cerca de los 21 años contrajo matrimonio, pero su piedad no disminuyó: «después de casada, continué con la misma vida de piedad que tenía de soltera; mejor dicho, se aumentó mi piedad». Dio a luz dos hijos –uno murió muy pequeño– y quedó viuda en 1915. Ante la necesidad, terminó sus estudios de magisterio y se convirtió en maestra para mantener a su hijo y ayudar a sus padres. En su misma casa vivió como en un “convento” espiritual: «mi casa sería el convento; […] yo amaría a Jesús Sacramentado desde mi humilde hogar con todo el amor divino». Siempre atenta a sus directores espirituales, acató cada indicación: por ejemplo, cuando le mandaron moderar algunas iniciativas de apostolado y penitencias, obedeció dócilmente.

Desde 1906 sintió el llamado divino a fundar la Adoración perpetua. Según su relato, el Señor le reveló «el deseo de ser adorado por todos los hombres… en el Santísimo Sacramento», instándola a fundar esa Obra. Aunque en algunas etapas los sacerdotes le aconsejaron posponer o suspender sus planes, Juana siguió humilde hasta la meta. Finalmente, el 8 de agosto de 1927 inauguró el primer centro de la Adoración Real Perpetua en Cercedilla (Madrid), dando inicio oficial a la congregación que hoy perdura. Todos sus esfuerzos estuvieron dirigidos a “llevar almas a Jesús” en el Sagrario.

Este breve resumen apenas roza la riqueza de su autobiografía, que recoge con detalle su fervor eucarístico y su entrega total al designio divino.

Se destacan estas poesías que muestran la riqueza de su alma contenida en su carta autobiográfica:

«La primera estrofa que brotó de mi corazón y de mi alma al sentirme encendida en aquel fuego divino, al sentirme herida con aquella flecha o centella de amor divino, fue esta:

Aunque soy vil gusanillo

De la terrenal morada

Tengo el alma enamorada

De tus bondades, Señor.

Y como los Serafines

Señor, yo quisiera amarte

Y eternamente cantarte

Mil y mil himnos de amor. 

«Para expresar a Nuestro adorado Jesús mi pena por haber abrazado el estado de matrimonio, le compuse esta estrofa»:

 De mi alma las flores primeras

Jesús mío, no te puedo ofrecer

Porque niña ignorante yo era

Sin saber lo que debía hacer;

Más ya triste, pasada mi vida

Mi alma siente profundo dolor

Pues no puedo ofrecerte Dios mío. 

Para ver la carta autobiográfica

4. APROBACIÓN DE LA A.R.P.U Y SU CARISMA

 

2. – Abrobación de la Adoración Real, Perpetua y Universal y su carisma

Doña Juana Carou, antes de morir vio aprobada la Obra por muchos prelados, extendida por casi toda España y fuera de ella, obteniendo el título de “Archicofradía” y contando con Cofundadores tan valiosos como San Manuel González García, San José María Rubio, S.J., el Obispo de Oviedo, Consiliario Nacional de Acción Católica, D. Juan Bautista Luis Pérez, (“el teólogo de la Obra”) y el sacerdote mártir  José Llés (iniciado ya su proceso de beatificación por martirio), quienes obtuvieron la aprobación de la Santa Sede.

Nuestro Santísimo Padre, el Papa Pío XI, a petición del Reverendísimo Sr. Obispo de Oviedo, les hizo gracia de un autógrafo bendiciendo a todos los adoradores.

En Huelva, después de las vísperas, 5 de Enero de 1933, a los 58 años de edad, en plena fiesta de la Adoración por antonomasia, los Santos Reyes, se durmió en el Señor con fama de santidad entre sus alumnas y conocidos.

Que Dios bendiga esta Obra para realizar cada vez con más fruto el designio del Señor sobre Doña Juana Carou Rodríguez y así se cumplan las palabras de Jesús recogidas en la medalla, en el escudo y la bandera… de nuestra Asociación y Movimiento eucarísticos que contienen de alguna manera el carisma de la ARPU: “QUIERO SER ADORADO DE TODOS LOS HOMBRES Y A TODAS LAS HORAS  EN EL SANTISIMO SACRAMENTO EN TODOS LOS SAGRARIOS DE LA TIERRA”.

Acaso sus poesías sean un bello espejo para ver el alma y espíritu eucarísticos de la Fundadora de la ARPU, DOÑA JUANA CAROU RODRÍGUEZ.

 

X ENCUENTRO-CONGRESO EUCRISTICO NACIONAL

Oviedo-Marzo 2001

5. DATOS SOBRE LA SANTA MUERTE DE DOÑA JUANA CAROU

Esta nota y verso están copiados de la Revista “Aránzazu”  Núm. 150 del 15 de noviembre de 1933.

Doña Juana Carou, fué la iniciadora de la hermosísima obra de la Adoración Real, Perpetua y Universal al Santísimo Sacramento del Altar. Sus versos transcritos, tan hondamente sentidos, revelan su inmenso amor a la Eucaristía. Ya en ellos se advierte, como un don profético, “la huella que dejarásu gran iniciativa de “La obra de la Adoración Real, Perpetua y Universal al Santísimo Sacramento del altarque va extendiéndose no sólo en España, sino por todos los confines del mundo. En todas las iglesias parroquiales de Bilbao, está ya establecida esta piadosísima práctica, contándose en sus filas crecidos núcleos de fieles, hombres y mujeres, que velan al Santísimo sin abandonarle un instante. La Obra de la Adoración avanza considerablemente también en Guipúzcoa – Así en Oñate, en Mondragón, en Arechavaleta-. Pueden participar en ella cuantos lo deseen. Pídanse informes en los templos parroquiales.

Doña Juana Carou murió santamente en Enero del presente año, la víspera de la festividad de la Adoración de los Santos Reyes. Su vida fue un bello y conmovedor canto amoroso de la Eucaristía, y en todo momento procuró ampliar y enraizar este culto al Santísimo. Muy pronto será publicada su vida ejemplar y de hermoso fruto para las almas pías.

 

 A JESÚS SACRAMENTADO

Muerta he de estar, ¡Amor de mis amores!

Muerta he de estar y en polvo convertida,

Y mis cenizas, ¡Vida de mi vida!

Han de cantar tus glorias y loores.

Y de mi ser los átomos perdidos

Vagarán por el ancho firmamento

Y a tu Sagrario volarán rendidos,

A adorarte en tu Augusto Sacramento.

Muerta he de estar, Señor, materia inerte

Será mi corazón, ceniza fría;

Te adorará, Señor, de noche y día:

Y en mi cadáver, en mi cuerpo frío.

Del santo fuego que mi pecho inflama,

Tu podrás contemplar, dulce Amor mío,

La huella que dejó su ardiente llama;

Y hallarás el recuerdo peregrino

Del divinal amor que arde en mi pecho,

En esa huella que tu amor divino

Dejó en mi pobre corazón deshecho.

Muerta he de estar, Señor, y mis despojos,

Mezclados con la tierra de la fosa;

Y las frías cenizas de mis ojos,

Te enviarán mirada cariñosa;

Que de mi cuerpo la ceniza helada,

Doquiera que repose a su manera,

Aunque esté convertida en polvo y nada,

Te adorará, Señor, cuando me muera.

Muerta he de estar, Divino Jesús mío,

Y sin cesar te adoraré, Señor;

De mis restos el polvo helado frío

Te cantará eternal himno de amor.

Y hasta los fuegos fatuos que mis huesos

Produzcan en el campo funerario,

Serán, ¡Dulce amor mío!, Santos besos

Que mis labios envían al Sagrario.

En su fragancia la silvestre flor

Que nazca donde está mi sepultura,

De mis frías cenizas al calor,

Te llevaré mis cantos de ternura.

Y del aire las alas al tocar

Mis restos fríos, mi ceniza helada,

Al volver tu Sagrario a acariciar,

Te llevará los besos de mi nada.

Y hasta las bellas gotas de rocío

Que besan las corolas de las flores

Que crezcan do reposa el cuerpo mío,

Convertidas en mágicos vapores,

Con las alas del viento confundidas,

Entrarán en tu templo Sacrosanto,

Y a tu Sagrario llegaran rendidas

De mi cadáver el humilde canto.

Alma no tiene, Dueño idolatrado,

El sol fulgente que en el cielo brilla,

Y sin cesar te adora, Dueño amado,

Canta tus glorias y ante ti se humilla.

Alma no tiene la brillante estrella

Que esparce su fulgor en noche oscura,

Y vertiendo en el éter la luz bella,

Canta Señor tu gloria y hermosura.

Alma no tiene la fragante flor

Que ostenta su belleza en el jardín,

Y al exhalar su delicado olor,

Te adora cual ardiente serafín.

Así mis restos en la oscura fosa,

Sin derramar fragancia ni fulgor,

Bajo la fría y olvidada losa,

Te cantarán tu gloria y tu loor.

Y tú, Señor, que ves lo que escondido

Existe para el hombre en este suelo,

Verás mi cuerpo , en polvo convertido,

Que te adora, Señor, como en el cielo.

Lea la carta que relata la preparación para la muerte, su fama de santidad hasta el punto que tras su muerte arramplaron de su casa con cualquier cosa que pudiera ser considerada una reliquia. Gracias a Dios no encontraron sus escritos y domcumentación de su Obra.

6. PROCESO BEATIFICACIÓN DOÑA JUANA CAROU RODRÍGUEZ

 

Agradecemos, Señor Obispo, su necesaria mediación para iniciar una causa que deseamos y esperamos dé mucha gloria a Dios y sea estímulo para que la ARPU siga en nuestros tiempos el camino que inició ella hace más de un siglo: promover la fe en la presencia “por antonomasia” de Jesucristo en la Eucaristía, fomentar la adoración al Santísimo Sacramento, eucaristizar la vida de aquellos a quienes puedan llegar sus apostolados. El carisma recibido por Doña Juana Carou Rodríguez, y con fidelidad promovido, está reconocido por la Iglesia. Que Dios ponga también ahora su mano sobre sobre ella para que sea reconocida la santidad de la Fundadora principal de la ARPU.

Muy agradecidos, reciba un cordial y respetuoso saludo de este sacerdote y esta seglar en nombre de los demás miembros del Consejo Nacional de la ARPU y de tantos que han expresado su deseo y súplica en las firmas que se le adjuntan [se enviaron cientos de firmas: 896 en concreto].

Todos le estiman y encomiendan al Señor sus intenciones y actividades pastorales.

 

Burgos, 13 de julio de 2019, memoria de la Bienaventurada Virgen María en sábado.

Firmado:  José Luis Esteban Vallejo, Pbro.,  Delegada Nacional y por los demás asistentes.

Lea la carta del Sr. Obispo de solicitud de Beatificación de Dª Juana Carou cliclando en esta página.

 

DEMUESTRA CUÁNTO SABES. RESPONDE EL CUESTIONARIO
 

#1. ¿Cómo se llama la fundadora de ARPU?

#2. ¿Dónde nació Doña Juana Carou?

#3. ¿En qué año hizo su Primera Comunión?

#4. ¿Quién fue su primer director espiritual?

#5. ¿Qué obra fundó Dª Juana Carou?

#6. ¿En qué ciudad se fundó el primer centro oficial de adoración?

#7. ¿Qué cargo desempeñó profesionalmente?

#8. ¿Qué fecha marca el inicio oficial de su obra?

#9. ¿Qué le manifestó en 1906 el Señor a Dª. Juana?

#10. ¿Qué son «las Marías de los Sagrarios»?

#11. ¿A qué pregunta responde el fin fundamental de la ARPU?

#12. ¿A quién tiene especial amor preferente Jesús Sacramentado?

#13. ¿En vísperas de qué fiesta murió Dª. Juana?

#14. ¿Qué valor se resalta para promover la beatificación de Dª. Juana Carou?

Previa
Finalizar

Resultados

¡ENHORA BUENA!, ESPERO QUE PODAMOS VERNOS DE NUEVO PRONTO CON OTROS VÍDEOS Y OTROS CUESTIONARIOS. MIENTRAS TANTO, ¡NOS VEMOS EN EL SAGRARIO!

TAL VEZ NECESITAS REVISAR DE NUEVO EL VIDEO O REVISAR LA WEB. SEGURO QUE A LA PRÓXIMA LO SACAS TODO PERFECTO. ¡NOS VEMOS EN EL SAGRARIO!.

HISTORIA

 

PRIMERA PARTE DE LA HISTORIA DE LA ADORACIÓN

PRIMERA PARTE DE LA HISTORIA DE LA ADORACIÓN

(Carta de Dª. Juana Carou, Copia del Original)

Arcipreste de Ager

JOSÉ LLES

Allá en el año 1898, si mal no recuerdo, leí yo [Libro “Finezas” de un P. Carmelita] que la Virgen Santísima había manifestado a una sierva suya, que si alguna pena pudiera tener ella en el cielo sería la de ver a su Hijo Santísimo tan solo en el Sagrario. Recuerdo perfectamente que al leer esto me conmoví profundamente, llena de compasión, porque la Virgen Santísima pudiera tener aquella pena; y alzando los ojos al Cielo le dije: ¡Oh Madre mía!  ¡Si yo pudiera quitarte esta pena que tú dices que pudieras tener!.  Como Vd. comprenderá, creo que fueron estas palabras, aunque lo esencial es la idea.  Algunas veces volvía esta idea a mi mente y yo repetía a la Virgen Santísima las mismas palabras, y así se fue pasando el tiempo.

Desde niña, fui muy devota de la Virgen Santísima. A Ella acudía en todas mis necesidades espirituales y corporales. La amaba con toda mi alma y por eso tenía tanto deseo de quitarle la pena que Ella pudiera tener.  En esta época compuse varias poesías a la Virgen Santísima y algo después compuse treinta y una poesías en su honor para obsequiarla en el mes de mayo y un pequeño tomo dedicado también a la Celestial Señora.

No recuerdo bien la fecha, pero creo que sería el año 1899 o 1900. Desde mi habitación se veía parte de la iglesia o Parroquia de San Pedro de Huelva.  Tenía por costumbre retirarme a mi habitación cuando terminaba las ocupaciones del día y, por regla general, permanecía en ella hasta que me retiraba a descansar.  Pues bien, una noche dirigí mis ojos casualmente, o mejor dicho providencialmente, hacia la iglesia de San Pedro. Sin saber por qué ni cómo me conmoví profundamente, quizás al ver la oscuridad, silencio y soledad que rodeaba el Templo.  Me acordé de Jesús Sacramentado que estaba en el Sagrario solo, triste (si puede decirse así), con esa tristeza que causa la ausencia de las personas que amamos. En lo restante de la población, o sea, a mi alrededor, se escuchaban los ecos alegres y el bullicio propio de las grandes poblaciones. La gente iba de un lado a otro movida por ese impulso engañador de la vida. Sólo los alrededores del Templo permanecían en completa soledad. Entonces, al contemplar tan solo a nuestro adorado Jesús, brotando del fondo del corazón y de mi alma, como un himno de amor, se escaparon de mis labios estas palabras: “¡Qué solo estás Señor! pero yo te acompañaré”.

Desde aquel momento, todos los días hacía lo mismo: acompañar desde mi habitación al Divino Prisionero. Pasó el tiempo, no recuerdo cuánto, yo seguía con la misma devoción, pero mi alma experimentaba un profundo disgusto, una honda pena e incomprensible amargura cuando tenía que retirarme de aquella habitación para descansar. Entonces pensé que mientras descansaba podía seguir acompañándolo y le dije: ¡Oh, señor! mientras que duermo también te acompañaré”. Ya sabía Nuestro Adorado Jesús, que aunque yo estuviera durmiendo, en lo que mí dependiera, le estaba acompañando.

Desde aquella noche, que si no fue la primera, fue poco después, me acostaba en espíritu al pie del Sagrario y, allí pensando en Él y acompañándole, me quedaba dulcemente dormida. Pasó el tiempo y, un día, me pareció que quizá haría yo mal en acostarme en espíritu al pie del Sagrario; pensé que quizá sería irreverencia y entonces decidí consultarlo con mi Director. Lo consulté y me dijo mi Director que podía continuar con lo mismo, que no era irreverencia. De día en día mi alma se iba encendiendo en el amor al Santísimo Sacramento. Siempre que podía volaba a la iglesia. Allí me pasaba el tiempo que me permitían mis ocupaciones. Desde mi casa, como si los muros del Templo no existieran, me pasaba en espíritu al Sagrario a acompañar a nuestro adorado Jesús. De mi alma se escapaban estrofas amorosas, como himnos de amor ardiente, que yo le enviaba al Divino Prisionero.

El Sagrario tenía para mí un atractivo grandísimo, ¡irresistible!. Ya comprenderá Vd. que para que mi alma estuviese en ese estado constante de incandescencia eucarística, tenía que haber pasado antes por otros estados (que en otra comunicación le referiré, si Dios quiere). Pero ahora me concretaré a lo más preciso a fin de que Vd. pueda tener una idea más exacta de la historia de la adoración.

Comunión diaria, oración casi continua, compañía casi constante al Divino Prisionero, dejando de pensar en Él solamente en esos momentos, en que las atenciones propias de la vida, la distraen a una por la necesidad de la comunicación con nuestros semejantes. Sin embargo, durante mis ocupaciones, mientras estaba trabajando, le cantaba a nuestro adorado Jesús himnos amorosos que le expresaban el afecto de mi corazón.  En este estado estaba mi alma, cuando Él me manifestó que quería que le diesen culto en el Santísimo Sacramento.

No recuerdo bien lo que le he escrito a Vd., por esta razón, si repito algo, no le extrañe. Pues bien, creo que le conté a Vd. lo ocurrido desde el año 1906, pues, según papeles que he encontrado, fue en este año y no en 1907, como yo le decía, cuando nuestro adorado Jesús, me manifestó su deseo de ser adorado de todos los hombres en el Santísimo Sacramento.  Creo que también le he dicho a Vd. que había entregado a mi Director el proyecto del Convento, cediendo a las muchas instancias que me hacía nuestro adorado Jesús para que se lo manifestara a mi Director y temerosa de que si no se lo decía, cuando yo muriera, me castigase. Creo que también le dije a Vd. que habiendo sido trasladado por entonces mi Director y no habiéndome éste contestado nada, quedé tranquila, pues ya había hecho cuanto yo creía estaba de mi parte. Debo decir a Vd. que el Director a quien entregué el escrito referente al deseo de fundar el convento, fue el entonces Arcipreste de Huelva, hoy Obispo de Málaga [D. Manuel González que murió Obispo de Palencia].

Yo le decía a Vd. en una de mis cartas que había hablado muy poco ,o nada, con este señor de cosas interiores, pero le entregué algunos escritos y el proyecto del Convento, que me devolvió antes de marcharse. Si mal no recuerdo ocurrió esto en el año 1915 (o en el 1916). Que fue cuando se marchó de Huelva el Ilmo. Sr. Obispo de Málaga. Cuando se marchó dicho señor, quedé sin director. Yo rogaba a Nuestro  Señor me presentara al director que me tenía destinado. Por fin, creo que en el año 1916 ó 1917, Dios me puso bajo la asistencia del P. Enrique (religioso Agustino).

Durante el tiempo que transcurrió desde el año 1915 hasta 1918, la Obra de la Adoración estuvo parada, es decir, yo creí que no debía pensar en ella, puesto que ya se lo había manifestado a mi Director, como le dije anteriormente. No por eso dejaba yo de acompañar al Divino Prisionero siempre que me lo permitían mis ocupaciones.

En el año 1918 la idea del convento volvió otra vez a mi mente y ya se lo decía a algunas amigas, ya buscaba almas que le adorasen, y hasta ajusté el terreno para edificar el Convento y una pequeña capilla, confiando en que Dios me enviaría después las religiosas. Por aquel tiempo estaba yo de maestra en Cortegana (Huelva) y habiendo sido trasladada a Cartaya (Huelva) no pude realizar el plan que me había trazado. Ya en Cartaya (septiembre de 1919) comenzó nuestro adorado Jesús a instarme para que fundara la Institución que había proyectado.  Se me aparecían legiones de ángeles y, mientras yo adoraba a nuestro adorado Jesús de rodillas, Él me decía que por qué no fundaba, que Él ponía a mi disposición aquellos ángeles y que me pondría legiones de ángeles para que fundara la Institución que Él deseaba. También la Virgen Santísima me instaba para que fundase; y un día, estando yo al pie del Sagrario, mientras que la Celestial Señora me decía que fundara, le dije poco más o menos, estas palabras:  “¡Madre mía!  ¿Cómo queréis que funde si ni siquiera puedo ir a Huelva a consultar con mi Director?”. Entonces la Virgen Santísima me dijo que antes de dos meses iría a Huelva. Efectivamente, de una manera, puede decirse que milagrosa, puesto que se tenía por imposible, y sin yo solicitarlo, fui colocada en Huelva.

Volví a Huelva en diciembre de 1919. Hablé con mi director, que como he dicho antes era el P. Enrique, recordará Vd., pues se lo decía en una de mis cartas, que me dio permiso para volver a buscar almas que adorasen a Jesús Sacramentado.

Debo decirle que en el año 1906, o sea, al principio de la Adoración, nuestro adorado Jesús derramaba sobre mi alma dulzuras inefables, fervores para mi hasta entonces desconocidos. Cuando me ocurrían cosas para mí muy extrañas, yo misma no me daba cuenta exacta de lo que me sucedía. Tengo algo escrito de aquella época. Cuando pueda se lo enviaré, si Dios quiere.

La Adoración espiritual iba aumentando, sin embargo, yo tenía ansias de fundar, yo deseaba hablar del Convento, pero no tenía permiso. Empecé a comunicar al P. Enrique, por su mandato, las visiones y todas esas cosas maravillosas de las que le hablé en una de mis cartas. Por fin, el día 26 de Mayo de 1920, día de Nuestra Señora del Buen Consejo, me dio mi Director permiso para hablar del Convento. ¡Figúrese la alegría que inundaría mi alma!. Gracias a Dios, ya podía hablar del Convento, ya podía buscar almas que fueran religiosas.  Entonces se me ofrecieron varias jóvenes para ser religiosas, una de ellas ha profesado en las Adoratrices.

Cuando empecé por segunda vez la Adoración espiritual, traté de hacer una Asociación semejante a la del Sagrado Corazón de Jesús, con días de retiro, etc., pero solamente pude conseguir que se dijera una misa en los terceros jueves del mes, que hasta ahora he pagado yo, en la capilla de los RR. PP. Agustinos de Huelva. Ya la idea y noticia del Convento se había extendido por Huelva, algunas personas recordaban que hacía ya muchos años que yo había hablado de aquello mismo. La Señora del Presidente de la Audiencia de Huelva, se había enterado por una amiga mía que yo quería fundar. Me lo preguntó varias veces, yo le expuse mi plan, pero sabedora de algo extraordinario, intentaba que yo se lo dijera, para si era cosa buena, ayudarme en la Obra. Me dijo que le pidiera permiso a mi Director para decírselo todo y mi Director me lo concedió. Poco después de esto fui trasladada a San Bartolomé, no volviendo a ver más a dicha señora, que se marchó durante mi ausencia a Granada.

Como yo estaba en Huelva interinamente, estaba esperando su traslado y sentía dejar la Adoración sin una persona que cuidase de ella en Huelva. Entonces con esa simpleza que tengo, le dije al Señor estando postrada ente el Sagrario: “¡Señor! ¿a quién dejo la Adoración?”.  En aquel momento escuché un nombre. Era el de una conocida mía que había estado en las Reparadoras y por falta de salud había salido. Me fui a mi Director le conté lo ocurrido y le consulté, y mi Director me dio permiso para hablar con aquella señorita. Como le he dicho antes, la conocía, pero no lo bastante para hablarle de este asunto; me presenté en su casa y le expuse el objeto de mi visita.

Me dijo esta señorita que ella no iba a poder encargarse de la Adoración, porque tenía muchas ocupaciones y además tenía que consultarlo con su Director. Yo le dije que no tenía inconveniente, que lo consultase y que yo volvería a saber la razón. Llegó el día destinado para presentarme de nuevo en su casa y me dijo que lo había consultado con su Director y que éste había dicho que no la entendía, que fuera yo a hablar con él. Conté a mi director lo ocurrido y me dio permiso para hablar con el Director de mi amiga. Sabedora ésta de algunas cosas extraordinarias que me ocurrían, se las comunicó a su Director y este señor, cuando fui a hablar con él me recibió con cierto aire de extrañeza y severidad. Figúrese Vd. cómo me quedaría. Empezó a preguntarme y concluyó por decirme que estaba muy mal dirigida. Yo noté que aquello era una tormenta, una prueba que nuestro adorado Jesús permitía, y traté de contestarle dejando ver todo cuanto podía el misterio de hacerse cargo. Le dije una poesía de esas que le he enviado a Vd., que tan claramente expresan mi amor a Jesús Sacramentado y, cuando la oyó, variando de tono, me dijo cariñosamente y con dulzura: “¿Eso lo ha hecho Vd., hija mía?».

Sin embargo, esto fue una serenidad momentánea, la tormenta avanzaba amenazadora. Por fin, a última hora me dijo que él no le había dicho a mi amiga que fuese yo a hablar con él y que ésta no podía encargarse de la Adoración. Figúrese cómo me retiraría de allí. Claramente me había dicho que yo iba por mal camino al decirme que no estaba bien dirigida y no habiendo mudado de parecer cuando yo le dije que mi director era el P. Enrique.

Debo advertírle que este padre era también Agustino y fama de buen Director. Pero todavía me esperaba más. Mi amiga volvió a confesar con él, a ver qué le decía a ella después de haber hablado conmigo y me dijo que le había dicho que yo estaba ilusa y ¡que eran cosas del demonio!. Ya Vd. puede calcular el efecto que esto haría en mi alma. Inmediatamente me fui a ver a mi Director y le conté lo ocurrido. Entonces me dijo mi Director que él no veía nada, pero que me fuera a confesar con él y que hiciera lo que él me mandara. Volví de nuevo a confesar con el Director de mi amiga y le dije que le había contado todo lo ocurrido a mi Director y que éste me había mandado confesar con él y que yo estaba dispuesta a hacer lo que él me dijera. Entonces me puso regla para confesarme y yo le dí cuenta más detallada de mi conciencia. Le dí más detalles de mi vida. Volví el día señalado para confesar por segunda vez con él y entonces me prohibió todo lo de la Adoración. Me dijo que no volviera a hablar con nadie de este asunto y me prohibió que buscase almas que adorasen a nuestro adorado Jesús en el Santísimo Sacramento de su Amor. Yo le prometí hacer lo que me mandaba y ¡figúrese Vd. cómo estaría mi alma! Ya esta vez me dijo que iba bien y mi alma se tranquilizó un poco. También me dijo que él no había dicho que fuera una ilusa y que tampoco había dicho que eran cosas del demonio, ni que yo estaba mal dirigida. Sin duda mi amiga y yo nos enteramos mal. Me instó a que dejara todo lo de Adoración.

Por un lado, mi alma estaba tranquila pero, por otro lado, el quitarme lo de la Adoración era quitarme la vida de mi alma. Me conformé, porque así lo quería Dios, pero la amargura rebosaba en mi alma. Mis ojos se llenaron de lágrimas ¿todo estaba perdido?. Yo miraba a nuestro adorado Jesús oculto en el Tabernáculo y le presentaba la paz y amargura que había en mi corazón. Obedecía a mi nuevo Director y estaba resuelta a obedecer en todo, con ánimo de continuar con mi Director a fin de que me conociese bien, pues tenía dulce esperanza de que había de cambiar de opinión, pero no podía arrancar de mi corazón el deso de fundar y buscar almas que adorasen a nuestro adorado Jesús en Santísimo Sacramento. Además, el mandato de este Director me había producido honda pena. Entonces me arrodillé ante el Sagrario y derramando lágrimas de amargura y dolor, le dije a nuestro adorado Jesús: “¡Señor! Me han prohibido que te busque almas que te adoren, pues bien, yo te dejaré aquí mis lágrimas para que te acompañen”. Y regando el suelo del sagrario con ellas, me marché algo más consolada. Sin embargo, yo lloraba día y noche. No podía consolarme y ponía de manifiesto a nuestro adorado Jesús mi profundo dolor y amargura. En uno de esos dichosos momentos en que me veo cerca de Él, cuando parece que me escucha amorosamente y atiende mis deseos, brillando en su divino rostro la compasión al ver mi pena, entendí que me dijo que pronto pasaría aquello ya que sería trasladado mi Director”. Dulce esperanza penetró en mi alma y yo esperaba que aquello tuviese fin.

Al principio de mayo de 1921 fue cuando confesé por primera vez con este Director y del 15 al 20 de mayo, cuando me prohibió todo lo de la Adoración. Pues bien, el día 24 del mismo mes, noté yo en la Capilla, entre las hijas de confesión de dicho señor, cierto movimiento extraño; pregunté y me dijeron que se marchaba al día siguiente. ¡Figúrese Vd. cómo me quedaría! ¡Cómo me acordaba yo de lo que nuestro Adorado Jesús me había dicho!. Debo decir a Vd. que esto se lo había comunicado yo a mi amiga, por eso, cuando el Padre se marchó, tanto ella como yo nos quedamos asombradas al ver lo que había ocurrido. Sin embargo, no quise dejar de confesar con él y le dije que me aconsejara lo que tenía que hacer. Entonces me aconsejó que fuera con el P. Enrique y que hiciera lo que él me mandara. Después se despidió de mí muy amable. Yo volví al P. Enrique y le conté lo ocurrido. Después le pregunté qué hacía, -“lo mismo que antes”-, me contestó. Respiré. ¡Gracias a Dios! ¡qué losa se me había quitado del alma!. Aquella misma tarde ingresaron en la Adoración cinco personas.

En Septiembre de 1921, me marché a San Bartolomé. En este pueblo empecé a hablar de la fundación del Convento, sin obtener resultado favorable. Solamente dos señoras me ofrecieron sus hijas para religiosas, pero ¡son todavía tan niñas!. Son alumnas de mi escuela y la mayor tiene 12 años. La señora que ha donado el edificio, también tiene grandes deseos de que su hija sea religiosa de la Adoración, pero también es muy niña. Durante las vacaciones se me han ofrecido en Huelva algunas señoras para ser religiosas, como en algunas de mis cartas le he dicho a Vd. En este estado estaba el asunto de la Adoración cuando mi amiga me envió el “Granito de Arena” que contenía las “Ansias de un Arcipreste”.

 

 

SEGUNDA PARTE DE LA HISTORIA DE LA ADORACIÓN

EGUNDA PARTE

 

EXTRACTOS DE CARTAS DE Dª. JUANA CAROU AL PADRE D. JOSÉ LLES

Sr. Arcipreste de Ager.  Huelva, 5 de agosto de1925.

Respetable Padre:

“ Yo también algunas veces creo que me falta poco para morir de amor por Él, pero después pasa. Y después de todo ¿qué más pudiéramos apetecer que morir en un acto de amor a nuestro adorado Jesús en el Santísimo Sacramento de su Amor? Yo sigo con las mismas ansias de fundar que antes; si me dejaran cruzaría el mundo buscando almas que adorasen a Jesús Sacramentado. Cada vez tengo más valor para hablar con quien sea necesario. Le digo a Vd. que estoy loca, ¡bendita locura! ¡ah! Así quisiera yo ver al mundo entero, loco de amor por Jesús Sacramentado. Nuestro adorado Jesús continúa, como siempre, colmándome de favores, que no merezco, y manifestándome el deseo que tiene de ser adorado de todos los hombres en el Santísimo Sacramento del Altar…”

Hay un párrafo largo en el que describe, como ella sabe hacerlo, de mano maestra, la unión del alma completamente enamorada y el abismarse en el seno de la divinidad y diciendo lo del Apóstol: “Ya no vivo yo, sino que vive Cristo en mí”.

Lo expresa y comprueba con estas palabras: “Se parece mi alma a una mariposa que da vueltas alrededor de la luz y hasta que no consigue abrasarse en ella, no deja de revolotear. ¡Sí, Padre!, yo doy vueltas alrededor de Nuestro adorado Jesús hasta que, como la mariposa, caigo abrasada de amor dentro de Él mismo. ¿Puede esto ser así? Vd. lo sabrá. Yo, por mi parte, sé decirle que, muerta entonces a  todo lo del mundo, disfruto de la eterna vida, disfruto de la gloria inefable de vivir unida a Dios, con el Amor de los amores, con Jesús Sacramentado. Padre, esto es gozar del Cielo en la tierra y, ¿cómo no? ¡si el mismo que está en el Cielo es el mismo que está en el Santísimo Sacramento…!”.

“El día 3 del actual [mes] estaba el Santísimo Sacramento expuesto y yo le adoraba como siempre. De pronto vi -sin desaparecer la Sagrada Hostia, como si fuera transparente pero permaneciendo igual que se ve naturalmente-, como si pudiera transparentarse y ver lo que había en Ella.

Me pareció que detrás de la Sagrada Hostia veía a nuestro adorado Jesús. Estaba sentado, tenía su Sagrado pecho abierto y me mostró su Sagrado Corazón abierto. También me parecía arder. Y me dijo, de esa manera tan dulce y clara como Él manifiesta sus deseos, estas palabras:

– “Hija mía, hija mía, mira como arde mi Corazón con las ansias, ansias de ser adorado de todos los hombres en el Santísimo Sacramento”.

Yo entendí perfectamente, como siempre, que se refería a la fundación de la Adoración. ¿Ve Vd. cómo Nuestro adorado Jesús continúa  instándome, animándome a fundar cuanto antes la Institución religiosa de la Adoración Real, Perpetua y Universal al Santísimo Sacramento?.

Muchísimo más pudiera contarle de estas cosas, pero para ello sería necesario ir escribiendo todo lo que me sucede con detalle, y no dispongo del tiempo suficiente. Por eso le comunico lo que considero más necesario. En otra ocasión, si puedo, continuaré relatando algo más de esto…”.

DE Mi COSECHA (P. José Lles)

Yo considero que para conseguir gracias especiales, luces y favores extraordinarios hay dos días y, de estos dos días, dos horas bien señaladas: La Hora Santa del Jueves precedente al primer Viernes de cada mes y la hora que dura la Misa en el altar del Sagrado Corazón para la Comunión General Reparadora de mis feligreses y socios del Apostolado de la Oración. Misa que digo yo con egoísmo y no cedo a nadie. En ellas he entendido que en  1906 fue la primera aparición del Sagrado Corazón[texto narrado por Dª. Juana en el párrafo superior], casi idéntica a esta del 3 de agosto de 1925; pues que en aquella se abre el periodo de preparación para la Gran Obra y en esta se cierra, porque arriba ha sonado la hora de fundar de una vez la Adoración que coincide precisamente con el pontificado de Nuestro Señor que ha de ser glorioso y fecundísimo entre todos los pontificados más gloriosos y fecundos. Amén.

COPIA LITERAL DE LA VISIÓN DE DOÑA JUANA CAROU, EXTRACTADA DE LA CARTA ORIGINAL DE FECHA 24 DE ENERO DE 1926, QUE CON OTROS ESCRITOS AUTÓGRAFOS, GUARDA EL ARCIPRESTE DE AGER.

«Hace tres o cuatro noches, poco después de haber vuelto a visitar al Santísimo Sacramento, se me apareció Nuestro Señor Jesucristo, con la Cruz a cuestas. No me dijo nada. Yo no sabía qué significaba aquella visión que duró mucho y se me quedó impresa. Después se me volvió a aparecer otra vez, en la misma forma que la vez anterior y, de una manera que yo no puedo explicar, puso en mi memoria o ante mi vista, la Obra de la Adoración, me dijo:

– “Date prisa”. Entonces comprendí que nuestro adorado Jesús quería que se activara el asunto de la Adoración.

COPIA LITERAL DE OTRO ESCRITO DE LA VIDA INTERIOR DE DOÑA JUANA CAROU, RECIBIDO EL 10 DE ENERO DE 1926, CUYO ORIGINAL GUARDA, CON OTROS, EL ARCIPRESTE DE AGER, A QUIEN VAN DIRIGIDOS.

«Vea Vd. lo que me ocurrió en Huelva este verano pasado, mientras esperaba el ansiado telefonema o la contestación a mi carta del Rdmo. Padre Vicario General: Oraba yo ante el Sagrario, en la capilla de los RR. PP. Agustinos. El Santísimo Sacramento estaba expuesto a la Adoración de los fieles. Yo miraba a la Sagrada Hostia como la miro siempre, esto es, viendo que nuestro adorado Jesús ve lo que pasa en mi alma, que me ve a mí, entendiendo sus deseos y deseándolos ver realizados. De pronto vi que, entre la imagen de Nuestra Señora de la Consolación y el Santísimo Sacramento, se apareció como bajando del cielo la Santísima Virgen. Primero no vi más que el vestido de la Celestial Señora, que era encantador, sonriente y agraciado y el manto de color verde esmeralda, algo más bajo que el vestido y que sostenían dos ángeles por la parte inferior, o sea, por abajo. La Santísima Virgen, me sonrió cariñosamente sin variar la expresión de dulzura, amabilidad y cariño que expresaba su celestial semblante y me dijo que le agradaba mucho lo que estaba haciendo por la Adoración del Santísimo Sacramento; que, en premio de esto, Ella estaría siempre a mi lado y que me acompañaría cuando fuera a Sevilla a ver al Rdmo. Padre Vicario General. El Altar estaba lleno de Ángeles. La Santísima Virgen no tenía al Niño Jesús en sus brazos.

De repente, como si saliera o hubiera salido, sin yo verlo, de la Sagrada Hostia, vi venir desde el Altar hacia mí al Niño Jesús. Yo le puse mis brazos como hago algunas veces cuando comulgo y el Divino Infante, sin descansar sobre ellas, con sus manecitas me acarició la cara y volvió otra vez al Altar. Enseguida volvió a venir otra vez haciendo lo mismo que la vez anterior, volviendo otra vez al altar y desapareciendo enseguida. La Virgen Santísima y los Ángeles quedaron en el altar hasta que reservaron al Santísimo Sacramento, desapareciendo después la Santísima Virgen y los Ángeles; es decir, desapareció la visión, quedando el altar como siempre y en mi alma la grata impresión recibida, en mi memoria el agradable recuerdo y en mi corazón la dulce y consoladora esperanza de que la Santísima Virgen fuera conmigo a ver al Rdmo.  Vicario General de los Franciscanos, para buscar la adoración de su Santísimo Hijo en el Santísimo Sacramento del Altar».

«Durante mi  entrevista con el Rdmo. R. Vicario General, no vi a la Santísima Virgen  y, acordándome después de esta visión y promesa hecha anteriormente, me extrañó; entonces me fue manifestado, comprendí o entendí, que no vi a la Santísima Virgen porque estaba detrás de mí cubriéndome con su manto. De vuelta a San Bartolomé, durante el camino, que estaba intransitable, se me apareció la Celestial señora, cumpliéndome la promesa que me había hecho, dándome a entender, o comprendiendo yo, que aunque yo no la había visto. Ella me había acompañado. También se me apareció el Santísimo Sacramento en la forma en que se me aparece muchas veces. Además el Auto estaba rodeado de Ángeles. ¡Figúrese Vd. como estaría mi alma! Esto que le digo de la visión primera  o promesa de la Santísima Virgen, fue lo que yo le dije a Vd. en una de mis cartas que tenía que decirle».

«Una noche estando en oración vi un trozo de Cielo y el sitio tan alto y tan cerca de nuestro adorado Jesús que tienen destinado los que adoren al Santísimo Sacramento. Nuestro adorado Jesús me dijo:

– “Este es el sitio que tienen destinado los que me adoren en el Santísimo Sacramento”.

Y al pensar yo que había muchas almas que adorasen al Santísimo Sacramento y que aquello que me decía en aquella visión Nuestro adorado Jesús, me parecía una promesa para los de la Adoración o Institución religiosa que nosotros deseamos fundar, y que gracias a Dios, podemos decir que está empezada, entendí que quería decir o significaba: “Este es el sitio que ocuparán o tendrán como premio, los que te ayuden en la Obra de la Adoración. Y algo después, me dijo:

– “No miraré los pecados, porque de tal manera les daré mi gracia que no volverán a cometerlos, y si por flaqueza cayesen, se arrepentirán enseguida hasta morir en mi gracia».

Esto es una promesa de perseverancia final.»

«Muchas veces mientras que escribo sus cartas se me aparece el Santísimo Sacramento, y del centro de la Sagrada Hostia sale un haz de rayos de luz celestial, a manera de «foco», que llega hasta mi pecho como dándome a entender cuánto le agrada y cuánto le complace la Obra de la Adoración. Cuando me sucede esto, le digo:

– “Dios mío, yo os amo”

y sigo escribiendo. También se me aparece muchas veces aunque no esté escribiendo, cuando estoy sola, y algunas veces delante de la gente. No sé si  Vd. quiere o necesita saber algo más de lo que me ocurre y si desea que concluya de escribir o continúe escribiendo mi vida interior. Dígamelo para ir escribiéndola y enviársela lo más pronto que pueda.

Debo hacer una declaración respecto a la visión del premio a los que ayuden a la Adoración. Quizá se podrá pensar que entre los que adoran al Santísimo Sacramento y los que ayudan a la Obra de la Adoración hay una notable diferencia, como si fuera más meritorio adorar solamente que adorar y, además, ayudar. Pero yo lo entiendo al contrario: ayudar a la Adoración es, en realidad, una forma más elevada de adorar al Santísimo Sacramento.

Esto es así porque , para colaborar con la Obra de la Adoración, se requieren más gracias y mayor fervor que para limitarse a la adoración personal. Quien decide a ayudar a la adoración recibe, desde ese momento, gracias más abundantes que cuando sólo se dedicaba a adorar.

Para adorar al Santísimo Sacramento se necesitan centellas, fuego de amor divino; pero para ayudar a la Obra de la Adoración se necesita este mismo fuego y, además, abrasarse en él, estar sumergida en él, consumirse por él.

Por eso hay tantos adoradores y tan pocos que se deciden a ayudar a la Obra. Cuanto mayor es el fuego, cuanto mayor es una hoguera, da mayor resplandor, más claridad, esparce más luz a su alrededor. Para entender esta Obra de la Adoración es menester mucha luz, mucho fuego para que haya más luz y este fuego sólo existe en el alma de aquel que quiere ayudar, porque ha recibido luz para comprenderla.

Por tanto, vea Vd. como es una gracia especial de Dios, el querer ayudar a la Obra de la Adoración al Santísimo Sacramento del Altar, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.»  

José Llés. Pco. Arcipreste (Rubricado)

(Ager, 10 de enero de 1926)

DEMUESTRA CUÁNTO SABES. RESPONDE EL CUESTIONARIO
ORIGENES DE LA ADORACIÓN REAL, PERPETUA Y UNIVERSAL (A.R.P.U): 1906-1927

 

FECHAS MEMORABLES DE LA ADORACIÓN PERPETUA (PRIMERA PARTE)

  • 1906: En esta fecha surgen las primeras inquietudes en Doña Juana Carou Rodríguez, cuando le manifestó el Señor el deseo de ser adorado por todos los hombres en todos los Sagrarios de la Tierra y el sitio tan alto en el cielo reservado a cuantos le ayudaren en ello y a todos los adoradores:

– Entregada a Dios desde su más temprana edad y favorecida de muy singulares gracias por Él, siempre vivió de anhelos irresistibles por la compañía del Señor.

 

  • 5 de abril de 1924: Comienzo de la preparación por Doña Juana y Don José Llés.

– Doña Juana, era MarÍa de los Sagrarios desde las primicias de esta fundación.

– Las “María de los Sagrarios” obra fundada y dirigida hasta 1915 por el Rvdo. Don Manuel González, que después y sucesivamente fue obispo de Málaga y Palencia.

* Un artículo publicado en el órgano de aquellas -María de los Sagrarios-, la revista “El granito de Arena” del 5 de abril de 1924 titulado: “LAS ANSIAS DE UN ARCIPRESTE QUE SE MUERE DE PENA POR LA SOLEDAD DE LOS SAGRARIOS ABANDONADOS” y firmado por el Arcipreste de Áger (Lérida) Don José Llés Segarra, la puso en conmoción y contactó con este sacerdote para comunicarle sus mismos sentimientos.

Sentimientos tan exactamente reflejados, que sus amigas al leerlo la dijeron:

– «No sabíamos que tenías ese seudónimo»

A lo que ella contestaba apurada:

– «¡pero si yo no lo he escrito!”

Si todas las obras Eucarísticas tienen un mismo fin, también cada una tiene su forma específica. La Adoración Real, Perpetua y Universal se realiza fuera del culto colectivo (en sus “velas” semanales), cuando las iglesias están más desiertas, que es cuando más precisa de compañía.

La Fundadora soñaba con algo no condicionado a un grupo de cierta formación sino muy amplio, universal, donde hubiera un Sagrario, en cualquier parte del mundo. Que todo feligrés en su parroquia, todo bautizado, sabiendo que el Señor está ABANDONADO en su sagrario, tratara de remediar ese dolor, acudiendo a su “vela”.

Consultando Don José sobre quién era el Director espiritual de la tal Juana Carou, tranquilizado en este sentido, inició con ella una correspondencia tan espiritualmente ardiente, como aparentemente inútil, ya que se encontraban en un callejón sin salida: solos, desconocidos de todo el mundo, separados en uno y otro extremo de la península ¿cómo podrían llevar a cabo la empresa que ambos tenían en sus mentes y en sus corazones?.

La Providencia se encargó de solucionarlo.

Un topógrafo llegó un día a Áger y deseoso de saber como podrían administrarle la comunión fuera del horario de misas, a las que no podía asistir por sus responsabilidades, le indicaron a Don José Llés. Este se ofreció a complacerlo aún siendo a las cuatro o cinco de la mañana, quedando agradecido el topógrafo y  sorprendido el Sr. Arcipreste del fervor de aquel caballero. Tras esto se hicieron muy amigos y durante su estancia se reunían y hablando, Don José, llegó a confiar  al Sr. Pineda (el topógrafo) la profunda preocupación que le embargaba.

El Sr. Pineda que era dirigido por el Padre José Maria Rubio, destacadísimo en Madrid por su virtud y singulares dotes, propuso al Sr. Arcipreste ponerles en comunicación. Habiéndolo acordado, concluyeron la conveniencia de que el Sr. Pineda le llevara las cartas de Doña Juana. Recibidas las cartas propuso:

– «Se las entregaré sin decirle nada, rogándole que las lea y me diga una palabra. Si a los ocho días al devolvérmelas, no me hace ninguna pregunta, es señal de que todo es ilusión».

Así se hizo y cuando fue a ver al Padre le recibió diciendo:

– Pero hijo, ¿de óonde has sacado este tesoro?

No obstante el Padre Rubio examinó cuidadosamente el material recibido, solicitó valoraciones por parte de autroridades competentes en la materia. El estudio fue largo y riguroso y tras él, obetiendo un juicio favorable, llamaron a los protagonistas a Madrid donde se vieron por primera vez.

 

  • Julio de 1926: Se aprueba en Madrid el carisma del Movimiento y presentación ante el Corazón de Jesus en el Cerro de los Ángeles sellándose el compromiso de consagración como apóstoles de la Eucaristía.

– Allí, el Exmo. Sr. D. Juan Bautista Luis y Perez, obispo de Oviedo se comprometió con Monseñor Solé, a dar vía canónica, como obispo, a la Obra Real, Perpetua y Universal, inspirada al parecer de la siempre humildísima y obediente Doña Juana Carou Rodríguez.

 

  • 1 de agosto de 1927: Se celebró una reunión en el locutorio de “Las Magdalenas” en Madrid, donde asistieron unas 70 personas entre sacerdotes, hombres y mujeres. Las primeras personas las facilitó el Padre Rubio, unas 40 aproximadamente, quien mando a Don José Llés que se pusiera a las órdenes del Señor Obispo de Oviedo y le dijo: “No intente usted hacer nada sin el consejo de este santo Señor Obispo”. Moderó la reunión Monseñor Solé del Tribunal de la Rota y asesor de la Nunciatura de Madrid. Dicho moderador fue designado Obispo Auxiliar de Madrid.

 

  • 8 de agosto de 1927: Inauguración del Movimiento en Cercedilla. Predica Don José María Rubio comenzando con las memorables palabras: “Hoy hay una gran fiesta en el Cielo…” dando lugar esta fecha a la fecha de fundación de la ARPU. 

– Cuando se presentaba la ocasión, el Padre Rubio afirmaba que la Adoración era Obra de Dios y varias veces animó al Arcipreste. Poco tiempo antes de morir, y presintiendo que se verían por última vez, le dijo:

– “¡Ánimo Arcipreste!. La Adoración es obra de Dios. Siga adelante sin desmayo. Tendrá que atravesar todavía montañas de dificultades, pero todas se allanaran. No teman a nada ni a nadie; esta obra se extenderá por todas parte, principalmente en nuestra Patria y será la salvación de España y del mundo”.

 

FECHAS MEMORABLES DE LA ADORACIÓN REAL, PERPETUA Y UNIVERSAL (A.R.P.U.): 1928-2016

FECHAS MEMORABLES DE LA ADORACIÓN PERPETUA (SEGUNDA PARTE)

 

  • 20 de mayo de 1928: En Avilés (Asturias), publicación de la Carta Pastoral en la que se pide ayuda para el movimiento ARPU por el Obispo Don Juan Bautista Luis Perez, se dice en la misma: “…que las gloriosas obras de la Adoración que ya hay construidas sean la preparación de UNA GRAN OBRA que, como principal deber suyo, adore y procure adoradores, no solo en el sagrario escogido, sino en todos los sagrarios, enseñando a adorar, formando coros de adoradores, para que la OBRA DE LA ADORACIÓN sea como debe ser: perpetua y completamente universal”. (Boletín Oficial Eclesiástico, núm. 10 Oviedo, mayo 1928).

 

  • 31 de enero de 1930: Las gestiones realizadas ante la Santa Sede por el Obispo de Oviedo, Don Juan Bautista Luis Perez, lograron la aprobación pontificia del Papa Pío XI como Movimiento Eucarístico aprobando los fines específicos de la Adoración, en Rescripto de la Sagrada Congregación de Ritos.

 

  • En 1931 la Real, Perpetúa y Universal se extendía con extraordinaria rapidez: Oviedo, Madrid, Vitoria, Santander, Pamplona siendo aprobada y bendecida por sus respectivos prelados. Y el Obispo de Oviedo, tiene el consuelo de verla erigida canónicamente en todas las diócesis de España con notable provecho de las almas, y mayor culto eucarístico.

 

  • En 1932, la Santa Sede nombra, Director General de la Obra al prelado de Oviedo Don Juan Bautista Luis y Perez, poco antes nombrado también Consiliario General de Acción Católica, y escribe los “Fundamentos de la Obra” y aprueba su “Reglamento para las parroquias”.

 

  • 14-16 de noviembre de 1933: Se celebra la primera asamblea de Madrid, presidida por Don Juan Bautista Luis Perez, que falleció el 6 de noviembre de 1934.

 

  • En 1934, Don Federico Tedeschini, Arzobispo de Lepanto, Nuncio Apostólico en España, nombra al Exmo. Sr. Don Remigio Gandasegui -Arzobispo de Valladolid-, Director de ARPU, quien la dirigió con constancia y entusiasmo, siendo un prudente Director, un Padre y un Guía seguro hasta su fallecimiento el 16 de abril de 1937.

 

 

 

  • En 1946, los que sobrevivieron a la guerra, intentaron  reorganizar y extender la Obra por Diócesis y Parroquias, de nuevo pusieron sus ojos y esperanzas en Valladolid, en su actual Padre y Pastor, el Exmo. Sr. Don Antonio García y García, además  del Santuario Nacional de la Gran Promesa, potente imán de nuestros más puros amores.

 

  • 8 de febrero de 1984, el Arzobispo de Madrid Don Angel Suquia solicita a Don Isidro Martínez Moreno, (gran promotor y defensor de ARPU desde su reorganización después de la guerra), por indicación de la conferencia Episcopal Española, el nombramiento de un Consiliario Nacional y una Junta que coordinase los centros establecidos en las diócesis para ARPU.

 

  • 21 de noviembre de 1986: Se aprueban los primeros estatutos de la Adoración Real Perpetua y Universal en la XLV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, por Don Fernando Sebastián Aguilar, Obispo Secretario General de la Conferencia Episcopal Española.

 

  • 24 de noviembre de 1989: la Conferencia Episcopal, nombra a Don Laurentino Gómez Montes Consiliario General Nacional.

– Siendo Don Laurentino Gómez Montes Consiliario de ARPU durante 22 años, se desarrollaron 20 congresos y uno de ellos en Fátima y tres Encuentros Nacionales para sacerdotes, religiosos y seminaristas, así como la presentación de la documentación correspondiente para la beatificación de Don José Llés, Arcipreste de Áger y cofundador de ARPU.

 

  • 26 de febrero de 1999: En esta fecha se reconoce con el mismo fin, en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia, con el número de registro 4594-SEC/C.

 

  • El 20 de noviembre de 2004, se aprueban los segundos Estatutos de la ARPU, sellados y firmados por el Secretario General de la CEE en la LXXXIII Asamblea Plenaria en Madrid por Don Juan Antonio Martínez Camino, Secretario de la Conferencia Episcopal Española.

 

  • En 2011 fue nombrado Consiliario Nacional Don Mario Vázquez.

 

  • 25 de Noviembre de 2016. En Madrid, en la parroquia de Santa Teresa y Santa Isabel, sita en la Glorieta Pintor Sorolla, 2 de Madrid (28010), a las 11:30 horas, se celebró una Asamblea Nacional extraordinaria, siendo elegido Consiliario Nacional Don José Luis Esteban Vallejo y posteriormente nombrado por la Conferencia Episcopal Española con fecha 22 de febrero de 2017.

 

BREVE HISTORIA Y FINALIDADES DE LA ARPU por don Laurentino Gómez Montes

 

BREVE HISTORIA Y FINALIDADES DE LA ARPU por Don Laurentino Gómez Montes Consiliario General y Nacional de la ARPU (Nov-1989-Feb-2010) 

Con motivo del nombramiento del Consiliario General y Nacional por la Conferencia Episcopal Española, creemos oportuno plasmar por escrito la siguiente reseña sobre la Adoración Real, Perpetua y Universal al Santísimo Sacramento, conocida también con las siglas ARPU y con los nombres de adoración diurna y ,el más adecuado y generalizado, de vela perpetua:

1. Se trata de una asociación movimiento fundamentado sobre el dogma de la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Sus directrices e ideario fueron escritos por el gran intelectual y celoso Pastor don Juan Bautista Luis Pérez, siendo Obispo de Oviedo. Cifrando sus metas principales en la oración, la Eucaristía y la caridad, fomenta la participación en todas las obras de la Iglesia y en especial las de ámbito parroquial, por ser parroquialidad una de sus notas más características. La obra está filialmente sometida a los reverendísimos prelados de las diócesis donde se establece. En varias diócesis existían estatutos propios hasta la redacción y aprobación de los actuales con carácter general.

Entre sus aprobaciones oficiales por parte de la Iglesia con varios rescriptos por parte de la Santa Sede cuenta con la más reciente de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española del 21 de noviembre de 1986, así como la de sus estatutos renovados. 

2. Quienes conocen esta obra suelen considerar sus fines de gran utilidad para la Iglesia en estas circunstancias en que la oración personal y la permanencia real de Jesús en la eucaristía fueron tan zarandeadas por el fuerte oleaje del secularismo y extremista movimiento pendular:

* EN LO EUCARÍSTICO: Adoración (acompañamiento escucha…), Comida, reparación-compromiso, petición (sufragios etcétera), Acción de Gracias, Fiesta-calvario, cultural-sencillez, Sacrificio-Sacramento…

* EN LO ORACIONAL: oración personal-oración comunitaria, oración evasiva-oración compromiso, oración activa-oración de adoración y contemplativa, oración vertical-oración horizontal.

Después de una época no tan lejana de fuerte reminiscencia jansenista en la que casi se relegaba la comunión a los propios Ángeles, sobrecargando tintas en la adoración y visita, que parecían absorber la propia celebración eucarística, se pasó, al menos en la práctica, casi al lado Protestante, al considerar la presencia de Cristo, solo al comulgar. En esta deficiencia de síntesis llegamos a una gran Laguna de oración personal y eucarística. A lo sumo se llegó a valorar “La Reserva” exclusivamente para la comunión de enfermos.

Pensamos con Karl Rahner que el cristiano del futuro debe ser un místico (hombre de experiencia de Dios) o no será nada; o es contemplativo o no tendrá nada que decir. Porque ya experimentados, estamos en mejor capacitación para comprender que la auténtica evangelización surgirá fruto del desbordamiento de una vida interior intensa. Somos partidarios de la fórmula ignaciana CONTEMPLATIVOS EN LA ACCIÓN y de la benedictina ORA ET LABORA , considerando el pasaje evangélico de Marta y María (Lc 10,38-42) como uno de los fundamentos principales de la citada síntesis, que nosotros perseguimos. Incluso una mística tan reconocida como Santa Teresa dice, con su habitual gracejo, que si todos hiciésemos como María, Jesús se quedaría sin comer. Y San Francisco de Sales explica así la síntesis del espíritu de Marta y María: “Haz como los niños pequeños que con una mano se agarran a su padre y con la otra cogen moras del zarzal”. Sería interminable una lista de personas modelo de fuerte compromiso y alma altamente contemplativa.

Parecen imprescindibles organizaciones que persigan cubrir tales lagunas y, mejor que crearlas de nuevo, consideramos más en consonancia con la línea eclesial un “aggiornamento” [revitalización] de las ya existentes.

OBJETIVOS PRINCIPALES:

-la oración ante el Sagrario en las parroquias (sin descuidar jóvenes ni niños), dirigida preferenteme8nte a encomendar las vocaciones sacerdotales, las de especial consagración y las de laicos. Sembrando “clima eucarístico” en las comunidades, seminarios…

-Potenciar la pastoral Parroquial, Arciprestal, Diocesana y de la Iglesia Universal desde la sólida base eucarística y fomentar la fraternidad.

-La Adoración, Reparación, Escucha, Acción de Gracias y Acompañamiento a Jesús, presente permanentemente en la Eucaristía, encomendando en continuidad los proyectos pastorales. 

MEDIOS:

La Eucaristía, el Sacramento de la Penitencia, el amor a la Santísima Virgen, los retiros y el acompañamiento espiritual. 

3. Se fue gestando desde principios de siglo por personas de probada santidad de vida: la de unas, reconocida oficialmente, y la de otras, en vías de serlo [Tener en cuenta que el texto es de 1886, no está actualizado]; tales como Juana Carou, humilde maestra de escuela de Huelva, asesorada por el Obispo de la Eucaristía Manuel González; José Llés Segarra, sacerdote mártir cuyo proceso de canonización se está incoando; José Soler, asesor de la nunciatura y obispo preconizado para auxiliar de Madrid; el ya beatificado padre Rubio y el citado obispo de Oviedo, Juan Bautista Luis Pérez, consiliario nacional de la Acción Católica y el primer Director General y moderador del Movimiento de la Adoración, a cuyo cargo corrieron los trámites para los distintos rescriptos que esta obra consiguió de Roma.

Tuvo su nacimiento en Huelva (Andalucía) el 1906, su “Cuna” en Gijón Asturias, donde residió su sede principal durante varios años hasta el martirio de todos sus principales dirigentes en dicha ciudad en 1936; y su “Epifanía” En Madrid, lugar de su primera Asamblea General, de sus primeras comunidades y parroquias y en donde radica en la actualidad su sede y Consejo General [Actualmente esto está en Burgos]. 

4. Fue aprobada por Pío XI mediante rescripto de 31 de enero de 1933. Contó con el apoyo entusiasta de varios cardenales, entre ellos Pacelli, Secretario de Estado, Pizzardo, Vidal y Barraquer, segura y Gomá. En 1932 eran 42 los obispos adheridos y contaba con un fuerte apoyo del nuncio en España, Federico Tedeschini así como del arzobispo de Valladolid, Remigio Gandasegui, quien llegó a ser su Director general. Los frutos se dejaron sentir pronto en los Seminarios, incluido el Colegio Español de Roma, en los que la visita a los Sagrarios llegó a ser algo fundamental en la formación de los futuros ministros de la Eucaristía. Se extendió enseguida con gran fuerza a casi todas las diócesis. 

5. Sin cuota económica establecida, sus únicas exigencias son: media hora de oración semanal ante el Sagrario, preferentemente parroquial y la participación de un retiro o acto eucarístico mensual. Consigue ayudar a los párrocos facilitando el cumplimiento de lo prescrito en el Catecismo de la Iglesia Católica, Can 937 y también en el Can 898 en lo referente a la adoración; así como el Ritual de la Santa comunión y el culto Eucarístico Mariano, sobre la oración y la adoración eucarísticas S.C.C.E.M. [Santa Comunión y Culto Eucarístico y Mariano], 79-81. Pretende también, sobre todo en ciudades, la apertura de algunos oratorios para la oración inter parroquial (con Exposición Mayor incluso) para paliar o compensar así la dificultad de apertura de algunos templos, sin descuidar con ello el que se hagan todos los esfuerzos por abrir muchos de estos y para que sean auténticos centros de espiritualidad desde donde incluso se atienda el servicio del sacramento de la penitencia de modo más continuo.

Tal vez hoy nuestro movimiento sería uno de los adecuados para llevar la Eucaristía a los enfermos de la misma forma que, en tiempos de guerra, lo hizo con los prisioneros y los impedidos de participar en la Celebración Eucarística; así como el de fomentar la Exposición Mayor del Santísimo en las iglesias catedrales siguiendo el ejemplo de la de San Pedro en el Vaticano por iniciativa del Santo Padre Juan Pablo II y varias otras. 

6. Creo importante indicar que la ARPU no se confunde con otras fundaciones similares, de las que tiene directrices distintas, a pesar de ser también ellas laudables y recomendables; y a la vez insistir en que sus fines no se limitan a lo meramente espiritual o adoracional, considerando importante el apoyo de los proyectos evangelizadores y de todo lo referente al compromiso con los más débiles.

Estamos convencidos de la valía y necesidad actuales de este movimiento que, basándose en la vida interior, pretende ser humilde contribución al cambio y a la fraternización hoy tan necesarios. Se trata de algo discreto, sencillo y a la vez sublime que hace honor a lo de las “pequeñas-grandes cosas”, que son las que suelen fraguar un mundo y una historia más honesta a la búsqueda de la “Civilización del Amor”, según insistencias del Papa y de acuerdo con los proyectos evangelizadores de la propia Conferencia Episcopal Española y de las distintas diócesis.

    7. Sin duda que así lo concibieron y conciben los autores de las siguientes expresiones:

    – “Esta obra es mi hija predilecta” (Padre Rubio)

    – “Anda, hijo, por el camino trazado; no temas a nada ni a nadie, porque la adoración es una obra de Dios. (Padre Rubio).

    – “Desde niño es este el ideal de mi vida para la salvación del mundo” (Cardenal Segura).  

    – “Mucho me complace ver el desarrollo de la Adoración en diversas capitales y parroquias donde es más necesaria y a la que creo debe dirigir principalmente su programa”. (Cardenal Segura).

    – “Atraed las personas al Sol eucarístico y Jesús las abrazará en su amor transformándolas en Él. Con gusto derramaría hasta la última gota de mi sangre en defensa de Jesús Sacramentado”, «Si me matan, desde el cielo os enviaré una lluvia de gracias”. (José Llés).

    – “Lloro, lloro, pero con llanto más dulce que la miel, viendo cómo, por causa de tanta disipación de espíritu, se pierden tantas riquezas eucarísticas”. (José Llés).

    – “Hasta que estemos en el cielo no conoceremos lo torpe que hemos sido, locos de remate, por no haber explotado la mina  de la Santísima Eucaristía, pero… pero… será tarde”. (José Llés).

    – “Sin Eucaristía… andamos sin virtudes sólidas, hechos es una facha, hambrientos, desahogados y sin rigor en el espíritu”. (José Llés).

    Las expresiones de “Obra Divina” y parecidas son frecuentes entre muchos obispos; para sus fundadores, la ARPU fue considerada como inspirada por Dios.

    En lo referente a la Adoración en sí y a la Permanencia Real, son muchos los testimonios de la insistencia por parte de los últimos papas: Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, así como los de las Conferencias Episcopales, Obispos y Teólogos. 

    8. Entre los fundadores y grandes impulsores de esta vela perpetua hubo la convicción de que “LA FORMA MÁS EMINENTE DE ADORAR ES LA DE DIFUNDIR Y DAR A CONOCER ESTE MOVIMIENTO EUCARÍSTICO”.

    Tal vez los signos de los tiempos nos estén indicando que este sea el momento propicio para un relanzamiento de esta obra y quizás sea ello la causa de la acogida cariñosa tanto por parte de los pastores como de los laicos y ello no sólo en este país, siendo nuestra inquietud por ello la que se refleja en el apremio del señor en lo referente a la mies y los obreros (Lucas 10-2).

    Terminamos destacando la firme convicción de los fundadores, de la inspiración divina de esta Asociación y encomendándosela a la SANTÍSIMA VIRGEN, su Patrona, y a San José, Patrono y custodio de la Iglesia, eximios adoradores y paradigmas de la Adoración a Jesús.

    Aprovechemos la oportunidad para ofrecer nuestros servicios y los de esta obra según carismas fundacionales a las distintas diócesis y parroquias en la persona de los señores obispos y sacerdotes.

    Fdo.: Laurentino Gómez Montes, Consiliario General y Nacional de la ARPU.

     

    [1] El gran amor de este Obispo a la Eucaristía y a nuestra obra en concreto, queda reflejado en su famosa pastoral eucarística (20 de mayo de 1928), el libro “Meditaciones Eucarísticas” a modo de manual de ARPU (con gran difusión de ejemplares) la incardinación y liberación para dedicación exclusiva del sacerdote de Lérida José Llés. etc. etc.

    [2] “La Iglesia en la que está reservada la Santísima Eucaristía debe quedar abierta a los fieles, por lo menos algunas horas al día, a no ser que conste una razón grave, para que puedan hacer oración ante el Santísimo Sacramento (Catecismo de la Iglesia Católica, 937)

    [3] Nuevo Derecho Parroquial: “Es importante, además, recordar las orientaciones del Ritual sobre esta oración y la adoración privada… hacer ver como la adoración prolonga la participación en el memorial de misterio pascual, que da la vida de Cristo a los miembros de su Cuerpo para que crezcan en la fe, la esperanza y la caridad, y lleguen a ser ofrenda viva al Padre en todas las manifestaciones de su vida” (pág. 236).

    DEMUESTRA CUÁNTO SABES. RESPONDE EL CUESTIONARIO

    COFUNDADORES

    Fueron…

    SAN MANUEL GONZÁLEZ
    Conocido como el Obispo del Sagrario abandonado.

    Fecha de nacimiento:
    –  25 de febrero de 1877, Sevilla.
    Ordenación Sacerdotal:
    –  21 de septiembre de 1901.
    Ordenación Episcopal:
    –  16 de enero de 1916.
    Fallecimiento:
    –  4 de enero de 1940, Madrid.
    Beatificación:
    –  29 de abril de 2001 por SS Juan Pablo II.
    Canonización:
    –  16 de octubre de 2016, por SS Francisco I.
    Festividad:
    –  4 de enero.

     

    Leer más…

    MÁRTIR DON JOSÉ LLES SEGARRA
    Arcipreste de Áger (Lérida).
    Era un hombre lleno de celo apostólico y de fuerza espiritual centrada en la piedad eucarística.
    Fecha de nacimiento:
    –  1876 Benavent del Segrià (Lérida).
    Ordenación Sacerdotal:
    –  1901.
    Fallecimiento:
    –  26 de septiembre de 1936, Gijón (Asturias).
    En proceso de beatificación por martirio

    https://youtu.be/m3iO1iFXB8M

    Leer más…
    ORACIONES-MANUSCRITOS DE DON JOSÉ LLÉS SEGARRA

    Comunión espiritual.

    Creo Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del altar. Os adoro y amo con todo mi corazón; quisiera recibiros en estos momentos sacramentalmente; más no pudiendo hacerlo ahora, venid al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya hubieseis venido me abrazo y me uno a Vos; no os apartéis de mi Señor y no permitáis que yo jamás me aparte de Vos.

    Ofrecimiento de la Santa Misa.

    ¡Oh Jesús mío! Me presento delante de tu altar para asistir a la santa Misa, en la que mi Señor Jesucristo va a renovar el sacrificio que te ofreció en la Cruz. Yo te ofrezco, justamente en mi Salvador Jesús, el valor infinito de esta Misa para adorarte dignamente y para agradecerte como mereces todos los beneficios que me has hecho y me estás haciendo siempre; para satisfacer por mis pecados y para que me concedas la gracia de ser fiel hijo tuyo todos los días de mi vida.

    Oraciones de la mañana.

    Por la señal de la Santa Cruz…

    Señor Dios omnipotente, en quien creo, en quién espero y a quien amo de todo mi corazón. Gracias te damos por habernos hecho llegar al principio de este día. Sálvanos hoy con tu gracia para que todo el día no caigamos en ningún pecado, sino que todos nuestros pensamientos, palabras y obras vayan dirigidos a cumplir tu voluntad y para gloria tuya. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios por los siglos de los siglos. Amén.

     

    Padrenuestro Ave María y Gloria.

    Oh Señora mía, oh Madre mía,  yo me entrego del todo a Vos. Y en prueba de mi filial afecto, os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, oh Madre de piedad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión vuestra.

    Tres Ave Marías

     Ángel de Dios, ángel de mi guarda pues la bondad divina me ha encomendado a tu custodia, ilumíname, guárdame, sígueme, gobiérname. Amén.

    Y pues has trocado la tierra en cielo con tu real presencia en el Sacramento, hoy que los hombres en justa correspondencia se conviertan en Ángeles y te adoren, alaben y glorifiquen como lo hacen en el cielo los ángeles y los santos. Son nuestros anhelos, oh Jesús Sacramentado que todas las almas que redimiste con tu pasión y muerte y alimentas en el Sagrario con tu cuerpo y sangre preciosa, ardan en amor a la divina Eucaristía y te acompañen y adoren en todos los Sagrarios en donde tu amor misericordioso abre a los hombres los tesoros de tus gracias infinitas y de sus inefables dulzuras. En rendido homenaje a tu amorosa realeza, te ofrecemos en este día nuestro corazón todo entero; aquí lo depositamos al lado del tuyo en esa prisión de amor, aquí hacemos de él solemne entrega, rogándote lo enmiendes y purifiques y lo hagas en todo conforme al tuyo. Te prometemos no entregarlo más al mundo que tantas veces lo ha desviado de Ti, e invocamos como testigos de esta entrega a tu divina Madre la Inmaculada Virgen María y al glorioso Patriarca San José especiales protectores de la Adoración, con quienes podamos alabarte en el Cielo. Amén.

    SAN JOSÉ MARÍA RUBIO
    Sacerdote de la Compañía de Jesús. Considerado como el «Apóstol de Madrid».
    Fecha de nacimiento:
    –  22 de julio de 1864, Dallas (Almería).
    Fallecimiento:
    –  2 de mayo de 1929, Aranjuez (Madrid).
    Ordenación Sacerdotal:
    –  24 de septiembre de 1887.
    Beatificado:
    –  6 de octubre de 1985, en Roma por SS. Juan Pablo II.
    Canonización:
    –  4 de mayo de 2003, Madrid, por SS. Juan Pablo II.
    Festividad:
    –  4 de mayo.

    https://youtu.be/U3b6nBggaI8

    Leer más…

    DON JUAN BAUTISTA LUIS PÉREZ
    Obispo de Oviedo y Consiliario Nacional de la Acción Católica.
    Fue un gran impulsor del catolicismo social. Con razón ha sido llamado el obispo “protomártir” de la persecución religiosa española.
    Fecha de nacimiento:
    –  1 de abril de 1878, Burriana (Castellón).
    Fallecimiento:
    –  6 de noviembre de 1934.

    https://youtu.be/bvEJO0U-Eiw?si=V8PpNS4BTowDzg3d

    Leer más…

    PROMOTORES

     

    Monseñor Sole Tura
    Monseñor José Solé, del Tribunal de la Rota y Asesor de la Nunciatura de S.S. en España, que es frecuentemente mencionado junto a San José Maria Rubio y Arcipreste Llés. Fue un principal apoyo humano a la Adoración. Falleció el 3 de enero de 1928 después de una durísima enfermedad.
    Don Isidro Martínez Moreno
    Don Isidro Martínez Moreno (sacerdote) el que capto tal vez mejor la mente de los fundadores realizo un extraordinario trabajo pastoral ayudando a los pobres de las cuevas de Granada.
    Monseñor Remigio Gandasequi
    Monseñor Remigio Gandasequi, Arzobispo de Valladolid (Director Nacional).

    Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

    ACEPTAR
    Aviso de cookies